Aún es temprano para declarar como victoriosa a la candidata demócrata Hillary Clinton. De lograrse, su éxito será catalogado como uno de los más importantes avances para las mujeres en el mundo de la política de los Estados Unidos.
Sin embargo ya somos ganadoras. Y no por los avances de Hillary, sino por los agigantados retrocesos de su contendor, Donald Trump.
Desde que salieron a la luz sus comentarios sobre las mujeres en una conversación que tuvo con Billy Bush, conductor del programa Access Hollywood, el tema de los efectos del acoso sexual, y lo terriblemente común que es el comportamiento agresivo y depredador de los hombres frente a las mujeres, ha tomado un nuevo aire. Un aire que sin duda podría traer importantes cambios culturales.
Sus comentarios, grabados mientras esperaba en un bus su paso a la locación del programa, Trump describió con pelos y señales cómo se comportaba frente mujeres que le parecían atractivas mostrando que en muchas ocasiones no controlaba sus deseos de besarlas y tocarlas inapropiadamente o sin permiso, y que en varias de esas ocasiones, intimidando y amenazando, logró sus objetivos.
Así, las conversaciones sobre la masculinidad, los efectos de las expresiones entre hombres sobre las mujeres, lo aterradoramente comunes que son los acosos sexuales en el trabajo y en el hogar, el silencio de las mujeres sobre el tema, y el rol de los hombres en estas situaciones no se hicieron esperar.
Tanto que con el hashtag de #NotOkay la bloguera Kelly Oxford logró que cientos de mujeres hablaran de los efectos negativos que han tenido las experiencias de agresiones y acosos a lo largo de sus vidas.
Campañas de este tipo ya se habían lanzado antes. Con el hashtag #MiPrimerAcoso, el año pasado, se hizo una similar con la que se recogieron datos reveladores como que existen mujeres que sufrieron de acoso desde los 6 años, que estos suceden con mucha mas frecuencia al interior de los hogares o en espacios que se creen seguros, y que son cometidos por amigos o familiares. O que es increíblemente común el abuso de poder en el trabajo por parte de hombres que aprovechan su posición para sobrepasarse con sus empleadas y que las mujeres por miedo, no dicen nada.
Pero hoy el tema cobra una inesperada relevancia. Es la primera vez que tiene una cara tan poderosa como temeraria.
Trump es hoy el espejo de muchos hombres que hasta ahora no habían visto o entendido los indudables efectos de sus acciones y comentarios. O que nunca habían siquiera considerado ser machistas o agresivos.
Hoy podemos señalar a los Trumps y a los Billy Bushes que nos rodean. El acoso y el machismo tienen rostro. Un rostro común, que podemos cambiar.
Gracias Mr Trump.