Los que logran el éxito son aquellos que se dedican a aprender sin temor al fracaso y con la intensión de enfrentar cualquier obstáculo que se interponga en el camino.

La práctica y la consistencia en cualquier tarea, incluyendo —y en especial— aquellas para las que sentimos que no tenemos habilidades, logran incluso vencer con experiencia los muros impuestos por los estereotipos.

Esto cobra relevancia hoy más que nunca.Un reciente estudio publicado en Science, reveló que a la temprana edad de 6 años, las niñas piensan que tienen menos posibilidades que los niños de ser brillantes o muy inteligentes. Por esta percepción, es más factible que se retraigan de participar en actividades que requieran en su parecer, una inteligencia particular.

El estudio asegura que los estereotipos arraigados desde muy temprano, afectan de manera directa las decisiones que tomen estas jovencitas en su edad adulta desviando, en muchas ocasiones, sus intereses y logros académicos y profesionales.

Según dice el estudio, esta es una de las principales razones por las cuales hay menos niñas en carreras relacionadas a las matemáticas, la ingeniería o las ciencias. Se les consideran áreas de estudio mucho más complejas que cualquiera de las carreras en humanidades.

Las niñas cambian la percepción de sí mismas entre los 5 y los 7 años de edad, de manera radical. Aunque los científicos que hicieron el estudio no dan una respuesta definitiva, aseguran que el cambio puede explicarse porque hacia los 6 años empiezan a practicar lo que se les ha venido enseñando sobre ser más modestas, menos agresivas y controladas. Esto resulta en menos confianza en sus habilidades y en callar cuando se trata de exaltar destrezas personales, poniéndolas en desventaja con sus pares del sexo opuesto.

«Los que logran el éxito son aquellos que se dedican a aprender sin temor al fracaso y con la intensión de enfrentar cualquier obstáculo que se interponga en el camino. La práctica y la consistencia en cualquier tarea, incluyendo —y en especial— aquellas para las que sentimos que no tenemos habilidades,
logran incluso vencer con experiencia los muros impuestos por los estereotipos«.

Esto cobra relevancia hoy más que nunca.

Un reciente estudio publicado en Science, reveló que a la temprana edad de 6 años, las niñas piensan que tienen menos posibilidades que los niños de ser brillantes o muy inteligentes. Por esta percepción, es más factible que se retraigan de participar en actividades que requieran en su parecer, una inteligencia particular.

 

El estudio asegura que los estereotipos arraigados desde muy temprano, afectan de manera directa las decisiones que tomen estas jovencitas en su edad adulta desviando, en muchas ocasiones, sus intereses y logros académicos y profesionales.

Según dice el estudio, esta es una de las principales razones por las cuales hay menos niñas en carreras relacionadas a las matemáticas, la ingeniería o las ciencias. Se les consideran áreas de estudio mucho más complejas que cualquiera de las carreras en humanidades.

Las niñas cambian la percepción de sí mismas entre los 5 y los 7 años de edad, de manera radical. Aunque los científicos que hicieron el estudio no dan una respuesta definitiva, aseguran que el cambio puede explicarse porque hacia los 6 años empiezan a practicar lo que se les ha venido enseñando sobre ser más modestas, menos agresivas y controladas. Esto resulta en menos confianza en sus habilidades y en callar cuando se trata de exaltar destrezas personales, poniéndolas en desventaja con sus pares del sexo opuesto.

Paradójica y tristemente el desempeño escolar no tiene nada que ver con esta percepción —pues las niñas por lo general son mejores estudiantes—, pero la influencia de los profesores y las ideas que aprenden de los educadores podrían ser factores que refuerzan la idea de que los niños son más inteligentes que las niñas, así como los textos escolares que en muchas ocasiones destacan el rol masculino mucho más que el femenino en varias áreas.

El estudio concluye entonces que a partir de los 6 años es vital una intervención que contrarresten estas percepciones con el fin de que cuidar su rumbo profesional y académico.

Recordar que no es el género, sino la persistencia, la perseverancia y la convicción de que la práctica es la que hace al maestro, puede lograr que nuestras niñas no solo ocupen mejores cargos y sean líderes, sino que logren a cabalidad cumplir con sus sueños.

@Silviadan