“Papá, la verdad usted es muy fanático, lo están estafando de frente y sigue ahí pegado a ese televisor”. Grave. Así puedo calificar las palabras de mi hija, apenas adolescente, quien justo por las vueltas 39 a la 41 me acompañó a ver la onceava carrera del año del campeonato mundial de la Fórmula Uno.
¿La razón de su opinión? De la forma más descarada uno de los ‘altos directivos’ de Scudería Ferrari le dio la orden a Kimi Räikkönen (131 puntos) de cederle el primer lugar de la carrera a su compañero Sebastian Vettel (171 puntos).
Así, sencillo, el que va ganando debe cederle el lugar al que va atrás, pese a que puede ganar la carrera, ser mejor piloto y dar el espectáculo que la categoría necesita para tener audiencias y el relevo generacional que necesita todo espectáculo.
A ese precio, el de ‘hagámonos pasito’, para que gane el que el equipo quiere termina siendo una inyección letal para la fanaticada y para la audiencia; ya las ‘exclusivas’ de transmisión de algunas carreras han aportado lo suyo, en contra, obviamente de los fanáticos.
Lo que siguió en el Gran Premio de Alemania fue decepcionante, pero la cuenta de cobro llegó pronto: en la vuelta 52, faltando 15 para el final, Vettel terminó contra el muro, fuera de competencia. “Uno se muere, nada se lleva”, dicen los mendigos en su ejercicio de pedir y pedir.
Jarto, totalmente jarto que esas prácticas ya repetidas mil y una veces … verbigracia Rubens Barrichello, todo un especialista en soltar el acelerador en favor del tristemente recordado Michael Schumacher.
El triste espectáculo no paró ahí, pues los intentos de Valteri Bottas (122 puntos) de superar a Lewis Hamilton (188 puntos) fueron atenuadas por el equipo: “Debes mantener el lugar”, esa fue la orden recibida a través de la radio en la vuelta 62. ¡Así, chao espectáculo!
Hamilton ganó el Gran Premio, pese a haber salido en el lugar 14, un triunfo avinagrado por esas órdenes de equipo que nunca merece la pena celebrar, pues los triunfos regalados solo saben a desazón; ridículo se vio el inglés celebrando lo que pudo haber sido de Valteri Bottas.
Así, la carrera del domingo pasado fue buena del tercer lugar hacia atrás. Por ejemplo, Sergio Pérez Pérez (escudería Force India, 30 puntos) terminó de séptimo y el otrora grande, Fernando Alonso (McLaren, 40 puntos); la nota más triste de todas fue el abandono de Daniel Ricciardo (Red Bull Racing, 106).
En resumen…. Nos tumbaron Echeverry.
Esperemos que este trago amargo lo supere el Gran Premio de Hungría de este fin de semana.