En la entrega anterior escribí sobre las responsabilidades compartidas  de la industria de la música y la industria de la radio para el florecimiento de la payola. Esta práctica de “tu me pagas, yo te pongo” aún NO es delito en Colombia y creo que tomará buen tiempo para que se legisle sobre el tema.

Pero aunque no sea ilegal, está lejos de ser éticamente correcta. Y no es correcta básicamente por que es un trato que se hace a escondidas de los oyentes y de los dueños de las cadenas.

Una cadena nacional trató de institucionalizar un programa de “pagar por pasar” con el grito en el cielo de las empresas discográficas. Algún crítico podría llamarlo como “Payola legalizada”. Aunque hace sentido este axioma, no me parece incorrecta la decisión de la empresa radiofónica , pues al menos es un pacto que se hace de frente.

Lo que si creo es que es un absurdo estratégico someter una programación o un estreno al condicionamiento económico.  De todos modos las disqueras han protestado. La siguiente es una historia muy divertida que ha sido compartida por un lector de este blog. Tengo la autorización de esta persona para reproducir su historia. Por obvias razones protegeré su identidad y el lugar donde trabaja. En ella narra como una cadena trata de negociar una de esas “payolas legalizadas”. No la dejen de leer.

UNA APUESTA

Dos ejecutivos de una empresa multinacional discográfica llevan a un director de emisora musical a almorzar a un fino restaurante de comida argentina. Llamemos al director "programador", pues el 80 por ciento del tiempo de radio de la emisora está dedicado a noticias, y el otro 20 por ciento debe ser rellenado con música. De ese 20 por ciento, el 90 por ciento deben ser clásicos de pop adulto contemporáneo, a la usanza del viejo modelo top 40 gringo, y el 10 por ciento restante son canciones nuevas, algunas de artistas en desarrollo, otras de artistas posicionados.

La charla comienza de forma amena, mientras ejecutivos y programador se comen la ensalada y hacen la típica charla rompehielos, en la que los ejecutivos acicalan al programador con lametazos precisos y bien dados alrededor de su recientemente adquirida posición. "Te merecías este puesto, amiguito, hacía tiempos que esta cadena te lo debía, amiguito…felicitaciones por esto, felicitaciones por lo otro"; comentarios típicos dentro de un "foreplay" lento pero firme.

Ese foreplay tiene un propósito, como todos los foreplays…el propósito es la inclusión de un artista dentro de la programación que este personajillo, el programador, está manejando para esta radio.

Al llegar el plato fuerte, los dos ejecutivos se lanzan al ataque con frases y conceptos persuasivos sobre el artista que representan con candor, y por qué no, pasión (los dos ejecutivos son ejecutivos en ascenso, reclutados de diferentes lados del negocio de la música para hacerle dinero a la disquera con su experiencia y conocimientos). No les faltan argumentos para defender a su artista, ni mucho menos para poder convencer a un programador de que su artista debe sonar en su emisora, por lo menos unas tres veces al día. Y así comienza el tira y afloje:

"no estamos pidiéndote que programes a un desconocido; este artista tiene veinticinco años de reconocimiento, y la canción está perfecta para tu formato"

"si, pero entiéndanme que no tengo casi espacio para meter canciones"

"pero si acabas de meter tres canciones y los artistas que tienes sonando no son los mas conocidos del mundo…por qué no puede ir este, entonces?"

"entiéndanme también que el survey me tiene maniatado frente al tema del espacio, además mi emisora no hace éxitos, sino que los programa, nada más"

"pero todos sabemos que la credibilidad de una emisora de música parte de su capacidad para generar un éxito"

"si, pero yo no estoy en esa capacidad, por lo menos, no por ahora, muchachos, lo siento"

"Pero es que no te estamos hablando de un pelele, sino de este gran artista…necesitamos tu apoyo para ver crecer este disco. Mejor dicho, sin tus sonadas, es imposible generar un impacto"

"Miren, hagamos una cosa, por qué no me compran una apuesta? Es un dinero que ustedes van a invertir en ese artista, y les asegura la rotación de su sencillo"

Los dos ejecutivos se miran indignados, pero tratan de ocultar su desprecio por la figura de la apuesta. El mas junior de ellos se atreve a refutar la posición del programador:

"con lo que vale una apuesta te hago una promoción en tu emisora, que te ayuda a ti a fidelizar oyentes y a mi a posicionar mi artista. Hasta podemos conseguirnos un aliado estratégico para aligerar las cargas de la promoción, y dar un premio bien ‘jalado’; llevar a un oyente tuyo a un show de este artista, no se que"

El programador, terco e impaciente, interrumpe la propuesta, preocupado porque no ve como cumplir aun su cuota de "apuestas" mensual: "pero es que me están poniendo mucho problema en la cadena por aliados estratégicos, a menos que su aliado me quiera comprar una pautica"

Los dos ejecutivos vuelven a mirarse, entre frustrados y agraviados, pero conteniendo su molestia, actuando con diplomacia, comiendose el bife de chorizo tres cuartos de 50 mil pesos, y pensando qué van a decir en la empresa cuando vayan a legalizar el recibo de la cuenta sin conseguir resultado alguno. El programador arremete con seguridad de vendedor de autos usados de Hialeah:

"miren, la apuesta no es del todo mala…ustedes le dan a la empresa 3 milloncitos, y durante un mes, la empresa se compromete a sonarles la canción 4 veces al día en mi emisora. Cada canción va anunciada por el disc jockey de turno, quien habla no solo del artista, sino del álbum, y empuja al oyente hacia una posible venta. Eso les garantiza una buena rotación durante un mes, además de que estamos poniendo su canción consistentemente y anunciándola cada vez que suene, no está siendo parte del bulto…fuera de eso, créanme que esa canción me encanta"

Cuando la paciencia de uno de los ejecutivos se agota y éste baja el tenedor para mandar a freír espárragos al programador, alguien de la mesa de al lado se mete en la conversación, golpea suavemente el hombro del ejecutivo y con aire de dios griego, habla para toda la mesa:

"mijito, espero que no estés cayendo en este juego de las apuestas, ni que sea la apuesta el motivo de este ameno almuerzo"

"no, no señor, de ninguna manera", exclama el ejecutivo…el de la mesa de al frente es el competidor directo del programador invitado al almuerzo por los dos "disqueros", y el mundo, de esta forma, se convierte en lo que los papás siempre nos han dicho, un pañuelo de diminutas y mocosas coincidencias. "Porque si le vas a pagar 3 millones de pesos a esta cadena para que te suene tu música, entonces en mi cadena vas a tener que pagádmelos a mi también para que te suene, me hago entender?"

"Completamente"

El otro programador, indignado, entra en el juego del intruso, se pone rojo, vocifera y deja de actuar como programador para convertirse en un niño de 10 años, llorón y cantaletoso. Ha perdido la posibilidad de hacer la apuesta. El director de la emisora rival (este sí es un director, reconocido por su talento en emisoras jóvenes durante los pasados 20 años en el país, por su carácter fuerte y a ratos irascible, y por estar siempre en el lugar apropiado en el momento adecuado, como este)paga la cuenta en efectivo, deja la propina, se pone de pie, y le dice a su rival, dándole un par de palmadas en la espalda como consolación "qué tal ustedes, legalizando la payola, este sí ya es el colmo de los colmos"…

Obviamente, nadie se va contento. Todo el mundo busca una sal de frutas en la mesa, y mientras el programador invitado al costoso e improductivo almuerzo se para diciendo "qué tal éste tan metido y tan guevón???", los dos disqueros cogen sus maletas, y con una sonrisa de resignación y por qué no, algo de sarcasmo, se miran a los ojos y se dicen con esa misma mirada: "este mundo de la radio es un pañuelo, parcero".

PD: Un lector escribió a mi email reclamándome que por qué no había escrito  la segunda entrega de CVY. Si la escribí. Y si la quieren leer, pueden hacer clic aquí. El asunto es que al parecer hay nuevos blogs y más posteos continuos en eltiempo.com. Eso es muy bueno por la diversidad de temas y opiniones, pero regular por que ya permanecemos menos tiempo en la página de inicio. Así que como siempre les recomiendo a los verdaderos apasionados de la radio: si no se quieren perder ninguna entrega de este blog, suscríbanse por email aquí.