No hay mucho más que decir. Aunque siempre he alineado en el ala optimista de la hinchada admito que este era el desenlace más obvio a lo mostrado por el equipo a lo largo del semestre.
Aunque los problemas de este Millos versión 2012 están sobre diagnosticados me permito reflejar mi humilde opinión acerca de las razones que llevaron a esta prematura aunque previsible eliminación.
Dirigencia
La terquedad en mantener esa política de topes salariales que a priori puede parecer una medida sana en aras de no despertar celos y envidias entre los futbolistas, es más bien discutible en cuanto a su aplicabilidad al negocio del fútbol. Aunque la comparación pueda sonar casi caricaturesca, no creo que en equipos como el Barcelona o el Madrid los sueldos de jugadores como Piqué o Arbeloa se acerquen medianamente a los salarios que pueden y deben ganar las estrellas del equipo como Messi o Cristiano Ronaldo.
Es apenas entendible y lógico que quienes jalonan las taquillas, dan el espectáculo y hacen ganar los puntos a sus equipos tengan ingresos claramente superiores a los otros integrantes del conjunto. Gracias a estas estrellas de los equipos europeos, sus conjuntos ganan títulos, juegan torneos europeos, generan ingresos en sus equipos que luego suelen ser distribuidos bajo la modalidad de premios entre la totalidad de la plantilla. Es decir, aunque los caciques reciban más sueldos que los indios, son aquellos los que con sus actuaciones pueden poner a aquellos a cobrar dineros extras. Así las cosas, en lugar de traer, por ejemplo tres jugadores de buen nivel con salarios de $50 millones de pesos, prefirieron traer 10 futbolistas mediocres con salarios de $15 millones. Esa lógica matemática no funciona en las instituciones futboleras.
De otro lado, al finalizar el año anterior, el equipo tenía una línea de rendimiento aceptable con una nómina base que venía dando buenos resultados. El DT solicitó a la directiva hacer lo posible por  retener a algunos futbolistas que resultaban determinantes para él. Rafael Robayo, Alejandro Cichero, Flavio Córdoba, y Edison Tolosa hacían parte de esta solicitud, y por imponer su famosa política de topes salariales y de equidad salarial el venezolano no pudo contar con estos nombres. Así las cosas, de una línea base de 13 futbolistas que solicitó el DT el 38% no se retuvo en el equipo para la Liga de 2012, con las consecuencias que ello inevitablemente tendría sobre el rendimiento de un equipo que venía conformado desde el año anterior.
El Comité Deportivo de Millonarios F.C., que supuestamente debe acercar al equipo a los futbolistas que conformarán la nómina, han fallado en un 90% de las contrataciones efectuadas. Futbolistas sin ningún prestigio, con pésimas referencias de su rendimiento futbolístico precedente y que sin embargo fueron traídos al equipo en reemplazo de otros que venían mostrando resultados y compromiso con la institución. Casos como el del Leonardo Castro, suplente de un equipo de segunda división en el Perú; o el de Ignacio Ithurralde, nominado como una de las peores contrataciones en le Liga chilena resultan por llamarlos de alguna forma, aberrantes. Y no hay que ser un genio del fútbol, ni viajar a diversos países para obtener estas referencias. Con solo digitar el nombre de estos jugadores en Google, fácilmente Álvarez, García y Compañía hubieran podido conocer y darse cuenta de que estos nombres no presagiaban un buen suceso en las toldas azules. Sin embargo acá llegaron y, por lo menos en lo que se refiere a Ithurralde, con contrato por dos años!
Richard Páez
Hasta la saciedad se ha comentado que el principal de sus errores fue haberse quedado al frente del equipo a pesar de que evidentemente la dirigencia contrarió sus solicitudes de mantener una línea base y de que no trajeron jugadores de verdadero nivel para reemplazar a los que se fueron.
Además de eso, siempre se le ha criticado su falta de preparación de los partidos, su falta de análisis de los rivales, y su idea de enfrentar todos los partidos con la misma actitud de buscar siempre el arco del frente, sin preocuparse por trabajar un esquema defensivo.
Flavio Torres, técnico del Pasto, tras la victoria de su equipo en el Campín, manifestó a la prensa que tenía bien estudiado a Millonarios, que sus laterales Ochoa y Mosquera iban constantemente al ataque y que los volantes de marca Ortiz y Ramírez por su vocación ofensiva no cumplían adecuadamente con los relevos, por lo que siempre iba a quedar ese callejón por los extremos de la cancha. Fácil, sintético. Y así como él, creo que todos los DT que nos enfrentaron conocían bien la formula.
A eso se suma que nunca se evidenció en la cancha, trabajo táctico para superar el déficit defensivo del equipo. No quise hacer la cuenta pero fueron muchos los goles que nos hicieron con centros al espacio que queda entre el arquero y los defensores centrales. Ni el uno, ni los otros sabían cómo atacar esos balones para impedir que el rival nos cobrara. Así se perdieron muchos puntos.
Las sustituciones durante los partidos tampoco han sido el fuerte del venezolano. Aunque es cierto que los cambios son un tiro al aire y pueden o no resultar, es evidente que fueron más las veces que no resultaron que las que sí.
A mi modo de ver Páez fue errático, confuso y contradictorio en muchas de las declaraciones que le dio a la prensa. En varias de ellas adjudicó la responsabilidad por los malos resultados a sus dirigidos, situación que suele hacer mella en los frágiles egos de los futbolistas criollos, por lo que no tendría nada de raro que el bajón futbolístico de varios de ellos tuviera que ver con una respuesta «involuntaria» a los señalamientos del técnico.
Los jugadores
Fue evidente el bajo nivel de varios de los futbolistas en los que teníamos cifradas las esperanzas de una Liga decorosa. Nelson Ramos «perdió su capa de héroe» por largos ratos. Reconozco que en algunos partidos -como en el del sábado-  conjuró acciones peligrosas en nuestro arco, pero hubo varios otros en los que le llegaban una o dos veces, y las dos terminaban con goles en contra. Adicional a eso tuvo seria responsabilidad en varios de los goles de cabeza recibidos, pues casi nunca sale a cortar centros que por ser cercanos al área chica corresponderían a su dominio. Claro que, como dije más arriba, esta es una responsabilidad compartida con los defensores centrales, y con la falta de trabajo defensivo para conjurar estos acercamientos de los rivales.
Ortiz fue otro de esos futbolistas que estuvo muy por debajo de su nivel conocido. Cuando jugaba con Robayo tenía muchas veces que multiplicarse en su labor de marca por los constantes desplazamientos al ataque del bogotano. Haciendo dupla con Ramírez, como que nunca se pusieron de acuerdo acerca de quién debía acercarse al área rival, pues fueron incontables las ocasiones en las que los dos se iban a colaborar en ataque, descuidando sus labores defensivas.
Ramírez fue un jugador del que se esperaba mucho más. Lejos de aquel jugador fulgurante del Chicó. Nervioso, errático en los pasas, lento, y demasiado frágil a veces. Nunca pudo acercarse al nivel y a lo que ofrecía el año anterior un futbolista como Robayo.
Solo me referiré puntualmente a estos tres casos, pues son estos futbolistas en los que la hinchada más había depositado sus esperanzas. En general el nivel del equipo no fue bueno, destacándose no obstante los casos de Franco, Ochoa, Candelo y Osorio Botello que mantuvieron un mejor nivel de juego y una mayor regularidad a lo largo del torneo.
En los análisis particulares de cada uno, habrá quienes le otorguen mayor o menor responsabilidad a unos u otros, pero es evidente que este semestre nada salió bien.  todas las situaciones se conjugaron de forma negativa para arrojar el triste desenlace que hoy nos tiene fuera de la fiesta de final de Liga, y serán muchos los correctivos que se deben tomar para afrontar el segundo semestre que viene con compromisos internacionales incluidos y la necesidad del equipo de reivindicarse con esta hinchada, a la que lo único que yo tendría para reprocharle es esa fea costumbre de algunos de ir al estadio a «put.ear» cuando las cosas no salen bien.
Cordial y albiazul saludo