Más allá de la derrota, que creo que en las cuentas  del equipo podría presentarse, dolorosa por ser ante el rival menos apreciado (por no utilizar la palabra «odiado») del FPC, lo más grave del partido disputado en una atípica noche de martes, son las bajas lamentables con las que el equipo quedó de cara a los compromisos venideros de la Liga y la Copa Postobón.

Del partido, qué se puede decir?  Se desarrollaba dentro de lo que uno podría llamar normal. Los verdes, atendiendo su necesidad de equipo local mostraban mayores intenciones de ir al frente sin generar mayor peligro durante el primer tiempo. Millos en la tónica que ha mantenido durante el semestre: mucha tenencia del balón sin generar riesgo en el arco del frente. El partido se encontraba controlado y tranquilo a pesar de que Millos sumó en esos primeros 45 minutos la lesión de dos de sus jugadores.

La locura total llegó para el segundo tiempo. Muy temprano en un descuido defensivo, a mi juicio compartido entre Blanco -que reemplazó a Ortiz- y el inefable Jarold, los verdes se fueron arriba en el tanteador. Para colmo de males, tres minutos después Leonard Vásquez vería la tarjeta roja, por meter la mano y, supuestamente, evitar una clara jugada de gol del equipo local.

A las lesiones de Perlaza y «Ganiza» se adicionó la del juvenil Yuber Asprilla que había ingresado al campo en sustitución del delantero caucano. Más mala suerte! Esta molestia muscular se le presentó al habilidoso atacante después del último cambio ordenado por Torres, por lo que no había formas de reemplazarlo. Así las cosas, a esas alturas Millos remaba por el empate en el Atanasio con 9 futbolistas.

Cuando todo se presentaba cuesta arriba, apareció Harrison (literalmente, pues casi no se había visto a lo largo del encuentro) metiendo ese soberbio zapatazo que se coló en el ángulo superior derecho del arco local decretando un empate con sabor a hazaña y heroísmo. Ese gol se sintió como un verdadero bálsamo para aliviar en parte los dolores del parturiento juego que Millos estaba padeciendo.

Pero el árbitro del partido no quería mantenerse al margen del infortunio azul. En una jugada que a mi juicio resultaba normal, le mostró al panameño Torres una segunda tarjeta amarilla – en el primer tiempo le sacó una absolutamente injustificada- dejando al equipo con tres hombres menos -aunque Yuber reingresó a la cancha a dar una mano, estaba en una sola pierna- y a expensas de su rival.

Para acabar de congraciarse con la tribuna, decidió añadir 4 minutos al tiempo de juego, los cuales se convirtieron en casi cinco, hasta que Cárdenas logró embocar el balón en la puerta reciamente defendida por Robinson Zapata.

Con el objetivo conseguido -el del equipo verde por supuesto- el señor Gamarra dio por terminada esta película de suspenso y terror en que se nos convirtió este juego.

Como dije al principio. La derrota no es lo más doloroso del partido de ayer. A las lesiones sufridas por Perlaza, Ganiza y Asprilla hay que sumarles las de Wason, Lewis y Alex Díaz, así como la imposibilidad de jugar por sanción automática de Leonard Vásquez y Román Torres – a quien seguro por ser reincidente le sancionarán con más de una fecha-, y la casi segura suspensión de Candelo por acumulación de tarjetas amarillas. ¡Panorama complicado!

En estas circunstancias adversas el equipo tiene la oportunidad de demostrar si son ciertas o no las especulaciones de rupturas internas. Ahora más que nunca se requiere de un equipo fuerte, unido, monolítico que afronte con seriedad, entusiasmo y pundonor los compromisos que se vienen encima.

Por lo pronto, lo mostrado anoche en medio del infortunio y la desgracia, me permite suponer que no existe tal desunión divulgada por la prensa. Si algo bueno y satisfactorio mostró Millos anoche fue la solidaridad, la garra, la responsabilidad y la vergüenza deportiva con la que enfrentaron las adversidades sufridas.

A pesar de la derrota, las redes sociales, termómetro por excelencia del sentir de las personas, dieron cuenta de un parte de tranquilidad, optimismo y hasta de orgullo por parte de la hinchada albiazul que no cesó de enviar mensajes de apoyo a favor de nuestros jugadores que anoche se batieron como guerreros y estuvieron a punto de traerse un punto de Medellín en contra de las desgracias que el destino nos tenía acumuladas para sufrir en tan solo 90 minutos de juego (98 minutos para ser precisos).

Por último, debo destacar el nivel del portero Zapata quien fue pieza fundamental para mantener la diferencia mínima y las esperanzas de sumar en Medellín, así como la exhibición del viejo Mayer que en medio de las limitaciones propias del equipo, así como las provocadas por las incidencias mismas del juego, dio una muestra de entrega, compromiso y, si se quiere, de amor por la camiseta azul que hoy defiende. No entiendo aún cómo algunos lo critican por supuestamente ser apático en el transcurso de los partidos. Grande Mayer.

A pesar de las vicisitudes sufridas, de los deseos desestabilizadores de hinchas periodistas de los otros equipos, y de la desazón y desencanto que afloran en una buena cantidad de nuestros hinchas, el equipo está más vivo que nunca, a tiempo para corregir, retomar el rumbo que nos llevó a la 14 y encaminarnos hacia la conquista de un nuevo título.

Hoy más que nunca orgulloso de ser de MILLOS y agradecido por quienes me enseñaron la pasión por esta hermosa camiseta azul

Cordial y albiazul saludo