Muy pocos eran los hinchas azules que tras la caída en Tunja conservaban el optimismo de cara a lo que representa el trabajo de Juan Manuel Lillo al mando de Millonarios.

Muchos “hinchas”  incluso, de forma inexplicable y reprochable, en las redes sociales  daban a conocer sus deseos de que el verde antioqueño hiciera pasar a nuestro equipo una vergüenza de marca mayor que hiciera insostenible la estadía del español en Colombia.

Quien escribe estas líneas sostuvo que el de ayer ante el equipo del establecimiento sería el juego para la redención o para el infierno. Una derrota o un empate en casa, ante el más enconado de nuestros rivales en el FPC hubiera tornado la situación bastante poco llevadera para quienes hacen parte de este proceso.

A mitad de semana, y tras la lánguida actuación del equipo en el Campín con derrota incluida frente a Equidad, Juan Manuel Lillo sorprendió a propios y extraños con la plantilla de jugadores que desplazó a tierras boyacenses. En Bogotá, entre otros, se quedaron futbolistas como Robayo, Henríquez, Cadavid, Vásquez quienes venían haciendo parte de la formación titular de Lillo.

Como si esto fuera poco, los habituales que sí hicieron parte de la delegación azul fueron al banco de suplentes, y allí permanecieron más de tres cuartas partes del juego.

Así las cosas, el DT plantó en Tunja un equipo más suplente que alternativo. Tan solo Delgado, Román Torres y quizá Alex Díaz se podrían considerar como jugadores grandes,  rodeados de una buena cantidad de jugadores de los que no actuaron con regularidad en los recientes procesos del equipo.

Aunque el equipo en líneas generales no tuvo una actuación desastrosa y no pasó vergüenzas, sí dejó la impresión de ser un equipo demasiado liviano ante un rival que a pesar de llegar con puntaje perfecto nunca demostró una superioridad avasallante sobre los nuestros. Me quedó la impresión de que con un equipo menos liviano, con dos o tres jugadores más de los habituales, fácilmente nos habríamos traído los tres puntos en disputa.

Incluso antes de que Lillo ordenara el ingreso de Vargas y Dayro, ya Yuber había perdido una opción clarísima de anotar con el arco a su disposición. El gol del local llegó justo cuando los cambios acababan de realizarse y el equipo aún no se reacomodaba sobre el terreno de juego. Millos después de eso tuvo en los pies de Dayro por lo menos dos claras opciones para igualar las acciones. El empate no llegó, y el experimento de rotación de Lillo tuvo un mal desenlace.

La derrota, segunda consecutiva, dejó un mal sabor en la hinchada, y fue caldo de cultivo para que los medios hicieran leña del árbol caído durante los días previos al juego con el equipo verde de Medellín.

El ambiente previo al juego se respiraba con mucho escepticismo en el seno de la hinchada albiazul. Aunque siempre uno va al estadio con la idea de ganar y festejar, muchos creíamos que la tendencia de resultados negativos frente al rival de turno se mantendría.

Lo visto en los dos recientes juegos no alentaban un ambiente de optimismo, si bien la hinchada, como siempre, acompaño masivamente al equipo.

Ya en la cancha el equipo sorprendió a todos desde el mismo pitazo inicial. Los jugadores salieron a dejarlo todo en la cancha con fútbol, con dinámica, con garra, con pundonor, con concentración llevada al extremo.

El esquema táctico era el mismo que creíamos inútil y descabellado, pero esta vez fue perfectamente desarrollado por los futbolistas que saltaron a la cancha del Nemesio. Dayro era el primer defensor desde la misma zona defensiva del visitante; Omar y Mayer aportaban sus virtudes técnicas acompañadas de una buena dosis de sacrificio; Robayo y Vargas cumplieron con creces sus obligaciones de marca dándole al equipo además claridad, orden y acompañamiento en labores de ataque; Alex Díaz hizo una de sus mejores presentaciones desde su regreso a Millos; el Lewis Ochoa de ayer se acercó bastante al de 2012; los tres centrales estuvieron seguros, prácticos, y tuvieron una actuación destacada en el funcionamiento del equipo. Delgado, para mi gusto, pudo haber hecho algún esfuercito para evitar el gol de Cardona, pero en general mostró solvencia y seguridad.

Sería injusto destacar a un solo jugador por encima de los demás, ayer la figura fue el equipo, desde Lillo para abajo. Esperemos que el equipo pueda mostrar el nivel de ayer en cada uno de los encuentros que nos restan por disputar.

De momento, vencer al rival al que se venció, con la categoría y buen fútbol exhibido, le da a Lillo y su proyecto no una bocanada de oxígeno, le da un tanque completo de 100 libras del mejor oxígeno, para que trabaje con tranquilidad, para que prepare el juego del fin de semana en Pasto a ver si se ratifica en el estadio La Libertad la mejoría  buena salud del equipo.

El estadio nariñense históricamente es una plaza difícil para Millonarios, donde a pesar de realizar buenas demostraciones de fútbol, generalmente salimos derrotados. Quizá la tendencia negativa, al igual que ayer domingo, se revierta.

Ganar partidos siempre será bueno, pero vencer al rival de ayer jugando bien y con superioridad siempre será motivo de mayor alegría y orgullo para el hincha azul.

Cordial y albiazul saludo

@azulhstalatumba