A pesar de la derrota en tierras antioqueñas, se puede afirmar categóricamente que Millonarios superó de manera holgada la serie de cuartos de final frente al equipo naranja.

Fue un marcador global de 6-3 a nuestro favor que; si se tiene en cuenta la dificultad que ofrecía un rival que juega muy bien al fútbol y que a lo largo de la Liga permaneció siempre en lo más alto de la tabla de posiciones, así como las inoportunas lesiones y sanciones de jugadores habitualmente titulares en Millos; resulta más que esperanzador de cara a lo que se viene.

Contra todo pronóstico (por como venía la mano hace más o menos un mes), nuestro amado equipo logró posicionarse en el grupo de los mejores cuatro equipos de la Liga.

Lo que viene ahora es la serie semifinal frente a un dificilísimo Deportivo Cali en lo que, para muchos, se constituye en el verdadero clásico del FPC; el clásico añejo, el que en las décadas de los 60 y 70 lograba paralizar al país.

La rivalidad con el Deportivo Cali tiene un sabor diferente a la rivalidad que se pueda tener con los vecinos o con los verdes de Medellín.

Con los primeros, es la rivalidad natural entre dos equipos que, además de históricos, tienen su sede en la misma ciudad, y se ven obligados a compartir el mismo escenario deportivo. Es una rivalidad, no obstante, en la que las cifras globales dan cuenta de una abrumadora paternidad de Millos sobre los vecinos.

Con el verde antioqueño, se considera un partido clásico porque más que rivalidad se maneja una fuerte y recíproca animadversión. Una malquerencia surgida, o cuando menos, incrementada a finales de la década de los 80, por la rivalidad misma entre los carteles del narcotráfico que, lamentablemente, por aquellas épocas permearon al fútbol profesional a todo nivel. Una antipatía que el hincha azul siente desde aquella Copa Libertadores del 89, y que ha ido trascendiendo hacia las nuevas generaciones de seguidores. En este caso la paternidad azul es evidente, pues Millos supera en casi 30 victorias al verde a lo largo de la historia.

Con el Deportivo Cali, en cambio, siempre ha sido la rivalidad puramente deportiva. Entre estos equipos se han disputado los títulos de 1949, 1959, 1961, 1962, 1963, 1967, 1969, 1972, 1978 y 1995-96, más la Copa Colombia de 1962-63.

Las estadísticas muestran una ligera superioridad de los azucareros. Información no oficial da cuenta que de un total de 254 partidos disputados a lo largo de la historia del FPC, el Cali ha logrado 98 victorias frente a 87 triunfos obtenidos por Millonarios.

En la mente del hincha embajador, sin embargo, hay dos recuerdos más o menos recientes que le dan a este enfrentamiento que se viene en la fase semifinal de la Liga, un ingrediente especial, dos episodios dolorosos que el aficionado de Millonarios está ávido de saldar, Dios mediante, consiguiendo nuestro paso a la final del campeonato:

El primero de ellos se remonta a la fase definitoria del campeonato en el año 2003. Millos dirigido por Norberto Peluffo, también contra todo pronóstico, estaba “montado” en su cuadrangular (que compartía con el Cali, Unión Magdalena y Deportivo Pasto). A falta de dos partidos –seis puntos en disputa- necesitábamos tan solo de un punto para acceder a nuestra primera final desde que se disputaban los torneos cortos en Colombia. Aquella tarde del 7 de diciembre el Cali, en jugada postrera y dolorosa, con gol de Milton Rodríguez nos derrotó en el Nemesio, lo que nos obligaba a sumar el punto que requeríamos en una plaza que, como Santa Marta, resultaba especialmente difícil, no solo para nosotros, sino para casi todos los equipos del FPC. El Unión nos derrotó y nos terminó de sacar de la final. Finalmente los azucareros salieron subcampeones de aquel torneo.

Más recientemente, en la presente Liga, por lo que la herida en el alma del hincha azul todavía está abierta, el Cali, cual aplanadora, pasó por encima del equipo de Lunari.

Insúa, de manera tempranera había puesto el marcador a nuestro favor, pero lo que se vino de ahí en más fue la última –y quizás la peor- de muchas pesadillas que Millonarios tuvo que sufrir en el último año.

Aquella tarde fueron cinco goles en contra y pudieron ser más de no mediar la capacidad de Vikonis que tuvo que soportar la andanada de ataques verdiblancos y padecer la increíble incapacidad de sus compañeros jugadores de campo, que parecían fichas de futbolín al lado de los rápidos y ágiles atacantes rivales.

Esta fase semifinal se constituye para el hincha en una oportunidad invaluable de saldar aquellas cuentas pendientes. Seguramente que no será fácil y lo ocurrido en Palmaseca el 1º de marzo de este año debe servir de referencia y de experiencia para el equipo albiazul.

La tabla de posiciones muestra al Cali tan solo dos puntos por encima del nuestro. Millos, por su parte, lo supera en mayor cantidad de goles anotados (42-40) y en mejor gol diferencia (16-13), lo que habla a las claras que las cargas, a estas alturas del campeonato, están mucho más niveladas.

Esta semifinal es, sin duda, la oportunidad de aplicar un bálsamo sobre aquellas heridas que el fútbol propinó como puñaladas en el orgullo del hincha.

Millos, a estas alturas de la Liga, ha demostrado estar al mismo nivel futbolístico de cualquiera de sus rivales. Con los ajustes en la estrategia y la táctica, aplicados por Lunari, logró corregir muchos de los defectos que nos llevaron a sufrir aquella humillante derrota en Marzo, pero el Cali cuenta con jugadores jóvenes y talentosos con mucha habilidad y rapidez, así que el partido habrá que afrontarlo como lo que es: una verdadera final, un enfrentamiento de fuerzas similares.

Serán 180 minutos de pura adrenalina, de dientes apretados, de consumo de uñas (parafraseando a un relator de fútbol). No será fácil, pero seguramente que no es imposible.

Cordial y albiazul saludo

Twitter @azulhstalatumba