¿La clase política de la que el Senador conservador por el Atlántico Roberto Gerlein hace parte, realmente nos representa?, ¿o será más bien que no son los votos de los ciudadanos, algunos libres, otros apegados al mejor postor, o muchos otros amenazados por las armas de grupos irregulares de extrema de derecha, los que ponen y quitan congresistas? ¿La maquinaria política que es amiga de las armas, la violencia en todos sus lenguajes y manifestaciones, apegada a valores ya superados, tiene en nuestra clase dirigente la garantía imperecedera de recursos para hacer de la política un negocio, en el que todos ganan, a excepción de nosotros, los ciudadanos de a pie?
¿Los Senadores y representantes de la Unidad Nacional, no vendrían a convertirse con sus declaraciones desmedidas, sus omisiones calculadas, su astucia en el juego legislativo, una página más en la historia de un país que por apegarse ciegamente a las reglas y formas legales, termina viendo como se reproducen todas las formas de corrupción y violencia?, ¿no será ya hora de empezar a entender y actuar, en vez de creer que el papel de la llamada sociedad civil se limita a la cita de cada cuatrienio para elegir a quienes hacen de los votos de los ciudadanos una feria en la que todo está permitido porque no hay reglas?, ¿y a estas alturas, después de escándalos, payasadas, frases y discursos desgastados y desgastantes, no tenemos suficiente de este Congreso, que de honorable no tiene mucho, y refleja en su propio rostro la podredumbre de algo más de dos siglos de desperdicios politiqueros?
¿No fueron hombres como Gaitán, Galán, Uribe Uribe, Lleras Camargo quienes nos avisaron del peligroso maridaje de poderes de los partidos tradicionales y los primeros gamonales de la minería rústica, el caucho o la banca capitalina?, ¿creemos hoy como ayer que son tan solo una forma vedada de oportunismo y deslealtad con el ciudadano, o con ese pueblo de harapientos, descalzos y patichonetos como gustaba llamar la oligarquía bogotana a los seguidores del líder liberal?, ¿o será que esa chusma gaitanista de ayer, que hoy parece encarnar la Resistencia Indígena del Cauca o el Movimiento de Víctimas de la violencia del conflicto doméstico, son un tímido asomo de dignidad y coraje que grita que no estamos ciegos ni nos quedamos sordos ante la forma ruin como saquean al país y negocian sus riquezas desde el Capitolio Nacional?
Luis Caballero, sin título, galería Garcés Velásquez, 1986
¿O pensara usted que lo que pedimos quienes creemos en un país incluyente, plural, orgulloso de su diversidad, es menos que un despropósito y nosotros una partida de desocupados o malos patriotas porque no trabajamos por sacar adelante este país?, ¿será que la inteligencia debe estar al servicio de lo urgente y no de lo importante?, pero ¿lo importante para usted o para mí es lo mismo que para senadores como Roberto Gerlein, para quien la enseñanza de los valores civiles y dogmas reaccionarios de hace medio siglo, son una prioridad educativa al ver cómo este país pierde el rumbo con medidas como legalizar el aborto en tres situaciones, respetar la dosis mínima de marihuana, o decretar la prohibición del uso de armas? ¿Serán los homosexuales, o los que practican «sexo asqueroso» el problema de este país? ¿Acaso el sexo puede catalogarse como algo «excremental»? ¿Tan mal concepto del cuerpo humano tiene el senador Gerlein? ¿Leyó el proyecto que Armando Benedetti presentó a su Comisión, o vociferó automáticamente al escuchar las palabras «sexo» y «homosexuales»? ¿No le han dicho que el tamaño del hipotálamo no incide en la decisión de acostarse con un hombre o una mujer?
¿Tendremos que regresar a la familia y el ideal de pulcritud intima que rechaza todo goce carnal y convence o adoctrina sobre la conveniencia del sufrimiento espiritual porque en últimas lo que importa es el alma y no el cuerpo, que es su cárcel?, ¿no podemos pensar acaso que las voces desde el pulpito le han hecho demasiado daño a esta sociedad?, ¿tampoco que aquellos que se autoproclaman como defensores de la moral pública son los primeros que la ignoran y violan? ¿Acaso la ética humana tiene portavoz o credo exclusivo y excluyente como lo ha hecho sentir el Procurador Ordoñez, quien todavía piensa que ser homosexual es un pecado y las prebendas burocráticas una herramienta justa para reelegirse en su cargo? ¿Después de más de treinta años como senador, Roberto Gerlein no sabe que se firmó una Constitución en 1991 en la que todos somos iguales? ¿Alguien se ha cerciorado que su hipotálamo sea el de un hombre normal, o al menos suficiente para ser Senador de la República?
Quizás la respuesta a su estupidez pública esté por los lados de la cabeza de arriba, no la de abajo.
En Twitter @ferchosal
Imágenes
1. Miguel Ángel Rojas, «El David», 2005. Gelatinobromuro de plata en color. 1199*100.
2. Ruven Afanador, serie Torero, 2002.
3. Luis Caballero, sin título, galería Garcés Velásquez, 1986.