Nació en 1940 y murió en 1980. Cuarenta años en los que Lennon pasó de ser un pícaro chico de Liverpool, a un rebelde e incipiente intelectual de gafas gruesas y mirada perdida. Primero fue estrella de rock y luego se convirtió en un mito del siglo XX. Este es un retrato de John Lennon a través de cinco momentos de su vida.
El abandono de sus padres
Un marinero borracho (Alfred) y una inquieta jovencita (Julia) se casaron clandestinamente en 1938. Dos años después, en plena Segunda Guerra Mundial, nació su hijo, a quien nombraron patrióticamente John Winston Lennon, en honor a Sir Winston Churchill. Criado por la dulce tía Mimmi, ocasionalmente recibía la visita de su madre, quien le enseña a tocar la guitarra y le animaba en su espíritu creativo regalándole poemas, libros de Oscar Wilde y música. Julia morirá en 1958, Lennon comprensiblemente afectado, se encierra en sí mismo el resto de su vida. A su primer hijo con Cinthya Powell lo llamará Julian. En el Álbum Blanco de Los Beatles hay una bella canción con el nombre homónimo de su madre, Julia “…cuando no puedo cantar con el corazón sólo puedo decir lo que pienso, Julia, Julia”.
“En este momento somos más famosos que Jesús”
En plena beatlemanía, sostuvo una charla con su amiga y periodista Maurieen Cleave. Hablaron sobre la religión, la juventud, la fama. John soltó la frase “en este momento los Beatles son más famosos que Jesús”, que en Inglaterra no causó ningún comentario ni motivó la indignación de la Iglesia Anglicana. Unos meses después, varias publicaciones estadounidenses reprodujeron esta frase sacándola de contexto, iniciando una cacería de brujas que tenía como fin borrar la semilla del mal que Lennon y los Beatles habían sembrado. En Texas, Pensilvania, y todo el sur, cientos de jóvenes y de creyentes erigieron cruces con la efigie de Lennon y en hogueras inmensas quemaron cualquier objeto que tuviese relación con los Beatles, en especial su “blasfemo líder espiritual”. Hasta el Ku Klux Klan -siempre oportunista-, promovió el saboteo de conciertos del grupo por las ciudades del país. Lennon vivió en carne propia la diferencia entre la sociedad inglesa y el intolerante y puritano tejido social norteamericano
Bob Dylan y el primer porro de marihuana
El 30 de agosto de 1964 en la suite del Hotel Delmonico en Nueva York los cuatro grandes de Liverpool conocieron a la estrella fulgurante del folk y poeta de Minnesota, Bob Dylan. Cordial y mordaz, con una aguda inteligencia mantiene un primer diálogo con The Beatles sin mayores sorpresas, es franco al comentar que las líricas de sus canciones son banales, calcadas una de otra, una fórmula fácil para las fans que no tienen ningún filtro para con sus ídolos. Lennon, que escuchaba en sus ratos libres los álbumes de estudio de Dylan, como «The Times They Are a-Changin», y admiraba el carácter político, sofisticado e irónico de sus canciones, conocía muy bien la importancia de Bob Dylan en el movimiento por los derechos civiles y el respeto y admiración de sus letras. Finalmente, esa noche Dylan les da a probar un cigarrillo de marihuana y el efecto inmediato es alucinante, transformador, influye decididamente en sus próximos álbumes y ellos, sobre todo Lennon y George Harrison se convierten en consumidores habituales. De algún modo, la experimentación con alucinógenos y la búsqueda permanente por percibir nuevos estados de conciencia produjeron trabajos de gran envergadura como «Sargent Peppers Lonely Hearts Club Band», en especial la señalada «Lucy in the sky with Dyamonds», y sus accidentales iniciales LSD. Años después, en 1973, un Lennon desolado y agresivo diría que ya no creía en su idolatrado Robert Allen Zimmerman, ni en Jesús, ni Alá, sino en Yoko Ono.
El último concierto
En medio del alboroto por las declaraciones de Lennon sobre que los Beatles eran más famosos que Jesús, el grupo inició su gira de conciertos en los Estados Unidos en el otoño de 1966. Comenta John Lennon en la película Imagine (1988), que no paraban de trabajar durante días y noches consecutivos, «mientras los jóvenes de nuestra edad se dedicaban a divertirse o descansar, nosotros no hacíamos otra cosa que trabajar…». Componían de día, preparaban la lista de canciones en la tarde y ya sobre la vespertina tomaban un trago para distensionarse y preparar el número. Así, el lunes 29 de agosto de 1966 en Candlestick Park de San Francisco fue su última presentación. Fue el cierre de un período en el que tocaron en vivo unas 1.400 noches. Los teloneros fueron The Cyrkle, The Ronettes y The Remains, la asistencia fue de 25 mil personas y el set de canciones duró tan solo 33 minutos.
Anécdotas que van y vienen dicen que entre los visitantes detrás del escenario se encontraban Joan Baez y Mimi Farina, y la ya conocida pléyade de fans y periodistas. John en las entrevistas en los años setenta comentaba en son de burla que lo que más le asombraba de los conciertos era el estremecedor chillido de las fans, que hacía imposible escuchar lo que estaban tocando, «el espectáculo no era nuestra música, sino nosotros mismos, The Beatles…, ¿y qué son los Beatles sin su música?» (Imagine, 1988).
Un par de meses después el director de las películas del grupo (Help, A hard day’s night), Richard Lester, llama a John Lennon para hacer parte de un proyecto cinematográfico que tiene en mente y que finalmente llamará «How I Won the War» (Cómo gané la guerra), basada en la novela del mismo nombre de Patrick Ryan. Una comedia de humor negro, en el que John Lennon personifica al teniente Gripweed, una especie de mosquetero del Ejército Británico de la Segunda Guerra Mundial. Durante seis semanas permanece en Almería, España. Dos detalles sutiles y muy significativos ocurren en este par de meses: Lennon decide cortarse su cabello «hacía abajo», por el mismo Lester, poniendo fin a su estilo mop-top; por otro lado, empieza a usar los anteojos redondos que se convertirían en su sello personal, los mismos que el sistema de salud británico subsidiaba a quienes las necesitase, y que de niño, John detestaba.
Secuestrado en Dakota
Tras varios intentos fallidos John y Yoko tienen su único hijo, Sean, quien por una bella casualidad del destino nació el mismo día de Lennon: el 9 de octubre de 1975. Superadas las desavenencias con Paul McCartney y los demás beatles, John anuncia que se retira de la música para dedicarle todo el tiempo a Sean. Empaca maletas, cierra estudios y pasa los días recluido en su apartamento en Nueva York, en la emblemática zona de edificios de Dakota. Duerme en exceso, no sale mucho, lee periódicos, hace el desayuno a su hijo, lo acompaña al odontólogo, prepara su fiesta de cumpleaños. Es un padre ejemplar, como no pudo serlo con su primer hijo. En 1980 siente la necesidad imperiosa de volver a estudios, se siente apresado por la rutina del hogar. En septiembre comienza las sesiones de Double Fantasy, compone gran cantidad de canciones y las graba en pocas semanas. El álbum salió a la venta en febrero de 1981. Unas semanas antes, la fotógrafa Annie Leibovitz acudió a su apartamento en Dakota para fotografiarlo. La idea de ella era recrear la imagen de la caratula del álbum doble. Horas después de la sesión, Lennon fue asesinado por Mark David Chapman.