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Un día como hoy (8 dic.) hace 32 años en Nueva York fue asesinado John Lennon. Desde ese momento su impronta personal se convirtió en mito y su legado en la voz de toda una generación que se traslada en el tiempo hasta hoy. Lennon vivió y en cierto sentido encarnó las contradicciones y vicisitudes del hombre del siglo XX: de la paz como búsqueda interna a la violencia como sino personal, de la embate de la fama y el dinero a la introspección musical del final de su carrera. Aquí tres momentos (de muchos), pequeñas historias para acercarnos a su figura.

El último concierto

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En medio del alboroto por las declaraciones de Lennon sobre que los Beatles eran más famosos que Jesús, dadas a su amiga periodista Maureen Cleave en Londres,  el grupo inició su gira de conciertos en los Estados Unidos en el otoño de 1966. Comenta John Lennon en la película Imagine (1988), que no paraban de trabajar durante días y noches consecutivos, «mientras los jóvenes de nuestra edad se dedicaban a divertirse
o descansar, nosotros no hacíamos otra cosa que trabajar…»
. Componían de día, preparaban la lista de canciones en la tarde y ya sobre la vespertina tomaban un trago para distensionarse y preparar el número. Así, el lunes 29 de agosto de 1966 en Candlestick Park de San Francisco fue su última presentación. Fue el cierre de un período en el que tocaron en vivo unas 1,400 noches. Los teloneros fueron The Cyrkle, The Ronettes y The Remains, la asistencia fue de  25 mil personas y el set de canciones duró tan solo 33 minutos. Anécdotas que van y vienen dicen que entre los visitantes detrás del escenario se encontraban Joan Baez y Mimi Farina, y la ya conocida pléyade de fans y periodistas. John en las entrevistas en los años setenta comentaba en son de burla que lo que más le asombraba de los conciertos era el estremecedor chillido de las fans, que hacía imposible escuchar lo que estaban tocando, «el espectáculo no era nuestra música, sino nosotros mismos, The Beatles…,¿y qué son los Beatles sin su música?» (Imagine, 1988).

Un par de meses después el director de las películas del grupo (Help, A hard day´s night), Richard Lester, llama a John Lennon para hacer parte de un proyecto cinematográfico que tiene en mente y que finalmente llamará «How I Won the War» (Cómo gané la guerra), basada en la novela del mismo nombre de Patrick Ryan. Una comedia de humor negro, en el que John Lennon personifica al teniente Gripweed, una especie de mosquetero del Ejército Británico de la Segunda Guerra Mundial. Durante seis  semanas permanece en España, en Almería. Dos detalles sutiles y muy significativos ocurren en este par de meses: Lennon decide cortarse su cabello «hacía abajo», por el mismo Lester, poniendo fin a su estilo mop-top; por otro lado, empieza a usar los anteojos redondos que se convertirían en su sello personal, los mismos que el sistema de salud británico subsidiaba a quienes las necesitase, y que de niño, John detestaba.           

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El encuentro con Bob Dylan

El 30 de agosto de 1964 en la suite del Hotel Delmonico en Nueva York los cuatro grandes de Liverpool conocieron a la estrella fulgurante del folk y poeta de Minnesota, Bob Dylan. Cordial y mordaz, con una aguda inteligencia mantiene un primer diálogo con The Beatles sin mayores sorpresas, es franco al comentar que las líricas de sus canciones son banales, calcadas una de otra, una fórmula fácil para las fans que no tienen ningún filtro para con sus ídolos. Lennon, que escuchaba en sus ratos libres los álbumes de estudio de Dylan, como «The Times They Are a-Changin«, y admiraba el carácter político, sofisticado e irónico de sus canciones, conocía muy bien la importancia de Bob Dylan en el movimiento por los derechos civiles y el respeto y admiración de sus letras. Finalmente, esa noche Dylan les da a probar un cigarrillo de marihuana y el efecto inmediato es alucinante, transformador, influye decididamente en sus próximos álbumes y ellos, sobre todo Lennon y George Harrison se convierten en consumidores habituales.  De algún modo, la experimentación con alucinógenos y la búsqueda permanente por percibir nuevos estados de conciencia produjeron trabajos de gran envergadura  como «Sargent Peppers Lonely Hearts Club Band», en especial la señalada «Lucy in the sky with Dyamonds», y sus accidentales iniciales LSD. Años después, en 1973, un Lennon desolado y agresivo diría que ya no creía en su idolatrado Robert Allen Zimmerman, ni en Jesús, ni Alá, sino en Yoko Ono.

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La reconciliación final

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A mediados de 1973 Yoko Ono le dice a John Lennon que la relación está mal y ambos necesitan un respiro para pensar las cosas con calma. Lennon cuenta que se sintió libre y sin compromiso como en sus años de adolescencia y juventud de incognito en Liverpool. «Me había casado muy joven -a los 23 años- y desde ese día hasta hoy, mi estado civil era casado» (Imagine, 1988). Sin embargo, la euforia inicial fue efímera y Lennon inicia un periplo «por las más bajas y deleznable zonas de lo ridículo y pendenciero» señaló Phil Spector en la película Imagine. Lennon volvió a su adolescencia en una especie de parranda itinerante entre Los Ángeles, Nueva York y Houston. Altercados, escándalos, primeras planas de los diarios sensacionalistas, son alarmas sobre el desequilibrio y especie de sin sentido en el que transcurría la vida de Lennon. A este período se le conoce como «The Lost Weekend», en el que, entre otras cosas, John Lennon mantuvo un affaire con su asistente personal, May Pang (según ella, por indicaciones de Yoko Ono).  La solución la conocían todos: John debía regresar con Yoko, pero ella aún estaba con dudas al respecto. Por lo que Elton John y un grupo de amigos comunes planean el encuentro inadvertido de la pareja en el concierto de Lennon y Elton John en noviembre de 1974, en el Madison Square Garden, que marcaba el regreso de Lennon a los escenarios tras un par de años de ausencia. En el camerino se produjo el reencuentro y unión definitiva de la pareja. En la conmemoración del setenta aniversario del natalicio de John Lennon, Yoko Ono reveló a los periodistas asistentes que Paul McCartney hizo parte del final feliz, en un gesto de renovada amistad con su compañero y amigo. «Quiero que el mundo sepa que esa fue una cosa muy emotiva que Paul hizo por John», dijo Ono al final de la entrevista.

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En Twitter @ferchorozzo

Archivo de Imágenes revista Rolling Stone, portal Kien y Ke, Time, Shock.

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