En algunos momentos de la vida nos detenemos a pensar: ¿Qué hemos hecho con nuestra vida? ¿Qué estamos haciendo con nuestra vida? Son momentos en los que precisamos de una reflexión profunda acerca del sentido de toda nuestra existencia.  Son muchas y muy variadas las causas que conducen a este tipo de pares en el camino.  Algunas personas viven esto como una crisis existencial que les lleva a replantearse la vida.  Otras, como un pequeño momento de incomodidad que después de algunos paseos, fiestas o compras, se supera temporalmente.

Bienaventurado el ser humano que en el correr de los tiempos modernos no se encuentra con más frecuencia con este tipo de crisis existenciales.  Y mayormente bienaventurado aquel que sabe sacarles el quite y seguir viviendo como si nada, como si nadie y como si nunca.  Esos que se gozan la vida plenamente en el plano meramente físico y material y a los que las crisis no los envuelve en remolinos que los llevan a aguas profundas difíciles de lidiar y de las cuales uno no se escapa sin dar la batalla adecuada.

Y aquellos menos afortunados de los cuales la vida exige una acción enfocada a solucionar el estado de crisis, suelen caer en diferentes tipos de  estados emocionales, más o menos graves y que deben dar la batalla para lograr la salida.  A estos desafortunados seres, para los cuales la vida tiene otros planes muy diferentes a la realidad de han vivido hasta ahora,  les urge encontrar una respuesta a sus inquietudes no resueltas.

Entonces se inicia el largo camino de buscar ayuda en diferentes medios: práctica intensiva de un deporte, lectura de temas específicos, desarrollo de actividades  de voluntariado, búsqueda interna, desarrollo de talentos no aprovechados, etc.  Todo es válido. Pero aún después de eso, el vacío continua… aún después de un largo proceso de reflexión y búsqueda espiritual, el vacío continua manifestándose en diferentes formas: ansiedad, miedo, vicios, dependencias emocionales, dependencias tecnológicas, tristeza profunda, depresión, problemas con la comida, inseguridades personales, etc.  Se ha escrito mucho acerca de las diferentes causas que producen este tipo de comportamientos en el ser humano.  Hay muchas teorías que se complementan maravillosamente y otras que se contradicen.   Cada persona de acuerdo a su particular visión y momento de vida, puede de manera consciente o inconsciente elegir que tendencia seguir para lograr superar sus problemas.

La experiencia de hacer un alto en el camino y aprender a autoconocerse es maravillosa, algunas veces dolorosa, solitaria, exigente, sin luz al final del túnel, con grandes y continuos altibajos, pero en todo caso es una experiencia que una vez vivida, nos hará personas diferentes, no seremos los mismos. Pero lo más difícil de todo el proceso es investigar acerca de las teorías de lo que éstas viviendo, y efectivamente es fácil encontrar la descripción de lo que ocurre contigo, pues al final de cuentas, recordemos que todos somos uno y ni la raza, la cultura, la edad, la posición social, la religión, nos hacen en esencia diferentes y consecuentemente  susceptibles de enfrentar  problemas similares.

 

La situación se complica, cuando llega la hora de actuar, es decir: ¿Cómo hago para salir de esto? ¿Cómo logro dar el cambio en mi vida que me produzca resultados visibles? ¿Cómo enfrentarme y vencer el miedo y la ansiedad que me esperan en cada esquina del diario vivir? ¿Cómo lograr las metas que siempre he soñado?  Amigos… no existe un remedio universal… a pesar de que todos somos tan universalmente partes de un mismo todo… muchas veces asumimos las situaciones de manera diferente. El cómo es un acto de fe.  Tú continúa con la búsqueda, llénate de paciencia, de amor al prójimo, a la naturaleza y a todo ser vivo que comparte su existencia en este planeta.  En tu búsqueda se te dará que el cómo es de Dios.  El  te abrirá los caminos que sean necesarios para llegar a ti mismo.  Y llegarás, no hay forma de fallar. No sabemos cuándo, ni de qué manera, pero llegarás.  Te lo advertí: no es fácil… pero sospecho que vale la pena.  Estoy en el proceso.  No puedo asegurarles nada, pero como dice mi amada madre cada vez que se encuentra ante una disyuntiva de donde no hay mucho para elegir: “cuando no hay más, con mi mujer me acuesto”.  Iniciamos el camino con la esperanza de salir de las aguas profundas y aprendemos a disfrutar de las vivencias del camino y acrecentamos la fe en un final feliz.