Alcaldía encontró secuestrados y esclavas sexuales en El Bronx. Gigantesco operativo sorpresa con 2.500 hombres intervino el sector ubicado en el centro de Bogotá (SÁBADO 28 DE MAYO DE 2016, 4:00 A.M.)
http://www.eltiempo.com/bogota/operativo-sorpresa-en-el-bronx/16605518
La impresión que a muchos nos quedó al conocer que grupos de menores de edad, niños prematuramente madurados y en una seria disfunción parental y familiar, se adentran en la denominada zona del ‘Bronx’ a participar en una rumba de droga y sexo, es que en Bogotá hay Repúblicas Independientes. Territorios inexpugnables, zonas en las que la autoridad no puede entrar o se hace la de la vista gorda (“y aunque las autoridades conocen de esta práctica, ninguno ha tomado cartas en el asunto”, señala una información de City TV) ante la depravada explotación de muchachos y estudiantes.
El Bronx, y su especie de perversa Zona Rosa (conocida ya amigablemente como “La L”) no quedan en la periferia. No son parte de extramuros. Están a pocas cuadras de la Presidencia de la República y de la Alcaldía Mayor de la capital del país. Por las ventanas de la Casa de Nariño y desde el Palacio Liévano se puede observar la zona, que parece un submundo y en el que miles de personas se consumen cada día en una mezcla de violencia y droga, sexo y delincuencia, mafia y crimen: las calles están tomadas.
Pero solo hasta los primeros días de mayo, y gracias a una nota de City TV, se dieron cuenta que eso pasaba. Oh… Una madre avisa que su hija lleva perdida varios días y que está en el ‘Bronx’. Instigada por una amiga, decidió formar parte de una nueva moda: la rumba en “La L”. Se sabe cuándo entran pero no cuándo salen. Pueden quedarse allá adentro. Embriagadas, drogadas con Popper y cloruro de metileno, abusadas sexualmente.
Trece días dura la niña de 12 años metida en el ‘Bronx’. No se puede entrar a buscarla porque los guardias (llamados “Sayayines” como seres de la manga), son más poderosos que la policía. La noticia parece despertar a las autoridades. El sábado 14 de mayo a las 8 de la noche comienza la incursión y en la madrugada, encuentran a 85 menores en los bares del ‘Bronx’. Es la peor olla de Colombia (Publicado el 22 junio de 2013: “El presidente Juan Manuel Santos dio a las autoridades 60 días para que acabaran con 24 ollas del microtráfico en todo el país. Ese plazo terminó y salimos a las calles para comprobar que en la calle del Bronx y seis lugares más, nada ha cambiado”).
Las situaciones que se han descrito en las informaciones no tienen pies ni cabeza:
Este viernes (13 de mayo), los adolescentes, con edades entre los 14 y 17 años, empezaron a llegar en grupos de hasta 20 muchachos a esos establecimientos desde las 2 p.m. Allí, algunos vendedores informales con libreta en mano anotaban los datos de los menores y les indicaban los establecimientos y calles por los que podían movilizarse dentro del sector del ‘Bronx’ sin ser molestados por las autoridades. Incluso, supuestos cuidadores de carros promocionaban las fiestas y les daban indicaciones a los adolescentes para que fueran a las denominadas ‘farras del Bronx’.
¡Hacia las 8 de la noche comenzó la ofensiva de las autoridades y llegaron los primeros uniformados que empezaron a requerir a los adolescentes que habían entrado al sector horas antes! (los signos de admiración son míos: ¿la autoridad llega después? ¿Cómo encuentra a los jóvenes?)
Con marihuana, cocaína, bazuco, pepas, pegante, ‘popper’ y hasta bisturíes encontraron a algunos de los 85 menores conducidos por la Policía tras los operativos que durante siete horas se realizaron, entre la noche del viernes y la madrugada del sábado en los bares del sector del ‘Bronx’. EL TIEMPO.15.05.2016.
Wilson Alberto Díaz alcalde local de la localidad de Los Mártires, señaló en diálogo con Citynoticias: “Los padres que conocen el tema y se preocupan por sus hijos intentan entrar y no les es permitido”. Las mafias se lo impiden.
Por su parte, voceros del Hospital San Clara, cercano a la calle del ‘Bronx’, señalan que “en un fin de semana pueden llegar entre cinco y diez pacientes jóvenes intoxicados por consumo de drogas”.
“Son traídos por la policía o por los padres y generalmente tienen alteraciones comportamentales, pueden tener delirios y alucinaciones”, dice al medio Marcelo Hernández, médico psiquiatra de ese hospital.
Algunos de los jóvenes que entran de fiesta a la calle del ‘Bronx’ no salen nunca más, o salen luego de ser violados y/o obligados a prostituirse a cambio de drogas. “DEL COLEGIO A LA FIESTA DEL BRONX: UNA MODA PELIGROSA EN BOGOTÁ”, KIENYKE.COM, 11.05.2016
Desde el 9 de julio del 2012 (Jairo Rodríguez) se convirtió en el rector del colegio Agustín Nieto Caballero; solo una pared los separa de la olla ‘Cinco Huecos’, están muy cerca de la ‘L’ del ‘Bronx’ y de barrios como La Favorita, centros del microtráfico en Bogotá.
Esta mole de cemento, que como colegio tiene 40 años de antigüedad pero que tiene más de construido, y sus 1.000 estudiantes conviven con el hampa y la desidia. Adentro del colegio, afrodescendientes, emberá katíos, emberá chamís, ecuatorianos, peruanos y niños de varias localidades de Bogotá tratan de sacar adelante sus estudios.
La jornada transcurre bajo el fuerte vaho a orines, materia fecal y el humo de los consumidores que se cuela por las grietas. “Un día le quise dar estudio a los habitantes de la calle, pero se ponían a consumir y todo el mundo puso el grito en el cielo”, contó Jairo.
La plaza España es el espacio público más cercano. Allí duermen habitantes de la calle. Echan al piso sus cambuches, encima de los desperdicios de las palomas, sin importar que a pocas cuadras el Distrito habilitó el centro de atención Bacatá, donde se les dan toda clase de cuidados. “Allá invirtieron $ 30.000 millones y es una casa arrendada. Todos los días llegan buses con habitantes de otras partes, quién sabe si para justificar el gasto”.
Los andenes se quedan sin ladrillos porque los drogadictos los quitan para rasparlos, convertirlos en bazuco y luego fumarlos.
A los profesores los atracan, a los niños les quitan los tenis y el personal de aseo llega atormentado a trabajar cuando son asustados en la calle. “Logré que un bus que traslada a los médicos del hospital San José me traiga a los profesores al colegio, pero siguen habiendo atracos en la avenida Caracas”, contó Jairo.
Es como si el entorno quisiera envenenar la vida escolar. “¿Que si hay consumo dentro del colegio? Claro que sí, aquí y en el norte, solo que el precio cambia. Aquí hay estudiantes que traen las sustancias”. Lo acepta de frente, dice que negar lo que ocurre es hipocresía, que es mejor buscar soluciones.
La semana pasada hizo un decomiso. De la maleta de un niño de tercero de primaria sacó una manotada grande de droga. Supuso que su hermano mayor la había metido allí para ingresarla sin problemas. No era la primera vez que pasaba. “Qué dolor me dio cuando vi en las noticias los nombres de los policías a quienes yo les entregaba la droga decomisada”. Dice que leyó que algunos estaban metidos en el negocio. “No creo que todos, me resisto a creerlo”, dijo luego de una corta pausa. “ASÍ ES TRABAJAR Y ESTUDIAR EN UN COLEGIO ASEDIADO POR EL HAMPA”, EL TIEMPO, 11.03.2016.
Y hay más. Todo muy parecido. Yo no entiendo bien este asunto. ¿Qué hace ese colegio ahí y en esas condiciones? ¿Por qué intervienen hasta ahora la migración de jóvenes hacia su destrucción?
¿Por qué no se cumplió la orden que el presidente Santos dio hace 3 años?
Todo se ve desde la Casa de Nariño. Desde el Palacio Liévano.
Muy cerquita, a unos pasos, la República Independiente del ‘Bronx’…