Dos hechos marcaron mi primer viaje: la fuerza del campesinado, sin duda alguna, impulsado por las guerrillas, y los comienzos del cultivo de la coca. No es necesario repetir que estos dos factores decisivos desde esa época en la región tienen un origen común: el débil apoyo económico del Estado a los colonos y la exclusión política de sus organizaciones. Las guerrillas reemplazaron las funciones de la llamada institucionalidad, una puerta por donde entró y se fortaleció la insurgencia.
La situación generada por la desaparición de la periodista Salud Hernández ha atraído la atención sobre la región del Catatumbo, permitiendo descubrir cuánto ignoramos de la geografía y la historia de nuestro país y cómo hay áreas que son prácticamente “Repúblicas Independientes”. Es ya inminente el comienzo de un paro, mientras hay un unánime llamado nacional e internacional para que aparezcan sanos y salvos ella y los comunicadores retenidos. Tomando informaciones de aquí y de allá, trataré en los siguientes renglones de dar a los lectores de “Motor de Búsqueda” una visión general de la zona.
La geografía y el tubo
Catatumbo es una región colombiana que se extiende entre la Cordillera Oriental y el Lago de Maracaibo (Venezuela) y ocupa la mitad del Departamento de Norte de Santander, aproximadamente, 1,1 millones de hectáreas. Debe su nombre al río que la cruza, y que nace en el Cerro de Jurisdicciones (3.850 msnm), en el Municipio de Ábrego, y que 450 kilómetros después de irrigar una cuenca de 24.416 km² (el 70% de los cuales son en territorio colombiano), desemboca con un delta precoz en el Lago de Maracaibo, al que aporta el 60% de su agua dulce.
La superficie de este sector transfronterizo es de 4826 km² (el departamento tiene 8.362 km²). Limita con los departamentos de Cesar, Magdalena y Bolívar. Está conformado por 11 municipios: Ábrego, Convención, El Carmen, El Tarra, Hacarí, La Playa, Ocaña, San Calixto, Sardinata, Teorama y Tibú. Este último tiene una gran importancia por su posición fronteriza y porque respecto a su población es la sexta ciudad de Norte de Santander después de Cúcuta (la capital), Ocaña, Villa del Rosario, Los Patios y Pamplona.
Salud Hernández tomó una motocicleta en El Tarra (203 kms. de Cúcuta, 15.560 habitantes según dato de 2013), un municipio relativamente joven, fundado el 26 de noviembre de 1990, legalizando un proceso de colonización en un territorio regado por los ríos Catatumbo, Tarra y Orú. Filo El Gringo (también llamado Filogringo o Filo de Gringo), adonde se desplazó la periodista y donde fue vista por última vez, es uno de los cinco corregimientos (no una vereda) de El Tarra.
A la zona no solo la atraviesa el Río Catatumbo. También el oleoducto Caño Limón – Coveñas, que ha sido un factor de violencia y desangre. Y no solo la ocupan sus habitantes, la mayoría, campesinos. Primero por el petróleo, luego por la marihuana y después por los cultivos de coca –y con el factor inagotable del contrabando–, se han asentado allí las guerrillas de las Farc, ELN y EPL, los paramilitares y bacrim como “Los pelusos”, que hoy se disfrazan de guerrilla y buscan la sucesión de “Megateo”, guerrillero y narcotraficante del EPL, abatido el 2 de octubre de 2015.
De la selva a la coca
Según la página web de El Tarra, “Hasta mediados del siglo XX la región del Catatumbo era zona selvática, húmeda tropical; sus habitantes y dueños eran los motilones. Según las historias recopiladas, en esta selva abundaban los animales salvajes (tigre, tigrillos, caimán, la danta) y animales silvestres (la pava, pajuil, aburrió, gallineta, guartinaja, el venado), ríos caudalosos y se presentaban grandes tormentas eléctricas (esto último los motilones acreditaban a los dioses creían, estar molestos con la tribu). Esta tribu lucha por defender su territorio lo que hoy llamamos El Tarra, lucha sostenida con los invasores blancos que venían desangrando la selva del Catatumbo para transportar el petróleo de Tibú hasta Coveñas; al final los Indígenas cedieron el territorio por la palabra de los misioneros. Entre los años de 1937 – 1939 se inicia la construcción del oleoducto, paralelamente van apareciendo asentamientos de los blancos obligando a los últimos motilones desplazarse hacia la frontera con Venezuela y rivera del río Catatumbo” (sic).
La violencia, pues, es un germen de la zona. En 1905, el gobierno del general Rafael Reyes otorgó al general Virgilio Barco la concesión para explotar petróleo, hulla y asfalto en el territorio barí (motilón – barí). Con motivo del paro campesino realizado a finales de junio de 2013, Alfredo Molano (escritor que, seguramente, disputa con Salud Hernández el haber recorrido con más intensidad y frecuencia el territorio colombiano) viajó a la zona. Me apoyo en su texto publicado en El Espectador: “Recuerdo vagamente la primera vez que viajé por el río Catatumbo desde Filo Gringo hasta La Gabarra. Llegué por Tibú, que era una pequeña ciudad petrolera en plena actividad; la CUT estaba recién fundada (1986) y Lucho Garzón, quien había impulsado su creación desde la Unión Sindical Obrera (USO), era su primer presidente”. Colombia tuvo dos concesiones de petróleo, llamadas por el nombre de sus beneficiarios: Roberto de Mares y Virgilio Barco. Esta última fue cedida a la Colombian Petroleum Company (Colpet), que “como todas las inversiones extranjeras –señala Molano–, no tenía buena imagen desde la masacre de las bananeras en el año 28, y tenía enorme interés en los depósitos de petróleo. Por eso organizó unos años atrás una verdadera cacería de indígenas bari con pandillas armadas gringas para correr la frontera y salvar de las flechas a sus trabajadores. Más aún, desde sus avionetas se lanzaba dinamita sobre poblados de los motilones”.
Vino la violencia de los años 50. Luego “la paz” de Rojas Pinilla. Y el surgimiento de grupos armados campesinos para auto defenderse. Señala Molano que a mediados de los años 60 entró a la zona el ELN. “Desde la Costa Atlántica llegaron los compradores de marihuana y base de coca –reseña Molano–, que estimulaban los cultivos ilícitos y mejoraban sustancialmente la economía campesina y su resistencia política. El cultivo de coca llegó por La Gabarra y rápidamente se extendió por Filo Gringo, Teorama, Convención, El Carmen, San Calixto, El Tarra y Hacarí. El comercio, el transporte, la guerrilla y las autoridades civiles y militares se beneficiaron con la bonanza”.
En 2015, Ecopetrol celebró tres décadas de operación del oleoducto Caño Limón – Coveñas (Caño Limón es un campo petrolero ubicado en Arauquita – Arauca, cerca de la frontera con Venezuela, descubierto en 1983, unido por 780 kilómetros de tubo hasta Coveñas, Sucre).
Estado: sin Estado
La razón del paro, aunque explicada por el acicate de la subversión, tenía según las autoridades un motivo crucial: el abandono del Estado. Molano confirma: “dos hechos marcaron mi primer viaje: la fuerza del campesinado, sin duda alguna, impulsado por las guerrillas, y los comienzos del cultivo de la coca. No es necesario repetir que estos dos factores decisivos desde esa época en la región tienen un origen común: el débil apoyo económico del Estado a los colonos y la exclusión política de sus organizaciones. Las guerrillas reemplazaron las funciones de la llamada institucionalidad, una puerta por donde entró y se fortaleció la insurgencia”.
Un informe sobre la situación de los Derechos Humanos en la región del Catatumbo, fechado en octubre de 2004, señala que el principal factor de violencia, hace 10 años, era la degradación del conflicto armado. Era una aguerrida disputa por las grandes ventajas estratégicas para los grupos armados ilegales por su localización en la frontera con Venezuela, “así como por el paso del oleoducto Caño Limón – Coveñas; la producción coquera, las explotaciones carboníferas, de oro, mármol y caliza, la existencia de corredores que comunican el oriente con el norte del país y la cercanía en el norte con la Serranía del Perijá que provee una salida hacia los departamentos de La Guajira, Bolívar y César”. El ELN tenía el control a lo largo del oleoducto, las autodefensas proliferaban, pero la guerrilla de las Farc era la más fuerte en la región por el cultivo y la comercialización de la coca (la llamada Operación Catatumbo propició la toma de La Gabarra, considerada centro del narcotráfico controlado por las Farc; las autodefensas causaron siete masacres con la connivencia del Ejército).
“Volví a la región 25 años después –concluye Alfredo Molano-; recorrí el trayecto entre Ocaña, El Tarra y Tibú. El EPL, grupo armado que ha sobrevivido a las entregas, a los acosos y a la propia corrupción de sus mandos, conserva su presencia y sus acciones bajo el mando de alias Megateo. Es fuerte en la zona de Convención y se ha especializado, dicen, en ataques a torres de energía. Sus bases sociales son débiles”.
En una segunda entrega de sus notas de viaje, Molano describe el poder de la coca y el planteamiento de crear una Zona de Reserva Campesina. “El Tarra ha sido uno de los epicentros de organizaciones campesinas que desde hace unos cinco años proponen la creación de una Zona de Reserva Campesina (ZRC), figura creada por la Ley 160 de 1994. La administración de Álvaro Uribe archivó la solicitud, mientras aumentaba la erradicación forzada de cultivos de coca por parte de grupos civiles vigilados por la Fuerza Pública, lo que no ha hecho más que trasladar los cultivos de la zona, al punto de que se siembra casi al mismo ritmo de la erradicación con efectos perversos sobre la conservación de la selva, que fue hace apenas unos años uno de los nacederos de aguas que aumentan el caudal del río Catatumbo… La chispa que encendió la hoguera fueron los operativos de erradicación de coca en la región. La razón es sencilla, según los dirigentes del paro: no hay otro cultivo posible que permita al campesino sobrevivir”.
Según las cifras del Sistema Integrado de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci), de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), desde el 2010 se ha presentado un incremento del 238% en la cantidad de hectáreas cultivadas con coca en el Catatumbo. Municipios como Convención, que en el 2006 tenían apenas 15 hectáreas cultivadas con coca, cerraron el 2013 con 999. El Carmen, que en el mismo año apenas registraba 5 hectáreas de estos cultivos, cerró el 2013 con 871. Este incremento, desmesurado, por decir lo menos, ha obedecido a varios factores. El primero de ellos, a la suspensión de las fumigaciones aéreas de los cultivos de coca en el Catatumbo (La Opinión, 31.05.2015).
Marcos Pinto, comandante de la Trigésima Brigada del Ejército, dijo en un artículo para El Colombiano (10.08.2015) que aunque la ONU habla de un incremento del 9% en las hectáreas cultivadas con coca en Norte de Santander entre el 2013 y el 2014, “esto no obedece a la realidad. Lo que vemos en el Catatumbo es un incremento por encima del 45 por ciento, lo que nos llevaría a unas 9.500 hectáreas sembradas con coca en la zona». El ministro del Interior Juan Fernando Cristo reconoció en esa nota que entre las principales debilidades de la región están la ausencia de un tejido social fuerte y de organizaciones sociales que trabajen con el Estado. “La institucionalidad en algunos municipios todavía es muy débil –aseguró–, allí habría que hacer un trabajo de fortalecimiento institucional muy grande”.
Sí. Muy grande. Porque en esta caldera, en la que el actor más débil parece ser el Estado, están hoy Salud Hernández y dos periodistas de RCN Televisión que, ojalá, a la hora que usted lea esta nota, hayan aparecido.
CONSULTAS:
http://www.acnur.org/t3/uploads/media/669.pdf?view=1
http://www.elespectador.com/noticias/nacional/guerras-del-catatumbo-i-articulo-430812
http://eltarra-nortedesantander.gov.co