Como a los computadores, las tabletas y los celulares, debemos cuidar nuestra mente, en donde radica el tsunami de nuestras emociones. Casi como una recomendación de Kaspersky, revisémonos continuamente. Despertemos. Cuidémonos. Impongamos la conciencia contra esos enemigos silenciosos. Dueños de nuestra mente, no dudemos en eliminar el software malicioso. El que daña nuestro funcionamiento como hijos de Dios, como triunfadores.
Esta vida digital que hoy nos rodea y nos domina ha sido creada por la mente del hombre. Su capacidad intelectual ha puesto sobre el mundo una cantidad considerable de aparatos e inventos. Estos no solo han mejorado su vida, sino que la han transformado de una forma incuantificable. Es la Cuarta Revolución que más allá de computadoras, celulares e Internet está cambiando la noción misma del individuo, de sus relaciones y de su forma de ver el mundo.
Pero ese entorno de funcionamiento digital también tiene lecciones para la mente que lo ha creado. Sobre todo cuando entendemos que la función más importante de nuestra mente no es la creación intelectual sino el manejo de las emociones, pues ellas nos dominan y nos impulsan a trazar las sendas de nuestras vidas. Muchas veces con acierto, pero también, en ocasiones, con enormes daños. Para nosotros, para quienes nos rodean, seres queridos que sufren…
Nuestra mente es un campo minado. Puede ser la gran tirana o la loca de la casa o la catapulta que nos lleva a desarrollar todo el potencial que tenemos. Y a vivir felices. Felices de nuestras relaciones en la que prime la paz individual y la construcción de vidas. La felicidad es un objetivo no negociable. Pero si nuestra mente nos gobierna –con su parloteo, con sus fijaciones, con sus obsesiones, con su oscuro mundo de reflejos-, y nosotros no la dominamos a ella, no podremos ser libres.
Nuestra mente, como los computadores, está contaminada por programas maliciosos. Virus. Hacen que nuestras aplicaciones, digamos -como la voluntad, el carácter, la visión de la vida, nuestros puntos de vista, nuestra auto imagen, etc.— fallen sin causa aparente. Es como si empezaran a cerrarse y a enviar mensajes de “error”. Mensajes que muchas veces no entendemos. Que pasamos por alto. Los códigos maliciosos, como cibercriminales, han tomado control de nuestra mente.
Y así, confundimos el apego y la dependencia emocional con el amor, y malogramos nuestras relaciones con personas que tienen buenos sentimientos, como nosotros, pero que también son esclavas de sus mentes. Nuestro ánimo se derrumba, nuestras propias ganar de vivir. Captamos el mundo como un lugar oscuro y perdemos nuestras potencias, nuestras condiciones de triunfadores. Entregamos al drama y al dolor el tesoro de nuestro corazón. Y como ocurre con los celulares estragados, el plan se consume rápidamente. Es decir, la vida se vuelve corta, sin opciones y triste.
La conciencia es un gran anti virus. Lo que ahora se conoce como “Mindfulness”. Poder salirnos de esa maraña de pensamientos –aquellos que, como una tropa caótica, disparan para todas partes, nos mantienen en medio de la bulla y no nos permiten ni oírnos ni Ser-, y podemos meditar. Poner nuestra mente en blanco. Llegar a un estado de no mente. No tenemos que vivir siempre contaminados por ideas y pensamientos que nos hacen funcionar mal y que terminan dañándonos.
Salgámonos de ese estado y de ese huracán, y observémonos a nosotros mismos. Vivamos aquí y ahora. Potenciemos nuestro “YO”, y no permitamos la tiranía del ego, que solo quiere vivir en el pasado y en el futuro. Tiene muchos recursos. Prefiere la forma al fondo. Necesita del drama, del dolor.
Como a los computadores, las tabletas y los celulares, debemos cuidar nuestra mente, en donde radica el tsunami de nuestras emociones. Casi como una recomendación de Kaspersky, revisémonos continuamente. Despertemos. Cuidémonos. Impongamos la conciencia contra esos enemigos silenciosos. Dueños de nuestra mente, no dudemos en eliminar el software malicioso. El que daña nuestro funcionamiento como hijos de Dios, como triunfadores.
La responsabilidad de nuestra vida es nuestra. Nadie va a asumir ni la salvación ni el rescate. Pero podemos pedir ayuda, como los aparatos, “al servicio técnico especializado”. Hay terapeutas, psicólogos, coach. ¡Ayuda! No permitamos que el “malware” se apodere de nuestras mentes. Pero eso sí, como bloqueamos en nuestros celulares ciertos mensajes, alejémonos de personas que nos contaminan y no nos dejan crecer.
Nuestra vida es demasiado importante –porque es nuestra, porque es única y porque es breve, muy breve–, para que no tengamos control sobre ella. Sobre nuestra mente podemos gobernar, si nos lo proponemos. Es un paso importante para lograr la felicidad. No esperemos a que, como con la cuenta del celular, nos pasen la factura y el valor de haber dejado infectarnos sea muy difícil de pagar.
VER:
http://caminoaldespertar.wix.com/caminoaldespertar
ESPERE EL MARTES 12 DE JULIO DE 2016: LAS FUNCIONES «ACEPTAR» Y «SUPRIMIR»