La aprobación de este proyecto es contraproducente, porque se pueden salvar vidas sí, pero no se puede pasar por encima del dolor de los familiares. Ellos podrían especular y decir que los médicos dejaron morir al paciente para utilizar sus órganos, lo que podría llevar a represalias contra este personal. Pueden obligar a la gente a donar, pero si no hay la infraestructura del Estado para hacer llegar los órganos a los sitios donde se requieren, no hacemos nada. Para que la donación tenga impacto, se requiere obligar a las instituciones de salud a alertar a la Red Nacional de Trasplantes sobre los pacientes aptos para donación, para tener contacto oportuno y no dejar perder tejidos y órganos que se necesitan”, Jorge Andrés Erazo, coordinador de donación y trasplantes de la Fundación Valle del Lili.
El 4 de febrero de 2017, los 48.826.771 felices habitantes que tenía Colombia al momento de escribir este artículo, más los que nazcan en estos seis meses, no seremos más los dueños de nuestros cuerpos. Quedaremos habilitados como donantes, si durante nuestras vidas nos abstenemos de ejercer el derecho a oponernos a que de nuestros cuerpos se extraigan órganos, tejidos o componentes anatómicos después de que fallezcamos.
Si la persona ha expresado durante su vida la magnífica voluntad de donar sus órganos, solo ella podrá revocarla, y ni sus deudos y/o familiares podrán hacerlo.
La disposición cobija a los menores de edad. Podrán ser donantes de órganos y tejidos, “siempre y cuando sus representantes legales expresen su consentimiento informado para la donación de órganos y/o tejidos dentro de las ocho (8) horas siguientes a la ocurrencia de la muerte cerebral”.
Para quienes hemos considerado siempre nuestro cuerpo como una habitación transitoria, y pensamos que después de muertos nuestros sanos órganos y tejidos no pueden regalarse mansamente a los gusanos o convertirse en cenizas, la Ley No. 1805 es un avance colosal de la vida después de la muerte.
La lista de espera
La donación de órganos y tejidos está directamente relacionada con los trasplantes y los implantes.
Hace parte de un proceso por medio del cual quien ha fallecido (también hay donantes vivos, por supuesto), entrega un órgano que ya no necesita a alguien cuya vida y bienestar dependen de recibirlo. Riñón, hígado, corazón, páncreas y pulmón concentran las necesidades, pero en la lista aumentan cada día las córneas (ver video del lanzamiento de la campaña “Yo dono, yo trasciendo”, de la Sociedad Colombiana de Oftalmología), los huesos y la piel (es ínfima la donación de piel en Colombia, frente al número de niños quemados, por ejemplo), y entre las células, las hematopoyéticas (médula ósea).
Según la Organización Mundial de la Salud, “el aumento de la renta, la proliferación de los seguros personales y los factores del estilo de vida, sumados a la carga de enfermedades, el envejecimiento de la población, la globalización y la transferencia de conocimientos en la comunidad médica, han aumentado la demanda mundial de trasplantes de órganos”.
España es el primer país del mundo, con 40 donantes por cada millón de personas. En Estados Unidos hay 26. En Colombia, se tiene un dato de 2014 que señala a 7 personas dispuestas a dar vida después de la muerte. Infortunadamente, un dato entregado por El Tiempo el sábado 20 de agosto (ver artículo “Voluntad de donar órganos a través del pase o la cédula”), refiere que son 22,7. Ese es el número de personas que se encuentran en la lista de espera por cada donante.
La lista de espera (Lista de Personas en Espera de Donación – LED)… Solo quienes han estado o están en ella, saben lo que eso representa. Una mujer, un hombre, un niño, una niña… Su vida depende de la llegada de un órgano. El tiempo es angustioso. Al momento de presentarse el proyecto de ley (agosto de 2013), 1245 personas estaban en la lista. A 30 de junio de 2015, había 2266. Cada mes entra a esa esperanza un promedio de 42 personas. La mitad de los pacientes en la lista de espera fallece por la escasez de donantes.
La Ley No. 1805 viene a interrumpir la tendencia que determinaba esa altísima mortandad, y que por fortuna, varió en 2015. Porque cada vez había menos donantes de órganos en Colombia. Para 2010 era de 12,5 personas por millón de habitantes; en 2011 fue de 10,9; en 2012, de 11 y en 2013, de 6,8. Para 2014 se calculó una disminución del 20 por ciento.
En todo caso, Alejandro Niño Murcia, presidente de la Sociedad de Trasplantes de América Latina y el Caribe, señaló que en Colombia el indicador más bajo de donaciones está en la región Caribe. Y que con la baja cultura de donación que existe en el país, en 2013 se lograron hacer 670 trasplantes renales, 189 hepáticos y 89 cardiacos. Durante el primer semestre de 2014 se realizaron 516 (trasplantes) de órganos. Y está el drama: en lista de espera por un trasplante de riñón estaban 1.900 pacientes, de los 28.000 que se encontraban en diálisis.
Cultura de desconfianza
El sistema nacional de salud no está preparado para asumir en todos y cada uno de sus elementos este gran triunfo de la vida (¿lo estará en seis meses? ¿En un año?). Tampoco para derrotar esa gran enfermedad que demuele nuestra vida nacional: la desconfianza.
Porque siempre pensamos que esas grandes cruzadas las infectará la corrupción y/o caerán en la red de las mafias públicas y/o privadas.
La donación de órganos no ha sido ajena a una mitología de recelo. Se piensa que los órganos de nuestros muertos van a nutrir el tráfico malévolo. O que los ricos se saltarán la lista de espera por encima de los pobres.
Sobre ambas sospechas ha habido pronunciamientos. Se asegura que Colombia es ejemplo mundial en el control de tráfico y turismo de trasplantes. Y que estos se hacen, en un 78 por ciento, a pacientes de los estratos uno, dos y tres. Está también ese temor de raíz que sienten los familiares porque luego del proceso le devuelvan su ser querido irreconocible. Ese mito también ha sido desmentido.
Lo que viene
Creo que con esta ley, el país se ha metido de lleno en el propósito de salvar vidas y hacernos conscientes de la decisión que debemos tomar sobre nuestros cuerpos. Una corriente de cuidado corporal puede conducirnos a ser más sanos en una promesa de vidas más largas, sabiendo que eso permitirá la salvación posterior de otras personas.
Pero es una tarea de una enorme responsabilidad. El gobierno nacional está obligado a hacer una minuciosa pedagogía sobre el tema, que ojalá no sea como la del proceso de negociación con las Farc.
Hay que trabajar mucho el papel de la familia, para lograr conciencia a partir de la tranquilidad, vencer miedos y superar creencias religiosas que podrían interponerse respetable pero no válidamente en ese propósito nacional.
Podría pensarse en alternativas como que la persona elija en vida a quienes considera prioritarios en la recepción de sus órganos. También que las familias pudieran conocer a los receptores.
Se le viene encima un gran trabajo al Instituto Nacional de Salud. Pero sobre todo, un gran debate nacional que, hasta donde yo sé, no se hizo antes.
Es cuestión de vida. O de muerte.
En general lo que sucede es que cuando se les pregunta a las personas si desean objetar la donación obligatoria de sus órganos, al momento de la afiliación a la EPS, las personas responden de forma impulsiva y sin la totalidad de la información o el conocimiento médico y simplemente se niegan a dar el consentimiento que aseguraría un órgano para otra persona. El gobierno no puede esperar que por decretar como obligatoria la donación de órganos, automáticamente el 98% de personas que no reciben un órgano a tiempo lo van a conseguir. Lo que en realidad se debería estar haciendo es generar redes y registros voluntarios de donantes de órganos y apoyando estos procesos con más información respecto a los beneficios de donar órganos. No simplemente quitarle la capacidad de decidir respecto a su cuerpo a una persona. Parece terriblemente hipócrita, nos llenamos la boca exigiendo que una mujer tenga capacidad de decidir qué hacer con su cuerpo respecto al aborto pero obligamos a toda la población a donar órganos haciendo casi imposible objetar a la ‘presunción de consentimiento’. http://es.panampost.com/editor/2016/08/10/colombia-por-que-piensa-estado-que-puede-obligarnos-a-donar-organos/
VER
Yo dono, yo trasciendo (Sociedad Colombiana de Oftalmología).
Desde minuto 44
http://www.motor.com.co/actualidad/industria/voluntad-donar-organos-traves-pase-cedula/27146
http://www.trasplante.cl/nuestra-coporacion/noticias/internacionales/316-actividad-de-donacion-y-trasplante-en-el-mundo
https://fee.org/media/4545/reed1203.pdf
http://www.econlib.org/library/Columns/y2006/Epsteinkidneys.html
http://www.econlib.org/library/Columns/y2004/Tabarrokorgans.html
la nueva Ley obligo..si Ud. SE NIEGA POR ESCRITO…a donar luego de muerto..
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y por que te tendrian que descuartizar sin tu autorizacion? ojo al cakero!
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Me parece positivo ayudar a alguien a que se los órganos se dañen. Igual ya no le sirven al muerto.
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Próxima mafia: Tráfico internacional de órganos.
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Me parece que la logistica necesaria para el trasplante oportuno de organos aun no esta bien establecida en Colombia y de la noche a la mañana habra una gran cantidad de organos (si todos debemos desprendernos de lo que aun nos sirva) en espera, luego perdidos. Al muerto lo dejan vacio y mientras a quien necesita el trasplante le falta una firma, una autorizacion, una pagina. Si si, ya se sabe esto del papeleo… hasta para eso.
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