Un corazón endurecido es un corazón que no quiere perdonar. No sabe recibir. No recibe alabanza porque piensa que detrás de ella hay algo oculto, una manipulación. Un corazón endurecido no sabe recibir consejos. Porque piensa que todo es un ataque. Es intolerante a la crítica. Un corazón endurecido es un corazón de piedra. No siente. No llora, no se conmueve, no es sensible al dolor, ni a las necesidades de las personas. No le importa lastimar a la gente.

¿Es la Semana Santa el tiempo propicio para orar, para recogernos en un examen de nuestros actos, para expulsar aquellos pensamientos que nos torturan y sanar el corazón agobiado, para acercarnos al mensaje de Cristo, cuyo sacrificio hace posibles estas vacaciones, y en quien deberíamos renovarnos desde hoy, Domingo de Pascua, cuando escribo esta nota?

Todo parece indicar que no se sabe. Esta temporada alta para el turismo en el país representa cerca del 15% de lo que mueve el sector en todo el año. Las agencias de viajes esperan que sus ventas tengan un aumento superior al 20%, sobre todo en los destinos que tienen sol y playa, los más demandados por los colombianos en estos días. En las cifras de la Asociación de Agencias de Viajes y Turismo (ANATO) les siguen los paraderos culturales y religiosos, con un 13% de participación. Las demás personas tal vez se queden en las ciudades, vacías algunas como esta Bogotá de lluvia, frío y soles mezquinos.

¿Vuelven los viajeros con una alegría espiritual sincera nacida de la introspección y el examen de conciencia? ¿Se acercaron a la palabra del gran protagonista de estos días y antes de precipitarse pastorilmente sobre los templos y presentar sus ofrendas y sus ramos, se reconciliaron con sus hermanos? ¿Practicaron el perdón, que según Hannah Arendt en su libro La condición humana, es el gran descubrimiento de Jesús de Nazaret (“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”)?

¿Abandonaron la armadura del corazón endurecido?

Mensaje de Pascua Florida

Lo cierto es que la Semana Santa de hoy no es ni la sombra de la de otros tiempos. Asunto que no es bueno ni malo. Simplemente es así. La Semana Santa de hoy es diferente. Y los límites del recogimiento e incluso del respeto son más laxos. Gelatinosos. Líquidos, en estos tiempos de individualismo desenfrenado, “en el que nadie es ya compañero de camino de nadie, sino antagonista del que hay que guardarse”, como escribió Umberto Eco sobre Zygmunt Bauman en su libro De la estupidez a la locura.

En los periódicos es difícil encontrar mensajes de espiritualidad. Lejos quedaron las reflexiones dominicales del Padre Alfonso Llano en El Tiempo, acalladas por los rigores de la Compañía y exiliadas, en fin, por el empeño de separar cobijas entre laicos y religiosos. Aunque en este país de contradicciones galopantes y doble moral asentada, el evento más importante y reverenciado de 2017, a pesar de las manipulaciones políticas, es la visita del Papa Francisco.

Yo quise escribir hoy algo sobre el corazón endurecido. Tal vez como complemento a la nota anterior en la que designaba a la indiferencia como el gran lastre de los colombianos.

http://blogs.eltiempo.com/motor-de-busqueda/2017/04/08/despertemos/

Hoy creo que eso es debido, en gran parte, a que se nos ha endurecido el corazón. Han caído sobre él capas intensas de muerte, vergüenza, crueldad, egoísmo, hambre, pobreza, corrupción, robo, expoliación… Heraldos negros que lo han vuelto de piedra.

El corazón endurecido

El tema no es mío. Lo escuché en una plática del pastor Rick Warren. Hablaba de la piel y del corazón. Nuestra piel es débil, sensible. Como la del cocodrilo. Y no se rían. Al saurio le ha tocado cargar con el peso de la insensibilidad, como a los avestruces con el estigma de la cobardía. Y no es así. La piel de este “dinosaurio viviente” es una de las más duras y fuertes, pero es más sensible que la de los dedos de cualquier ser humano. Les permite sentir cualquier vibración en el agua, aún a largas distancias.

Vamos por el mundo con pieles sensibles que nos hacen intolerantes, quisquillosos con el prójimo, rápidos en la agresión, iracundos. Y sin embargo tenemos corazones pétreos, inamovibles ante la compasión, el amor, el perdón y la misericordia. Warren dice que debería ser al contrario.

El resentimiento es el infierno en la tierra. Te tortura, y es una herida infligida a tí mismo. Job 21:23-25 dice, » Hay quienes mueren … rebosantes de salud y de paz… Otros mueren con el ánimo amargado.” (NVI). Es necesario aprender a perdonar, porque el resentimiento va a arruinar tu vida. La cámara de tortura de la falta de perdón es auto-impuesta. Cuando no perdonamos, Dios no tiene que encerrarnos en la cárcel. Lo hacemos nosotros mismos. Nos encerrarnos en una prisión de ira y ansiedad. Ensayamos el daño una y otra vez, y cada vez es más grande y más grande y sigue lastimándonos mucho después de que ha ocurrido. El perdón de Jesucristo es la llave que abre la cárcel. Puede liberarte. Por tu propio bien, debes aprender a perdonar. Rick Warren

Estaba en esas, mirando aquí y allá, meditando 39 versículos de La Biblia que hablan del corazón (“Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida”, “Nada tan engañoso como el corazón. No tiene remedio. ¿Quién puede comprenderlo”), cuando encontré una charla del pastor Andrés Corson, del 19 de marzo de este año: ¿Cómo sanar un corazón endurecido?

¿Qué es un corazón endurecido? Copio (resumido y adaptado) a Corson:

Es un corazón que ha sido pisoteado, herido, lastimado. Y todo esto se inicia en nuestra niñez. El primer sentimiento puede ser de rechazo. Nuestra mamá no quiso tenernos. El momento en el cual llegamos no era el mejor para los papás. Después del rechazo viene el abandono. Y eso endurece el corazón. Luego viene el abuso. Primero, el abuso verbal. Acompañado de grosería. O de palabras necias. Luego viene el abuso físico. Todo eso endurece el corazón. Castigos injustos. Castigos fruto de la frustración de los padres. Y luego viene el peor de los abusos: el abuso sexual. Niños tocados de manera indebida por un primo, un tío o una tía, un abuelo depravados. Todo eso endurece el corazón. Luego viene la traición. Lo que siente un hijo cuando ve que su papá se va con otra. Eso es demasiado duro. No fuimos diseñados por Dios para soportar tanto dolor. Eso endurece el corazón. Un corazón endurecido es un corazón que no confía en la gente. Especialmente en aquellas personas que despiertan o disparan recuerdos dolorosos. Aunque no somos conscientes de eso, algo hace esa persona que me genera una emoción del pasado y dispara nuestras inseguridades. Un corazón endurecido es, también, un corazón resentido. En contra de los papás, del esposo, de los hijos. Es un corazón que juzga a Dios basado en lo que fueron sus padres. Si fueron pobres, Dios es pobre. Si nunca hicieron nada, Dios no hace nada. Si no cumplen su palabra, Dios no cumple su palabra. Un corazón endurecido es un corazón que no quiere perdonar. No sabe recibir. No recibe alabanza porque piensa que detrás de ella hay algo oculto, una manipulación. Un corazón endurecido no sabe recibir consejos. Porque piensa que todo es un ataque. Es intolerante a la crítica. Un corazón endurecido es un corazón de piedra. No siente. No llora, no se conmueve, no es sensible al dolor, ni a las necesidades de las personas. No le importa lastimar a la gente. Y finalmente, un corazón endurecido es un corazón terco y obstinado. Se resiste a oír. Se resiste a cambiar. No quiere aprender. Hagámonos esta pregunta: ¿será que mi corazón es un corazón endurecido?”.

Mensaje del tiempo nuevo

Vivimos tiempos duros. Implacables, confusos. Tiempos de corazones endurecidos. Si a todo lo que menciona Corson le sumamos la desesperanza del país y el desaliento, va a ser muy difícil penetrar ese caparazón de acero. Especialmente porque un corazón endurecido es un corazón resentido, ingrato, anclado en la desmemoria y metido de cabeza en el archivo de las decepciones, del miedo, del orgullo, de la desconfianza. Negado al esplendor del amor y acurrucado en las tinieblas del odio y la amargura.

Ojalá dentro de los 9 millones de vehículos que transitaron las carreteras y que ahora buscan sus orígenes, en los aviones que los traen de la playa y del sol, vengan pasajeros con un corazón trasformado. Grande como el de una ballena azul. Acunados por la felicidad del espíritu y no por llegar rápido o que no los demoren en el peaje.

Algunos de ustedes se han hecho mucho daño, ya sea en esta semana o hace años. Estás cargando con eso. Quiero decirte que tienes que dejarlo ir. No por su bien, sino por tu bien. ¡El resentimiento te mata! El resentimiento es una herida auto-infligida que permite que el pasado de las personas continúe haciéndoles daño hoy. Necesitas dejarlo ir, no porque se merecen el perdón sino porque necesitas seguir con tu vida. Necesitas deshacerte de la amargura, del miedo, del orgullo que te mantienen alejado de escuchar la voz de Dios y de vivir en su propósito para tu vida. Rick Warren.

www.carlosgustavoalvarez.com

VEA

https://www.youtube.com/watch?v=S5MIHX74yP8

http://www.eltiempo.com/cultura/musica-y-libros/tres-joyas-del-libro-postumo-de-umberto-eco-78050

https://www.youtube.com/watch?v=oQJJhNIQOS4