Tenía 7 años cuando los manoseos de Antonio, al que se le dificulta llamar ‘papá’, le inocularon en la piel y en el cerebro la tenaza del miedo del que intenta desprenderse hoy
Es normal en las organizaciones mafiosas que pululan en el vasto territorio colombiano que no ocupa el Estado, combinar sus acciones criminales con la depredación sexual. Por eso no extraña que un aberrado capo del Cartel del Golfo, conocido con el alias de “Gavilán”, en una amplia zona del Urabá atropelle sexualmente a niñas menores de edad entre los 8 y los 15 años.
Pero casi tan preocupante o más, es que las agresiones sexuales contra niñas y niños, que según el más reciente informe de Medicina Legal alcanzan los 48 casos al día en Colombia, se produzcan en el entorno del hogar, en el marco de la vida “familiar”. La violencia intrafamiliar cobró el año pasado 11.767 víctimas, con lesiones y golpes dentro de sus “hogares”. El 33 por ciento tenía entre 15 y 17 años, y en los primeros meses de 2017 ya se habían reportado 1.750 menores violentados.
Hay definitivamente una mala formación de “hogares”, pues en muchos de ellos lo que se incuba es una cadena de victimarios, con “un instinto sexual descontrolado” contra niños e incluso bebés, según la directora de la Fundación Red de Sanción Social contra el Abuso Infantil, Delia María Bedoya.
“Todos tenemos que saber qué es el abuso sexual, explicarlo a nuestros niños. Esto debería ser una cátedra en los colegios, y más cuando está comprobado que el lugar donde más ocurre es en su propia casa, y que su mayor abusador es el papá o un tío”, afirma Delia.
El violador actúa muchas veces con la aprobación y el silencio temeroso de su compañera y con la vergonzosa complicidad de la “familia”.
Perversa forma de dar amor
EL TIEMPO viene publicando dentro de su campaña “No es hora de callar”, una serie de relatos en la voz de mujeres violadas. El viernes 19 de mayo, apareció el valiente testimonio de Betsy Bermúdez Lanchero. “Tenía 7 años cuando los manoseos de Antonio, al que se le dificulta llamar ‘papá’, le inocularon en la piel y en el cerebro la tenaza del miedo del que intenta desprenderse hoy”, describe ella.
Él llegaba borracho.
Y se metía a su cuarto.
Y su mamá no hizo nada para defenderla.
Betsy tenía 15 años cuando murió su mamá. Su papá la convirtió en su mujer. Hizo con ella lo que quiso. Amenazaba con matar a su hermano si ella contaba lo que le hacía.
“Hoy llora al revivir el imperio del miedo al que estaba atada. Y la soledad. Y la familia, que ella siente, le dio la espalda y la dejó a su suerte. Sus hermanos no le creyeron cuando les contó que su papá abusaba de ella. Mi familia decía que no, que yo estaba loca. Pero si lo único que estoy haciendo es darle amor, darle cariño, decía Antonio”.
Los años pasaron. El atropello y el maltrato se incrementaron. Antonio abusó de una amiga de su hermano. Entonces le creyeron. Betsy recuerda que el 27 de noviembre de 2013 denunció al abusador. Que un año después lo capturaron. Lo condenaron a 7 años de prisión por violencia intrafamiliar y a 20 por abuso sexual. Hoy Betsy tiene 27 años.
¿Por qué aceptó dar la entrevista?
“Porque yo sé que en este momento de la vida hay muchas personas que están pasando por lo mismo, que hay muchas mujeres a quienes no les creen, como a mí. Quiero que sepan que nunca es tarde. Que si yo lo logré, otra persona también va a poder. Fui víctima, como les pasa a muchas…”
A ti, a todos, nos pueden destruir en la infancia.
Y quienes lo hacen, pueden ser nuestros padres, también ellos con una infancia arruinada. No tienen la culpa. Es una cadena de infamia que hay que romper.
Hoy escribí del abuso sexual. Del maltrato y la violencia. En otra nota voy a tratar de las cinco heridas del alma que nos impiden ser nosotros mismos. Me baso en el libro de Lise Bourbeau. Cinco heridas y sus máscaras, tan comunes en las “familias”: el rechazo, el abandono, la humillación, la traición y la injusticia.
Nataly Betancourt escribió en “Comunidad Suralá”, una nota sobre la Pedagogía del Amor y ciertos hogares: “La pedagogía en esos hogares estaba llena de agresiones, rigidez y normas hacia los niños que rápidamente debían aprender a obedecer y a adaptarse a estas personalidades duras porque el castigo era el mayor temor de todos. Así que estos hogares se caracterizaron por niños que fueron agredidos física y psicológicamente, niños que al crecer y convertirse en padres encontraron tres opciones de crianza:
- La misma que ellos tuvieron, donde la agresión y el miedo reinaban.
- Lo opuesto a lo que vivieron con sus padres, ser permisivos, dóciles y manipulables para que sus hijos no se sintieran como ellos se sentían de niños.
- Tratar de encontrar un punto medio entre las dos opciones anteriores”.
¿Cuál eligió usted para sus hijos?
¿Qué ha hecho usted para aliviar su cuerpo del dolor y sanar sus heridas de infancia?
VER:
http://www.eltiempo.com/justicia/delitos/no-es-hora-de-callar-apoyando-a-las-victimas-de-violencia-sexual-90364
http://www.eltiempo.com/bogota/mujer-victima-de-abuso-sexual-por-parte-de-su-padre-89886