En un país cuya alta carga de confusión y desaliento ha potenciado las semillas del odio y esparcido la natural maledicencia y la doble moral de nuestra idiosincrasia, resulta alentador encontrar un espectáculo que irradia esperanza y solo merece elogios.
Se trata de “Annie, la huerfanita”, melodrama musical que finalizó su primera temporada en el Teatro Colsubisidio “Roberto Arias Pérez”. Y señalo este carácter germinal del trabajo de “Misi Producciones” en la celebración de sus 30 años, porque ojalá se programe nuevamente no solo en Bogotá sino en otras ciudades del país. Tal es la condición excepcional de esta obra, que limitarla a unas semanas en la capital es encerrar una luz en el cuarto e impedirle que brille en toda la casa.
Esta versión de la producción original de Broadway hace honor a su arraigo en el circuito teatral más afamado del mundo. Es fastuosa más no derrochadora en el despliegue de la escenografía, dúctil en el maquillaje, elegante en el vestuario y sorprendente en la coreografía. Y hasta sus elementos de tramoya y utilería se acoplan a la persistencia de un paciente trabajo, que es en esencia el espíritu sólido de María Isabel Murillo y sus tres décadas en Misi Producciones y Misi Escuela de Teatro Musical.
Por supuesto que “Annie, la huerfanita” refulge apoyada en el valor oro de su elenco y en la calidad de la puesta en escena bajo la dirección de Diego León Hoyos. El desarrollo del libreto va dejando el peso del espectáculo en las intervenciones de Yaneth Waldman, en el papel de “la señorita Hannigan”. Ella se encarga de refrendar su profesionalismo como actriz integral, sin duda, más agraciada para el público en carices divertidos, aún para la patente desgracia de su personaje. Jorge Cao es un actor lucido en la piel de “Oliver Warbucks”, señor intérprete que imparte lección de idoneidad escénica en cada una de sus intervenciones.
Me sorprendieron todos los integrantes del elenco. Espero comprendan la imposibilidad de despacharme en detalles de cada uno de ellos, sobre todo tratándose de este afortunado minifundio de contadas palabras. En todo caso, Juliana Reyes, como “Grace”, y Juan Camilo Castillo, como “El Gallo”, impresionaron mi memoria. Ella es bonita y elegante, con una excelente voz, y logra transitar el escenario con propiedad y atinado estilo. Juan Camilo es versátil en la actuación y en el baile, y creo que tiene, como todos los participantes, un futuro espléndido.
Ese porvenir está cifrado, como es obvio, en las niñas que integran el grupo de huérfanas. La revelación es Carlota López, dotada de una voz notable y una energía arrolladora, que sostiene la continuidad de la historia en el papel de “Annie”. Con semejante talento en corto tiempo habrá equilibrado el impetuoso carácter de su esperanzador personaje con un más versátil despliegue de sus acentos vocales y una más relajada expresión corporal. Sus ocho compañeras de transitorio infortunio son excepcionales. Solo hago una especial mención al gusto que me produjeron Luciana Ramírez (“Molly”) e Isabella Domínguez (“Duffy”).
En fin, gratitud para Misi y todos los integrantes de “Annie, la huerfanita”. Un musical brillante en el que hasta Ogam, como “Sandy”, el perrito, resulta de maravilla.
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