A pesar de que nadie esperaba celebraciones callejeras, no faltaron los comentarios de los corresponsales extranjeros con respecto a la apatía de los colombianos que pudieron seguir por televisión un acto histórico y protocolario, que contó con la presencia del presidente Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño, jefe máximo de las Farc. Ocurrido en Mesetas (Meta), el evento marcó el final del grupo guerrillero como organización armada, tras más de medio siglo de existencia. Comienza la etapa larga, Ricardo Ávila, Portafolio, 28.06.2017.
Visto que ni siquiera el denominado «Adiós a las Farc», su entrega de 7000 armas y su paso a la vida civil movilizan el entusiasmo masivo y contundente de los colombianos ante la perspectiva de un país mejor y en paz, al gobierno solo le queda una carta agónica para despedirse con un aliento de honor: la visita del Papa.
Es posible que, como han asegurado los jerarcas de la iglesia católica, la presencia del sumo pontífice no tenga contenido político. Eso está claro. Pero el buen Francisco, cuya gira comienza el 6 de septiembre y se denomina “Demos el primer paso”, no llega al País de las Maravillas.
Corrijo: llega al País de las Maravillas.
No es otra cosa esta Colombia del siglo XXI. La patria ha comenzado a transitar el penoso camino hacia la celebración de las próximas elecciones, la despedida de Santos y la entrada triunfal de las Farc a una paz de la que deberá hacerse cargo el próximo gobierno. Al que también van a caerle a mansalva todos los compromisos económicos establecidos en estos y en los próximos meses, por la licuadora de los paros o el trapiche de la mermelada. Lo mismo que la implementación de reformas que sacarán de quicio a los agobiados compatriotas, comenzando por la escueta aspiradora tributaria y las bombas de tiempo pensional y de salud.
El presidente Santos saldrá de aquí a dar conferencias sobre el proceso de paz, ante los admirados auditorios que hoy lo aplauden con razón en el exterior. Simultáneamente, la paradoja de su éxito personal se convertirá en un estudio de caso, al confrontarla con su patética impopularidad y su menesterosa gobernabilidad.
No se entiende que nada lo levante y que la celebración de la otrora utopía de terminar más de medio siglo de presencia armada de las Farc no aterrice en un país unido sino en el tinglado de una ciudadanía polarizada, que de no convertirse al milagro de paz que traiga el Papa, va a realizar el próximo año los comicios del odio. Lo que pueda pasar en ese universo feroz y pugnaz que nos lega este mandato, hará francamente irrisorio que el ex presidente sea ¡el Premio Nobel de la Paz!
No quiero entrar en controversias con ningún precandidato presidencial, creo que no me corresponde, lo único que le digo es que los clásicos tenían razón cuando decían que la lucha por el poder, que es la política, infortunadamente saca a relucir lo peor de la condición humana»: Juan Manuel Santos. http://www.eltiempo.com/politica/gobierno/santos-habla-sobre-ruptura-con-juan-carlos-pinzon-103904
En manos del Papa
He preguntado a periodistas, analistas y gente amiga si consideran que la visita papal es el salvavidas de Santos. Y lo planteo así recogiendo las palabras del cardenal primado de Colombia Rubén Salazar: «Qué bueno que la visita del santo padre nos ayude a vencer la polarización política«.
No he obtenido una respuesta positiva. Y mucho menos, contundente. Hay quienes aseguran que la popularidad de Santos no levitará ni con ayuda angelical. Son la mayoría. Otros afirman, sin embargo, que es tan poderosa la presencia de un Papa en cualquier parte del mundo católico, y sobre todo de este modesto y pastoral y latino Francisco, que algo de ese halo de gloria le queda al gobernante de turno.
No así Juan Manuel Santos, que no levanta cabeza. Curiosamente, Álvaro Uribe, su principal contradictor, tiene ahora una imagen más negativa que positiva, lo cual sugiere que nadie sale indemne de la polarización. ¿Cambiará la dirección del viento? Es imposible saberlo, pero todo apunta a que el pesimismo seguirá siendo la nota predominante en el talento de los colombianos. Talante negativo, Portafolio, Ricardo Ávila, Brújula, sobre última encuesta Gallup.
Francisco trae mensajes de reconciliación, como ya se ha conocido en ese despliegue ecuménico que comenzó la semana pasada. Son parte de su idiosincrasia, que El Tiempo dará a conocer en publicaciones desde el próximo domingo. Están basados en la siembra. De fe, de confianza, de paz, de bondad, de justicia. Y por supuesto, en la gracia estelar: la alegría del perdón.
Hay quienes se han preguntado por qué el Papa no va adonde están los pobres de verdad, aunque eso ya es muy difícil de definir en Colombia. Es decir, porqué no va al Chocó, a Buenaventura, a Mocoa. Porqué no celebra una misa en Soacha ó Bosa, en el Barrio Nelson Mandela de Cartagena o en las comunas de Medellín. Salazar ha dicho que en las cuatro ciudades que visitará durante 97 horas aproximadamente, casi el 70 por ciento de ellas en Bogotá, dará la mano a personas discapacitadas, enfermas, ancianos…
Pero también hay que entender que por muy enorme ser humano que sea Francisco, no estamos ante un cuerpo glorioso. “El Papa quería escoger lugares de la periferia, quería ir a Chocó y lo estudiamos, pero las condiciones climáticas no eran tan favorables y corríamos el riesgo de que se retrasara el avión o no llegara –-declaró Juan Álvaro Zapata, secretario adjunto de la Conferencia Episcopal, citado por El Heraldo–. Entonces escogimos Villavicencio, que acoge indígenas, campesinos, que ha vivido la violencia brutalmente, las afectaciones al medio ambiente y que por cuestiones de logística sí es viable que el Papa llegue”.
Celebremos, señores, con gusto
Así que celebremos que Francisco esté aquí. Su visita impulsará la patineta de esta alicaída economía, en su reducido sector formal y en su apabullante cuota de informalidad e ilegalidad, en ese universo de limosneros en que se han convertido calles y centros comerciales. Hay 13 millones 678 mil personas que no trabajan, confirmando la evidente vocación improductiva del país, de la que hablan muy bien tres puentes festivos seguidos, incomprensibles en esta desaceleración.
La confianza de los industriales y del consumidor está por el suelo. La confianza, en general. Y como bien lo escribe José Manuel Restrepo, rector de la Universidad del Rosario, citando a los premios Nobel Kenneth Arrow y Amartya Sen, “la clave del futuro de las economías se fundamenta en la construcción de confianza”.
La atención concentrada en la visita papal distraerá los efectos del rechazo presidencial a la disminución de la edad pensional de las mujeres y a la rebaja del porcentaje de pago en salud del 12% al 4%, que el gobernante prometió para hacerse elegir y que el congreso –en el que los legisladores se ganan más de 4.600 millones de pesos mensuales– le acaba de botar en una muestra de disentería fiscal.
“Es obvio que estas leyes y otras semejantes van a ser vetadas por el Ejecutivo –reflexiona Armando Montenegro–. Así lo ha anunciado el Ministerio de Hacienda. Pero no por ello dejan de ser un desafío al Gobierno. Lo obligan a ponerse como el malo de la película, en contra de amplios grupos sociales, un hecho que mina aún más su escasa popularidad y limita su capacidad de maniobra para enfrentar numerosos problemas”.
Falta ver si en la próxima legislatura se reactiva la aplicación de la Ley del Jubileo y se vuelve a hablar de la liberación de 40.000 personas recluidas en las infames cárceles colombianas.
En esas estamos, Papa Francisco. Así que Su Santidad tiene la desafiante y redentora misión de moverse en un país en el que la siembra de rosas de la paz ha sido sustituida por cultivos de púas en los corazones, “por este ambiente de confrontación terrible que estamos viviendo«, como dice el cardenal Salazar.
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