Hay un chiste cruel. De esos que nos gustan a los colombianos. Un hombre se inscribe a la rifa de una cita para cenar con las 99 mujeres más hermosas del mundo. Y un gorila. Imagínense lo que se gana.
Eso es más o menos lo que le va a pasar al próximo presidente de Colombia. Así el tamaño de los problemas que le quedan y de las dimensiones de los recursos que necesitará para solucionarlos. Económicos, políticos, de apoyo ciudadano, de confianza, de esperanza.
Tendrá que extirpar con medidas extremas y la construcción de un imaginario muy poderoso ese tumor maligno en que se ha convertido la corrupción. Si siguen desenredándose la madeja de Odebrecht (que es solo uno de los nudos gordianos de esa peste en el país) y la maraña de la justicia –sin afectar a los responsables supremos–, el estupor se transformará en indignación vengadora.
Si se continúa con la práctica de cupos indicativos y mermelada venteada… Si de hecho, las campañas políticas no se mueven dentro de la austeridad y la transparencia, y no cambia el mecanismo de financiación presente por las gabelas a los contratistas futuros, vamos a seguir en el lodazal. Y ahí es donde cobra sentido eso de que puede pasar cualquier cosa…
El mandatario tendrá que echarse al hombro el gran logro del gobierno Santos: la paz con las Farc. Pero el renco proceso de implementación de todo lo acordado en La Habana –que tiene avances, pero también incumplimientos de parte y parte– va a ser algo más que un dolor de cabeza. Especialmente en lo económico. En la convivencia.
La nueva administración va a tener que hacer las reformas que no se abocaron en estos ocho años, porque eso representaba tirarle perdigones a la paloma.
Reforma Tributaria, para comenzar. Difícil asunto. Porque tendrá que balancear las aspiraciones del capital y del trabajo, la situación fiscal y la realidad de los prosaicos bolsillos, las expectativas de inversión extranjera y el embate de todos los factores que la están desestimulando.
Habrá que meterle el diente a la salud. Ya no por la orgullosa cobertura, sino porque se gasta más de lo que ingresa. Y porque hay un panorama de iliquidez y de prolapso financiero, que se alimenta día a día con las noticias de EPS a las que el gobierno no les paga y clínicas y hospitales a las que las EPS les incumplen por la misma razón. Reforma a la Salud.
Como esa, el asunto pensional es una “bomba”. El éxodo de cotizantes del sistema privado a Colpensiones ha afianzado el desbalance: el porcentaje del PIB en el presupuesto general ya va colgado con respecto a los pagos. Y crece la audiencia. El Régimen de Prima Media es inequitativo y genera una presión sobre el gasto público. Y la verdad, pone los más grandes recursos a disposición de las mesadas de los privilegiados. Reforma Pensional.
Impuestos razonables con las necesidades nacionales y sociales, acceso sostenible a la salud y ampliación de la opción pensional tienen como base y condición algo que no se ha cumplido: empleo masivo legal y estabilidad laboral. De eso, poco. Así que también habrá que hacer Reforma Laboral.
Recibir una informalidad cercana al 70 por ciento contribuirá a perturbar como huracán el cuatrienio del condenado. ¿Qué digo? Del Presidente que se gane al gorila.
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