El día 25 de este mes se cumplen 35 años del momento en el que el presidente de la república Belisario Betancur convirtió a Colombia en el primer país del mundo en negarse a ser la sede de un Campeonato Mundial de Fútbol.

Aquí, en el país, tenemos muchas cosas qué hacer y no hay tiempo para atender las extravagancias de la FIFA y sus socios”, expresó entonces Betancur en un discurso televisado de 99 palabras. Puso fin a un honor que se consiguió en 1974, y que debía concretarse en 1986. ¿Otra razón? “Porque el Mundial debía servir a Colombia, y no Colombia a la multinacional del Mundial«.

La determinación resultaba tan extravagante como las peticiones de la FIFA. Era la época en que una asignación de esa federación suprema, lo mismo que del Comité Olímpico Internacional – COI convertían a la sede favorecida en una mina de plata, engalanada por la corona de la visibilidad mundial.

Los tiempos han cambiado. Para la muestra, París, que pasó 100 años haciendo fila para que le asignaran los Juegos Olímpicos, y el COI la iluminó con los del 2024. Hoy, sin embargo, las opiniones galas están divididas.

Mientras unos alegan los beneficios evidentes, otros proclaman que los juegos serán exorbitantemente costosos y terminarán en un desastre parecido al de olimpíadas precedentes. Ya se asume como exiguo el presupuesto de 6.800 millones de euros, y se entiende por qué Budapest, Boston, Hamburgo, Roma y Toronto les hicieron el quite.

Y no es solamente por el fracaso de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. En un trabajo titulado «Going for the gold: the economics of the Olympics» («Yendo por el oro: la economía de los Juegos Olímpicos»), los académicos estadounidenses Robert Baade y Victor Matheson evaluaron cuán rentable resulta para las ciudades la organización de la máxima jornada olímpica.

A excepción del superávit de Los Ángeles 1984, todas las justas de la era moderna (desde Atenas, 1896) han sido un pésimo negocio. En Río se sumaron la corrupción del gobierno y de la FIFA, y la agitación social que con un caldo de violencia y delincuencia convirtieron “Um mundo novo”  en “Un mundo de perdas”.

Santa Marta tiene tren…

Las reflexiones son pertinentes a propósito de la realización en Santa Marta, entre el 11 y el 25 de noviembre, de los Juegos Bolivarianos. En la capital del Magdalena, y municipios vecinos, el Estado (Coldeportes) ha construido infraestructura por cerca de 100 mil millones de pesos.

Aquí también venimos de una mala experiencia. Nefasta. Los XX Juegos Nacionales de Ibagué 2015. Están desaparecidos casi 152 mil millones de pesos, enredadas firmas españolas y hay varios capturados por el desfalco. Para colmo de males, los más recientes hallazgos de la Contraloría General de la República ya llegan hasta el Ejército Nacional, por un complejo ecuestre en la subsede Bogotá, en el que se utilizaron dineros de los juegos para desarrollar obras propias. El ente regulador ya denunció irregularidades en el contrato del interventor de algunas obras samarias.

Pero hay otro asunto posterior a esos líos.

¿Qué hacer con los escenarios cuando se acabe el evento? En fútbol, esa inversión se puede aprovechar en los torneos locales, aunque sea con la baja asistencia de los nuestros, como lo demostró la Copa Mundial de Fútbol Sub 20 en el año 2011.

Río está encartada incluso con el mítico estadio Maracaná, que ha sido saqueado y que hoy constituye un monumento a la desidia y al despilfarro. La Villa Olímpica está olímpicamente abandonada…

¿Qué hará Santa Marta después para mantener un Estadio de Rugby (2.105 millones de pesos invertidos hasta ahora), un Patinódromo (4.940 millones de pesos),   una Pista de Atletismo (8.900 millones de pesos), un Complejo de Raquetas (6.997 millones de pesos) y una Pista de BMX (4.715 millones de pesos)?

Parque acuático en Río, seis meses después.

El lujo del deporte

Ojalá la tengan clara. O esa platica se va perder. Y entonces nos acordaremos de Belisario, cuando dijo que aquí había cosas más importantes qué hacer. Aunque de ese envión quedó el Estadio Metropolitano de Barranquilla, donde Colombia casi clasifica para la Copa Mundial de la Fifa Rusia 2018.

Que por su parte, ya tiene su escándalo. El primer Mundial en la Europa del Este  tendrá un costo superior a los 10.000 millones de dólares. Barato. Son 5.000 millones menos que el costo de la Copa del Mundo del 2014 en Brasil. Y ni se diga de los 50.000 millones de dólares que le costó a Rusia organizar los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi.

Según el diario ruso RBC Daily, los ingresos de Rusia por organizar el Mundial de Fútbol 2018 permitirán recuperar tan solo una décima parte de los gastos. La FIFA se embolsará un monto récord de 6.400 millones de dólares.

Mis respetos, presidente Betancur.

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