Termina la “semana de receso” con el broche de oro de un puente festivo y el país sumergido en ese estado de éxtasis  que le gusta tanto y que creo definitivo en el puntaje que nos coloca como una de las naciones más felices de la tierra. Que estuviéramos en días de descanso evitó que el miércoles fuera declarado “Día Cívico”, para celebrar la clasificación de Colombia a Rusia 2018, luego de un partido fofo y mediocre, del que nos salvó una conjunción estelar de resultados ajenos.

Todo lo anterior es posible gracias a que en nuestra patria se aplican dos principios. El primero, la negación de la realidad. Y el segundo, la superposición de las emociones inmediatas sobre la razón a largo plazo en los asuntos económicos, tema que desarrolla con amplitud el profesor Richard H. Thaler, quien acaba de ganar el Premio Nobel de Economía.

Pedagogía del ocio

Esta “semana de receso” parece inventada para un país rico. Según un artículo publicado en la página web del Ministerio de Educación Nacional, autor de la iniciativa, lo que la delimitaría a un ámbito “escolar”, comprende los cinco días hábiles anteriores a la conmemoración del Descubrimiento de América, que todavía lo sigue llamando así la máxima autoridad educativa.

http://www.mineducacion.gov.co/1621/article-125008.html

En este documento de preguntas y respuestas sobre el Decreto 1373 de 2007, que le infundió vida a este recreo, aparece la siguiente perla:

“¿Cuál es la justificación pedagógica y cuáles fueron los motivos para expedir esta norma?

Con el ánimo de generar unos días de descanso similares a los días de Semana Santa, muchos establecimientos privados de Educación Básica y de Educación Superior han previsto una semana que interrumpe el segundo semestre del año lectivo. Han querido ofrecer a los estudiantes un espacio para actividades culturales, deportivas y recreativas que les permite asumir con renovadas energías el trabajo académico. También es posible que una semana de tiempo libre brinde espacios de recreación en familia en diversas regiones para el conocimiento de sitios históricos”.

Lo dicho: parecemos un país rico.

Solamente aquí le inventamos otra “Semana Santa” al segundo semestre. ¿Un espacio para actividades culturales, deportivas y recreativas? ¿Dónde están los planes estatales y privados para absorber creativa y saludablemente a esa masa efervescente de muchachas y muchachos, que en realidad, y salvo que sus familias y padres tengan plata para viajar y recrearlos, se van a pasar la semana sin hacer nada, pero nada útil?

¿Tienen que asumir “con renovadas energías” el trabajo académico? Pero, cómo, ¿ya están cansados, después de unas larguísimas vacaciones de mitad de año en las que los papás no saben qué hacer con ellos, ni ellos con ellos mismos?

Espacios de recreación en familia… Es decir, que la “semana de receso escolar” tiene que ser “semana de receso general”, porque solo con madres y padres en vacaciones se puede cumplir esa lucubración.

De las diversas regiones y el conocimiento de sitios históricos mejor no hablemos…

Y la “justificación pedagógica” no aparece por ninguna parte.

En términos escolares, la semana  es muy colombiana. No es igual para universidades y colegios privados (algunos la toman una semana y otros, otra), y supuestamente, los estudiantes de planteles oficiales no la tuvieron porque la pasaron sentados en sus pupitres recuperando el tiempo perdido por el paro de maestros. Que a su vez, pararon el 12 de octubre.

La dura realidad

Mientras eso pasa, el Fondo Monetario Internacional redujo la proyección de crecimiento de la economía colombiana para el 2017, del 2% al 1,7%. El comercio no levanta cabeza, la competitividad es gelatinosa, la industrialización es deficiente, la informalidad galopante acaba con cualquier perspectiva de equidad y sostenimiento en salud y pensiones,  y el Paraíso económico prometido para el segundo semestre permanece en condición de Purgatorio.

El DANE informa que en agosto, la producción real de la industria manufacturera se contrajo -3,1%. Un año antes había crecido 10%. Misma situación para las ventas (-3%) y el personal ocupado (-1,2%). En la comparación anual de agosto 2016 – 2017, solo 10 de las 39 actividades medidas por el DANE tuvieron un comportamiento positivo.

Colombia se niega a reconocer esa realidad. La forma cómo está concebida la vida laboral y productiva del país no lo lleva a ninguna parte. Engendros como esta “semana de receso” consolidan un imaginario de vacación perpetua, que no se pueden mantener por un supuesto beneficio del sector turístico que tampoco se produce.

La semana de receso es una de las cosas que muestran nuestra irracionalidad económica –escribió Camilo Herrera en la nota “Nuestra economía es muy emocional”, publicada en Portafolio–. No existen fundamentos lógicos, históricos o culturales para tener este intervalo, pero se creó con la idea de hacer una pausa a mediados del semestre, emulando la Semana Santa. La idea se fundamenta en la necesidad del descanso y la diversión, pero olvidó completamente la jornada laboral de los padres y la productividad de las empresas”.

No se entiende…

En Panamá, los empresarios de la Zona Libre de Colón, la más grande del continente americano, lamentaron la decisión del gobierno de declarar día festivo por la clasificación de su selección a Rusia 2018. “En momentos como estos, en los que las afectaciones de la economía nacional han obligado a empresas a cerrar, es cuando más necesitamos de la contribución de todos para llevar adelante la nación”, explicaron.

Vienen dos festivos más en noviembre, el del 8 de diciembre que es viernes y los del 25 de diciembre y el primero de enero de 2018. Para no hablar que aquí la Navidad, que comenzó con la venta de adornos el 1º de septiembre, se inicia legalmente desde el 15 de noviembre.

Tanto receso nos mantiene en recesión.

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