“El coco” de estas elecciones se llama Gustavo Petro.

Va a ganar la consulta llamada “Inclusión social para la paz”, apabullando a un señor Caicedo que se prestó a ese juego. Saldrá catapultado hacia la primera vuelta presidencial, en la que enfrentará, entre otros, a Iván Duque, que necesita vencer ampliamente en la “Gran consulta por Colombia”.

Hay comportamientos previsibles de Petro. Que puede considerarse, en cuanto a la implementación del Acuerdo de La Habana tal y como está escrito, el candidato perfecto del gobierno y de la Farc. Si pierde las elecciones, dirá que se las robaron, precipitando una reacción violenta de sus partidarios. Si gana, se abre para Colombia una grieta de incertidumbre y de sombras.

¿Cómo puede tener esos alcances alguien que sentencia a sus auditorios que “llegó la hora de sacarse el clavo”? “No confío en su juicio ni en sus promesas de campaña –asegura Salomón Kalmanovitz–. Su paso por la Alcaldía de Bogotá dejó las finanzas de la capital seriamente deterioradas… Si así fue manejando un presupuesto de unos $17 billones del distrito capital, ¿cómo será administrando el de la Nación por $236 billones?”.

Hay que decir que Petro es un Frankestein de este sistema. Y que a cada país le va llegando su Petro. En la forma de Hugo Chávez, en Venezuela. De Donald Trump, en los Estados Unidos. Del Movimiento M5E, en Italia.

“Hasta los enemigos de Petro reconocen que su apoyo obedece al rechazo hacia esa clase política tradicional que ha abusado descaradamente de su poder, causando gran daño al país”, explica Cecilia López.

El gran vientre que engendra Petros es una suma de atrocidades toleradas. La inequidad, la corrupción, la inseguridad. Que el país sea el primer productor de coca. La hegemonía de la informalidad que ha hecho fracasar los sistemas de pensiones y de salud. La falta de esperanza de la juventud. Que la educación haya fallado como instrumento de la movilidad social y esa función se la haya tomado el delito. Que existan grandes y fronterizas zonas del país tomadas por las mafias.

El diagnóstico está ahí… mientras miramos para otro lado.

Es por eso que el verdadero, el gran desafío, será para quien le gane a Petro. Tendrá que ponerle punto final a todo eso. Liquidar el Estado botín y parásito, y volver a darle orden y rumbo a esta Colombia. Para que quepamos todos. Y para todos haya futuro.

O de lo contrario, y como asegura Hernando Gómez Buendía, se cumplirá que “con la firma de la paz, Colombia entonces va en camino de convertirse en otro país latinoamericano, desigual y excluyente en grado sumo, gobernado por políticos corruptos y con una juventud sin futuro. Otro país con presidente populista o socialista del siglo XXI”.

La polarización se agudizará ideológica y fácticamente gane quien gane. Moody’s habló de un mandato débil para la próxima administración. Gobernabilidad de gelatina.

Hay que votar masivamente en las elecciones de este domingo. Y en las presidenciales del 27 de mayo, para las que se pueden inscribir cédulas hasta el 27 de marzo.

La gran derrota del país sería que volviera a ganar la indiferencia.

 

VER

http://www.portafolio.co/opinion/cecilia-lopez-montano/un-mensaje-para-petro-analisis-514882

https://razonpublica.com/index.php/regiones-temas-31/10896-petro-temores-desde-arriba-y-esperanzas-desde-abajo-cu%C3%A1l-podr%C3%A1-m%C3%A1s.html

https://www.elespectador.com/opinion/la-contienda-electoral-columna-742526

 

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