Cuando sonreía, su sonrisa era como el hambre de los que tienen anhelos por lo ignoto. Era como polvo de estrellas que caía sobre los párpados de los niños. Y era como un bocado de pan en la garganta. Sonreía como si sus labios quisieran cantar una fiesta de bodas…” Jesús, el hijo del hombre. Jalil Gibrán.
Desde el ocio hasta la oración.
Desde el cumplimiento forzoso hasta el fervor sentido.
Muchas acciones estarán determinadas para 1300 millones de personas del mundo católico por los sucesos finales en la vida de un hombre llamado Jesús.
El Cristo.
Jesucristo.
La conmemoración de esa semana crucial comienzó el Domingo de Ramos, en uno de los pocos pasajes de su vida que figura en los cuatro evangelios.
La multitud recibió al Rey.
¡Hosanna!
Comienzan las interpretaciones contradictorias.
Defraudará a quienes lo consideran el Mesías. El que los emancipará de los romanos.
Viene a enseñarnos el Reino de los Cielos
Rompe el concepto legal y aparente de saduceos y fariseos. Es fulminante su ejecución en el transcurso de la Pascua.
Las vidas de pocos hombres cambiarán tanto y en tan poco tiempo como la de Jesucristo.
la noche de este domingo comenzó la zozobra.
Será traicionado, prendido, azotado, negado, coronado de espinas, vejado, lanceado y crucificado.
El mismo hombre que el Domingo de Ramos es recibido con mantos y ramas de palmera, que se tienden al paso del asno que monta, morirá el próximo viernes.
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Y resucitará el próximo domingo.
La vida, la misión y la eternidad definidas en una semana.
Las imágenes que quedarán en la mente de sus devotos durante 20 siglos son las del dolor total.
Coronado de espinas, cargando la cruz, crucificado.
Cristo sangrante. Cristo doliente. Cristo sufriente.
Su sufrimiento, el sufrimiento, se instalará en nuestras vidas.
Como trovó en su poema Antonio Machado:
“Oh, no eres tú mi cantar
No puedo cantar ni quiero
A ese Jesús del madero
Sino al que anduvo en la mar”.
¿Sonrió alguna vez Jesucristo?
¿Abrazó con amor?
¿Fue feliz?
¿No es hora de desprendernos, con imágenes de amor y paz, de ese sufrimiento que marcó tantos aspectos culturales y personales de las vidas de tantas personas durante tanto tiempo?
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Antonio Machado desconocía que Jesucristo mismo dispuso que se conmemorara su sacrificio, hasta su próximo regreso. Y desconocía que gracias a ese sacrificio redimió a toda la humanidad y, por designio de Dios Padre, es Señor de toda la creación.
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