Los golpes en la puerta del baño sonaban a emergencia.

–¡Papá! ¡No te bañes! ¡Espera!

La voz de mi hija se ahogaba en angustia.

–¿Qué pasa, bebé? –le dije, aterido y desnudo sobre el azulejo, llevándome la mano adonde instintivamente nos la ponemos los hombres: a la manija del chorro.

–¡Mira bien que no haya por ahí un caimán o una culebra!

Yo miré detenidamente en las juntas, como llaman a la coalición entre los baldosines.

–Caimanes no hay –le dije–. En cuanto a las culebras… por eso es que me levanto a esta hora, nena…

Silencio al otro lado.

–En serio, papá, déjate de chistes flojos. Mira bien…

Silencio a este lado.

Miré bien.

–Acabo de encontrar algo…

–¿Qué? –dijo, moviendo el pomo con frenesí–.  ¿Llamo a los bomberos?

–Sapos y lagartos –le dije–. Están por todas partes. ¿No ves que estamos en época electoral? Están alborotados…

–Ja, ja –escuché al otro lado–. Búrlate y verás que te pasa lo que le pasó al Superintendente de Notariado y Registro.

 Lo primero que se me vino a la cabeza es que el súper también debe vivir rodeado de sapos y lagartos…

–Fue terrible, papá –dijo mi hija–. Terrible. ¿No leíste? Estaba con su esposa y su pequeña hija de vacaciones en Semana Santa, cuando se les aparecieron dos culebras… Lograron deshacerse de una, pero la otra los obligó a esconderse y a llamar a los bomberos… Era una boa…

–No –le dije.

–Sí –me contestó–. ¿Y supiste lo del caimán?

–No puede ser. Una calamidad. ¿Dos culebras y un caimán? ¿Dónde estaban, por Dios?

–No… el caimán no estaba en Barichara con las culebras,  sino en Sarasota, Florida. Lo encontraron en una piscina. ¿Te imaginas si no se dan cuenta y se lanzan a nadar?

El mundo se ha vuelto un lugar muy peligroso. Definitivamente. Si hasta Donald Trump va a venir a Colombia…

Y yo ahí, con el frío que está haciendo en Bogotá…

–Celebro que ni al Superintendente ni a su familia les haya pasado nada, bebé –dije desde la baldosa–. Y que nadie se haya lanzado a la piscina con el caimán…

–Es que, imagínate –dijo mi hija–, esa clase de animales en un entorno familiar…

–Bueno, nena, no es tan raro. Daniel Samper tuvo a “Monaguillo”, el león de Santa Fe, en su casa. Era hijo de una leona de Pereira.

–Trasnochadora, querendona y morena… Ya sé.

–Y María Clara Gracia, la famosa periodista y Directora de En Blu Jeans, vivió con una boa constrictor llamada “Pepa”.

–¿Una boa?

–Sí. Cuando vivían en Armero, Don Carlitos, su papá, agrónomo de profesión, la llevó desde el Caquetá para que se comiera los ratones que acababan con los insumos en una bodega del Incora.

–No…

–Sí. Ella estaba muy chiquita…

–¿María Clara?

–No, “Pepa”. Pero comenzó a crecer.

–¿Pepa?

–No, María Clara. Bueno, Pepa también… Después te cuento la historia, ¿vale? ¿Me dejas bañar, nenita?

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