Mientras la nueva negociación con  las Farc sigue su curso, no es extraño escuchar  aplausos, críticas e incluso voces de alertas como la de José Miguel Vivanco, director para las Américas de HRW, quien advirtió que un proceso de paz que renuncie a la justicia, y no incluya castigos efectivos contra los máximos responsables de delitos atroces, dejaría a Colombia expuesta a posibles acciones de la Corte Penal Internacional.

Otros más osados le apuestan al humor, como es el caso de Alpa, un misterioso humorista colombiano que vive exiliado en Canadá, que se dedica a distribuir  en internet sus famosos «Farctoons».  Alpa ha enfrentado amenazas en el ciberespacio porque no oculta sus tendencias políticas y permanentemente divulga sus caricaturas a una gran cantidad de abonados, que se multiplicaron gracias a la movilización Un millón de voces contra las Farc, conocida también como  la marcha del 4 de febrero de 2008, donde colombianos del mundo entero gritaron: Colombia soy yo, no más Farc.

¿Cómo nació su idea de caricaturizar a las Farc?
Durante más de cuarenta años, estos bandidos fueron tomados muy en serio por parte de la opinión pública. Como el temor que habían impuesto se aminoró, finalmente pude manifestar el deseo incontenible de verlos como lo que realmente son: una caricatura que se mofa de los colombianos en todo momento. Somos pioneros con nuestros «Farctoons».
¿Alguna vez fue víctima de las Farc?
Como colombiano, toda mi familia ha sido víctima de esta gente, ahora llamados campesinos exportadores de cacao y paz. Nos acostumbramos a verlos en las carreteras imponiendo su autoridad. Nos acostumbramos a sus crímenes, a sus descaros, a su desmesurado cinismo. Como no hemos podido sacarlos del país todavía, yo me mantengo «lejos de las montañas de Colombia».
¿Qué opina de este nuevo intento de negociación con las Farc?
El «diálogo» con las Farc es literalmente eso, una conversación entre dos. Es una payasada absurda, es una vergüenza más (tal vez la peor de todas) para Colombia.
¿No cree que al hacer tan directos sus ataques a las Farc despierta más violencia?
Es una respuesta (no solo reacción) a tantos años de frustración, como consecuencia de la imposibilidad para transmitirles un mensaje crítico. Ahora disponemos de un espacio para expresar, sin temor, nuestra opinión sobre estos cínicos personajes. Antes parecíamos unos mansos ‘borreguitos’. Hoy se multiplican los blogs y portales con corte satírico. Mediante nuestros mensajes, expresamos a las Farc que no los queremos.
Si es tan crítico, ¿qué solución propone para la negociación de este conflicto de más de 40 años?
Continuar cien por ciento con el trabajo de Uribe (con o sin él). Con estos personajes, el diálogo civilizado ya no tiene cabida y todo aquel que así lo exprese es o muy ingenuo, o un descarado oportunista. Es absurdo sentarse a negociar con un grupo de criminales para pedirles que no maten, no secuestren, no extorsionen o no trafiquen. Eso no se negocia.

¿Qué personaje de las Farc es más fácil de caricaturizar?
En general todos son fáciles de caricaturizar. Los guerrilleros y cualquiera de sus amigos. No hay que ser muy inteligente para constatar las constantes incoherencias en que viven, y eso ya es, de por sí, una caricatura.
¿Usted participa en política desde el exterior?
Para participar en política no hay que ser un político. En el lugar en que me encuentre, siempre seré colombiano, y como tal, opino, voto y me solidarizo con mi gente. Esta es la mejor política.
¿Usted cree que los colombianos están preparados para la paz?
Los colombianos sí estamos preparados para la paz, pero presupone un cambio colectivo de mentalidad (orientado al pacifismo). Soy pesimista en este aspecto, creo que faltan un par de generaciones para que dicho cambio se pueda consolidar.
¿Cómo presentaría usted a este grupo guerrillero en la mesa de negociación?
Simple: Mostrando con exactitud cada acto de barbarie que cometen. Los hechos son suficientemente poderosos como para no demandar mayor análisis. Finalmente, los exhortaría a que produjeran la segunda parte del documental Nosotros no sembramos coca.