Cada individuo guarda en su interior su propio paisaje. Recorrer las inmensas llanuras del pacifico, sus enigmáticos manglares, su vegetación, sus costas y observar la imponencia de la Cordillera de los Andes que custodia celosamente la apacible amenaza del volcán Galeras, ha sido una vivencia única que ha inspirado al artista Carlos Santacruz a expresar sus más íntimos sentimientos a través de la pintura.
Poseedor de un estilo propio, que él mismo define como un costumbrismo modernizado, Santacruz estudió en la Escuela de Bellas Artes de Nariño y desde muy temprana edad el pincel fue su mejor confidente. La cultura, mitos y tradiciones de su tierra natal Pasto, son fuente inagotable de su imaginación , pues ha logrado transformar en arte el entrañable paisaje nariñense, el fervor religioso, el respeto por la fuerza de la naturaleza y la pureza de los niños de los Andes.
¿Qué lugar ocupa su obra en el arte Colombiano?
Santacruz universaliza la provincia. Soy un pintor del interior del paisaje, con la vivencia de su gente, conozco sus costumbres, sus personajes, el entorno y este paisaje tan rico de Colombia me ha dado una proyección dentro de mi obra, pues he descubierto la pintura precolombina, las leyendas andinas , toda esa veracidad, el colorido son los protagonistas de mis creaciones. Este taller es más realista, más positivo, de mayor inspiración, es lo que verdaderamente lo nutre a uno, porque el taller de los espacios cerrados, de los simples pinceles, con colores ya es el oficio.
Hay pintores de oficio pero sin talento. El pintor debe saber cómo y por qué. También hay mucho pintor teórico, de mucha teoría, pero en su obra no dice lo que quiere plasmar específicamente, no ve ese lenguaje, eso se quedó para los escritores. El pintor debe ser plástico y no exclusivamente de oficio.
¿Qué papel juega la religión en sus pinturas?
Tengo una serie religiosa porque toda la provincia, está impregnada de nuestra cultura que es muy religiosa, se ve en los cultos. Para mí es muy respetable, es un motivo de inspiración ver esa fe y devoción en las personas que se complementa con las festividades que son muy alegóricas, que tienen una parte religiosa y otra festiva. Ese contraste me apasiona también para llevarlo a la obra, pero dentro de un concepto moderno, no dentro de la estampa convencional religiosa sino con un sentimiento propio de mi obra.
¿Qué simbolizan los niños en su obra?
Los infantes de los Andes tienen una característica muy real para mí, yo trato de representar su rubor, su timidez. Algunas personas me dicen que tienen un reflejo de tristeza o de nostalgia, pero yo no pinto la tristeza porque no la siento. Lo que siento es que es un niño tímido, pero es cuestión de segundos esa timidez, sólo cuando se presenta ante los demás, luego si le dan confianza, son personas muy agradables muy sociables. Pinto el rubor de esos niños que representa la ternura y la esperanza.
El paisaje andino es otro personaje que no abandona su caballete. ¿Por qué se empeña en representarlo de tantas maneras?
Veo el paisaje interior, es un paisaje que siento, no lo veo fotográfico, porque no lo vivo como una fotografía, si lo hiciera así, ya llegaría a una ilustración. He visto muchos paisajistas contemporáneos y también una retrospectiva de años muy atrás que no han conservado, ese paisaje realista le pertenece a la fotografía, esa composición o renacimiento técnico. Yo supero la fotografía, porque mi paisaje es personal, en eso es que lo he modernizado. Una limpieza tanto en el color como en el contraste, en la composición, yo diría inspirado en mi región y no quiero llegar al paisaje ilustrado. Salir con el caballete para sentarse a pintar, respetando a los impresionistas que manejaban otro concepto, para mí no es lo mejor. La vivencia de ese paisaje exterior me nutre. Celebro esas festividades, paisajes y eso me enriquece a mí, no tomo apuntes, los apuntes los llevo en la memoria y cuando sale esa verdad sale ese colorido, ese amor, esa pasión.
¿A qué edad hizo su primer dibujo?
Comencé a trabajar desde que tuve uso de razón, fui muy afortunado porque desde niño comercialicé mi arte. Yo llevaba a mis compañeros de estudio del jardín mis dibujos, caricaturas y ellos me daban de su lonchera o me pagaban con monedas. Hasta ahora soy un artista que sobrevive del arte, haciendo lo que me gusta.
¿Cómo ha sido su evolución artística?
Me concienticé de todas las técnicas en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Nariño, eso me dio la formación académica, pero la libertad la adquirí cuando salí de la academia y rompí con ese esquema. A veces es muy difícil porque hay personas que se quedan con ese formalismo entonces para ser libres, independientes tienen que volver el arte personal, aunque deben tener conocimiento, ilustración de los cánones de las teorías del color, de perspectivas, eso me ha enriquecido mucho.
¿Y cuándo dio ese salto a la escultura?
La escultura la vengo trabajando desde hace once años, es muy reciente. Siempre me gustó moldear las formas, pero lo que no ha sido complejo es la fundición, porque no puedo tener un taller de esos, entonces uno tiene que estar supervisando y es muy complejo, muy difícil. La escultura que ves aquí, » La niña del Carnaval» representa la vendedora de sonrisas, es una niña de provincia que baja a la ciudad y trae sus artesanías que son sus máscaras. Dentro de mi evolución, es muy importante para mí lograr en la escultura la expresión de mi pintura, no me desconecto. Es el mismo lenguaje, la misma expresión.
¿En qué se inspiró representar la expresión de los niños?
Me inspiré en una leyenda. Cuando tenía cuatro años, me fui como de costumbre a pasar las vacaciones en nuestra finca en el Cebadal en Pasto, tierra de trigales. Nuestros padres solían decirnos una historia para que estuviéramos en la casa temprano: En el campo se aparecía un duende que era un niño de cinco años, era un ángel que se quedó penando entre el cielo y el infierno. A partir de las cuatro de la tarde se aparecía a los niños que encontraba fuera de la casa y los encantaba, a media noche los miraba, los llamaba y los bañaba en las chorreras de agua del campo. Con ese temor uno se regresaba temprano a la casa y recuerdo que en el pueblo había ciertos personajes como tontos, extraños, entonces decían que ellos habían sido encantado por los duendes.
En otra de sus obras, usted pinta los sombreros en actitud de reverencia, mirando hacia abajo ¿por qué?
Yo represento la fe andina, dentro de un concepto, de un paisaje muy moderno, pero sigue teniendo esa música interior andina y esa fe de nuestra gente que es muy religiosa.
¿Tiene algún significado la presencia del color negro en sus obras?
En mi paleta no tengo un color preferido, todos tienen la misma prelación y cuando dejo un color por fuera, me produce mala energía, no puedo omitir ninguno, así me haya programado. Todos los colores son importantes, si dejo de utilizar un color, se presenta justo el momento en que lo necesito. Para mí los colores tienen espíritu, magia, es una visión que tengo para trabajar así sea un claro oscuro, un blanco y negro, la presencia del color me da mucha seguridad. Algo que identifica mi obra es el colorido, un color libre donde existe el negro con presencia del blanco, el rojo, etc, No hay negación del color. Todos los colores enriquecen en mi obra.
¿Qué le inspiró para pintar mural Tierra Iluminada?
Es un resumen de mi obra. Tiene toda la costumbre, nuestro paisaje de la sierra, con las muchachas, la laguna Sindamanoy de Nariño, los volcanes de nuestra cordillera central, nuestros nevados, el cóndor, tiene la cultura Quillacinga que es pre colombiana de esta región. Tiene la oración de los espantapájaros, los cegadores, hay una riqueza muy importante de la sierra y la figura central es una niña que está representada con una máscara con una aureola de la cultura de la sierra, de la cultura Tumaco. Al costado izquierdo el paisaje de la cultura del pacifico los chamanes, la fiesta del currulao, muelles primitivos, rústicos, calles de maderas dentro del mar, puertos libres, bahía, muy nuestras, las gaviotas, el atardecer… Hago una síntesis de nuestra cultura y paisaje.
¿El volcán Galeras ha tenido alguna relevancia en su obra?
El Galeras es fuente de mi inspiración. En muchas de mis obras lo he dibujado, en este momento no lo tengo en mi galería, pero ha sido una temática muy importante que he realizado, pues he logrado representar el volcán en la dimensión que tiene y el culto que le rinde el nariñense.. He estado muy cerca del volcán Galeras y es otro universo, genera mucho respeto.
Finalmente, ¿Qué ofrece el Centro Cultural Santacruz?
Si el público no puede obtener un cuadro original, entonces compra una litografía, como se hace en los museos del mundo. Tenemos toda clase de accesorios como mugs, porta lápiz, tarjeteros, hay suvenires muy exclusivos para perfumería, guardarropas, etc