En Twitter: @NataliaGnecco
Antes de salir el sol, el cantar de los gallos anunciaba  otro caluroso día dedicado a sortear la escasez de forrajes en su  finca a causa del verano. Atrás quedaron las alegres madrugadas cuando se levantaba tempranito a ver las vacas  ordeñar, pues el fenómeno de El Niño de esta época del año, le ha robado ese deleite al pulmón de oro, Tomás Alfonso «Poncho» Zuleta.
Poncho representa  una de las voces más destacadas del vallenato tradicional y parrandero. Sin embargo, su amor por la tierra le hace llevar siempre dos sombreros: artista y  ganadero. Con la misma agilidad que se sube a una tarima para cantar su amplio repertorio, se dobla los pantalones para atravesar los resbalosos potreros cargados de abono   y velar por la fumigación del ganado  en su finca Mi Salvación, en Astrea (Cesar).
El hijo del Viejo Emiliano hizo sus primeros versos a los siete años y  cuentan que se los dedicó a su hermana Carmen Emilia. A pesar que el  tiempo ha pasado desde que  empezó a mostrar sus dotes de cantautor y  se convirtió en un ídolo del vallenato, su potente voz permanece intacta, ante el asombro de su fanaticada. Dejando a un lado  todos los quehaceres de su finca,  Poncho responde a mi llamado diciendo: «No pude asistir a la  celebración del  natalicio de mi papá, porque estaba en el exterior. Fue un evento muy concurrido, supe que Lucho Sierra, Rafa Oñate, Juan Darío Gutiérrez y Julio Oñate Martínez, quien es muy documentado en vallenatologia, estuvieron presentes. Todos ellos son muy  cercanos a la obra de mi papá y  creo que  la ruta de La Gota Fría  es un  proyecto muy importante tanto para mi  familia como para  toda la  música vallenata».
Cuando hablamos un poco más sobre su  herencia  musical responde con orgullo: «Nosotros dependemos de  una familia  de artistas mis ancestros son Guajiros, de allá de El Plan, arriba en Manare en la  Serranía, como decía  mi padrino Escalona. Nacimos viendo el acordeón, escuchando versos y paseos vallenatos, mi padre es tan grande en su folclor que hemos seguido su camino tratando de llevar el vallenato a todas las regiones de Colombia y  al exterior. El  viejo Emiliano, Leandro Díaz y Toño Salas son los mejores verseadores que ha dado la música vallenata.
La Dinastía Zuleta sigue maravillando al público, de hecho los herederos de Poncho han demostrado  que de tal palo tal astilla, pues Carlos Alberto,  es acordeonero mientras que Andrés  Alfonso  y Héctor Arturo son cantantes y acordeoneros. Como si fuera poco, Iván Zuleta Barros, su sobrino además de haber sido un niño prodigio del  acordeón  es considerado uno de los mejores verseadores del país, famoso por la extensión  de sus versos.
Y hablando de grandes verseadores, nada más apropiado que hablar del  homenaje a Gustavo Gutiérrez Cabello, a lo que Poncho se apresura a comentar: «Muy merecido porque Gustavo es de lo más grande que ha dado el vallenato como compositor,  su estilo romántico costumbrista es grandioso por la sensibilidad, la sutileza de sus canciones. Tavo es un personaje muy creativo,  inteligente que se merece esta distinción y mucho más. Los hermanos Zuleta le hemos grabado algo  más de catorce canciones: «Así fue mi querer», «Amores que van y vienen», «La espina», mejor dicho, ¡es un peso pesado de la música vallenata!
Un talento generoso
Mientras Poncho sigue lidiando con el calor y la sequía de Mi Salvación, al otro lado de la línea su hija Daniela escucha con atención a su padre, quien no se queda atrás al momento de crear  grandes  composiciones  como, «Luzmila, «Mi canto sentimental», «Buen comportamiento», «Talento artístico», «El andariego», Mi salvación»  y «La sangre llama» que escribió  con Emilianito, su hermano.
Y es precisamente Daniela, estudiante de odontología en Bogotá quien me habla de ese gran sueño que tuvo su padre por estudiar derecho y cómo, en noviembre del 2012 en las instalaciones de la Universidad del Magdalena en Santa Marta, el alma mater le entregó el título honoris causa de abogado acompañado de una gran delegación del Cesar, Magdalena  y La Guajira.
«Mi papá me dice todos los años que se va a retirar, pero qué va, sigue cantando cada fin de semana», advierte Daniela con una tímida sonrisa, al tiempo que agrega que Poncho es generoso y tan  desprendido que no es extraño que termine regalándole a un amigo hasta lo que lleva puesto.  Además, de ser parrandero cuando está con sus amigos canta  e improvisa canciones,  lo más curioso es que siempre ha utilizado  un lenguaje muy culto para dirigirse a ella,  incluso desde niña la sorprendía con sus sabias palabras.
La canción preferida de Daniela es «Reconcilio» y lo que más  admira de su progenitor es su profesionalismo. «Mi papá es muy dedicado a su trabajo y le gusta incentivar a las nuevas generaciones  del vallenato, no es egoísta». Asegura su hija mientras recordamos sus  temas a dúo con miembros de la nueva ola del vallenato,  Peter Manjares con  el éxito » Sincelejana»  o  recientemente con Omar Geles y Martin Elías, otro gran acierto llamado  «Ella me gusta».
Padre e hija conversan por unos minutos, ajenos al significado de pertenecer a la Dinastía Zuleta. Luego Poncho se despide de mí como  todo cesarense  que se respete,  invitándome al próximo Festival de la Leyenda Vallenata. Bueno, su fama de excelente anfitrión es ampliamente conocida en la región, pero lo que quizás no recuerde Poncho ni Emilianito su hermano,  es que más allá de haber cautivado a los adultos con su talento, arrullaron con sus versos y acordeón por interminables horas a muchos hijos de sus amigos de parranda,  que como yo  se despertaban con el alboroto en las madrugadas, pero se enamoraron de la música vallenata, cantaban sus canciones desde niños  y esperaban con mucho entusiasmo la próxima visita de  los Hermanos Zuleta.