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Hablar del «Turco» Gil en Colombia se ha vuelto sinónimo de generosidad. Reconocido nacional e internacionalmente por su escuela y su agrupación «Los Niños Vallenatos» que tantas glorias le han dado a nuestro país, tutor de varios acordeoneros que han competido por la corona de Rey Vallenato de los festivales vallenatos y gestor de integración social en Colombia. El amor por el folclor vallenato ha hecho que Gil venza los muros de la violencia y el desplazamiento, pues es el maestro de un nutrido grupo de niños de escasos recursos, la mayoría huérfanos o desplazados, a quienes enseña clases  de acordeón y de otros instrumentos vallenatos.

Quienes conocen o han oído hablar de Gil saben que es el cerebro detrás del éxito de Los Niños del Vallenato, quienes se inmortalizaron en la Navidad de 1999, cuando el ex presidente Bill Clinton rompió la tradición de encender las luces de Navidad de la Casa Blanca con villancicos, para reemplazarlos por los aires y las  voces vallenatas. A partir de este momento Andrés «El Turco» Gil  salió de giras internacionales con sus niños y ha deleitado a públicos de numerosos países.

Bill Clinton disfrutó de nuestro folklor vallenato pero también descubrió el alma de pacificador que posee «El Turco» Gil, por eso no tuvo reparos en dedicarle unas líneas en su libro «Giving: How each of us can change the world» que resume un poco la tarea que viene haciendo el maestro con muchos niños desplazados en el departamento del Cesar. El ex presidente afirma: «Cuanto desearía que en cada zona de conflicto colombiano hubiera un maestro como «El Turco» Gil».

Andrés «El Turco» Gil nació en Villanueva (Guajira); de pequeño estudió trompeta y saxofón y cuentan que su vecino fue el legendario Emiliano Zuleta Baquero. Es un hombre sencillo, alegre, solidario prueba de ello es su entrega l a los programas especiales de la   Caja de Compensación Familiar del Cesar,  una entidad que se encuentra con sus programas certificados por ICONTEC y ejecuta una Jornada Escolar Complementaria, la cual tiene una sección cultural que desde su inicio ha capacitado  más de 400 jóvenes entre los 7 y los 14 años. «Nosotros tenemos un presupuesto para el programa, pero Gil siempre nos da una mano, otorga subsidios a muchachos que desean realizar su sueño de ser acordeoneros», explica Ernesto Orozco director de Comfacesar.

La capacitación es por ocho meses, está diseñada para formar 30 niños y jóvenes del Centro Social Productivo Ciudadela 450 Años, ellos deben adquirir destrezas en la ejecución de instrumentos básicos para la interpretación de la música vallenata, especialmente el acordeón. Los resultados de este programa se han visto a muy corto plazo e indudablemente se deben al amor que «El Turco» le impregna a su trabajo.

No conozco la paciencia

Ver al «Turco» Gil en un patio rodeado de niños acordeoneros que se esmeran por aprender los acordes mayores del do mayor, o el re mayor; otros que van más avanzados en expresión musical e improvisan sin el menor pudor sus creaciones, es una verdadera odisea. Él se limita a sonreír y con su tono relajado dice: «Dios me dio esta misión en la vida y lo hago con mucho amor y entrega. La gente viene y me observa aquí enseñándoles a los muchachos y me dicen: -¡Ve, «Turco», tú si tienes paciencia!- Pero yo les respondo que no la tengo. No conozco la paciencia, porque la paciencia la necesitan las personas que hacen algo en contra de su voluntad».

Durante las  vacaciones «El Turco» Gil recibe en Valledupar muchos jóvenes de otras ciudades como Bogotá, Medellín, Santa Marta, Ocaña e incluso Pasto; todos aprovechan el descanso para venir a tomar clases con Gil, quien se sorprende del hermoso taller de inclusión y convivencia que se ha conformado en torno a sus talleres. «Me gusta ver como jóvenes pudientes se integran con mis otros alumnos pues siempre un acordeonero va a necesitar a un guacharaquero, a un cajero, y vienen a buscarlos a sus humildes barrios en carros lujosos o «burbujas». Se los llevan, los atienden muy bien, les dan trabajo, los dotan de uniformes para las presentaciones y entablan una buena amistad sin importar las clases sociales», confiesa Gil.

Sin disimular ese don de servicio que lo caracteriza, «El Turco» me cuenta que se siente muy feliz de poder ayudar a los niños desplazados porque así están alejados de la violencia, de las maquinitas, del play station, de la calle y, ante todo, del conflicto armado. Una de las anécdotas más bellas que tiene para narrar es la del joven Juan David Atencia, quien es invidente y llegó al programa con deseos de tocar la caja pero «El Turco» tuvo buen olfato, le dio un acordeón y hoy es uno de sus alumnos estrella.

Valledupar está ad portas del 46  Festival de la Leyenda Vallenata y para El Turco el 2013  ha sido un año de grandes retos con el lanzamiento del nuevo álbum  de los niños del vallenato llamado   «Los niños claman», una selección de dieciséis canciones que incluye el clásico Mi hermano y yo. «Tenemos invitaciones al Reino Unido y a Escocia, pero seguimos trabajando con Lolita Acosta en la  promoción de este producto donde participaron treinta y nueve alumnos de la  escuela» Explica el maestro Gil.

Como todos los años,  varios de sus  pupilos participarán en las diferentes categorías del  festival, incluyendo al acordeonero Javier Matta,  quien aspira a convertirse en Rey Vallenato. La emoción de su voz se mantiene  al referirse al homenaje a  Gustavo Gutiérrez. «Gustavo ha sembrado mucho en la historia de la música vallenata con su obra poética, es un gran compositor, sus canciones nunca pasan de moda, es un reconocimiento muy merecido».

Para finalizar El Turco añade: «Yo siempre le recomiendo a la juventud que culminen sus estudios, que sean profesionales para que de esta manera logren combinar la música con su profesión. Mi escuela es una muestra de que podemos convivir en paz, que no existen barreras entre las clases sociales, que la población más vulnerable de Colombia, como son estos niños desplazados simplemente necesitan de nuestro apoyo y amor.»