@NataliaGnecco
Chantal es una de esas madres que la vida no bendijo con un vientre para albergar un hijo, pero si con un corazón inmenso dispuesto a todo por alcanzar ese sueño de ser mamá, la conocí a comienzos del 2008 en Montreal y su historia es un reflejo de todo el arduo proceso que viven algunas mujeres para ser madres.
Leah Victoria HieuThao es el nombre completo de la hija que Chantal adoptó de solo seis meses en un orfanato en Vung Tau, al norte de Vietnam. Decidió su nombre de esta manera por su algún día su pequeña quiere saber su origen, además no solo será vietnamita sino italiana, tunecina y judía, pues sus abuelos adoptivos son inmigrantes y por eso hablará francés, inglés e italiano.
Sin preámbulos Chantal dice: «Hice el proceso en Montreal a través de la organización Terres des Hommes pour Les Enfants (TDH) la cual trabaja oficialmente para tramitar adopciones en Vietnam y es regulada por la Secretaría de Adopción Internacional de Quebec. Fue curioso pero cuando decidía adoptar Vietnam no estaba aún en la base de datos de la página web. Sin embargo, una amiga le presentó a una pareja que adoptó cuatro niños vietnamitas y ellos me dijeron que sí había cupos, entonces comenzó el proceso en enero y ganó seis meses de ventaja, pues sólo hasta junio 2007 Vietnam estuvo disponible en la red».
Básicamente lo primero que verifican es que las futuras madres tengan un buen estado de salud, luego les piden los antecedentes criminales ante la policía Montada de Canadá RCMP y después una entrevista con una psicóloga quien debe verificar si financieramente poseen los recursos necesarios para adoptar. Chantal recuerda que cuando le hablaron del examen psicológico estaba nerviosa imaginando cuáles serían los requisitos que le exigirían, pero una vez conoció a la psicóloga descansó, a pesar que las preguntas que me hizo fueron mucho más personales de lo ella se imaginó.
Asimismo, existe una edad límite que es como de cincuenta años, hay países que no aceptan que una mujer soltera adopte, en Corea por ejemplo, tienen que estar casados más de tres años, eso sí la lista de padres solteros es la más larga, es increíble pero Chantal cuenta que para poder adoptar un bebé en Vietnam puede pasar hasta cuatro años de espera.
Al preguntarle a Chantal cuál fue el motivo para adoptar me contesta: «Ser madre nunca fue una opción, siempre fue algo presente en mi vida, un sueño, una realización. Tengo cuarenta y cinco años pero comencé a pensar en la adopción después de los treinta, mi hermana estaba casada, tuvo una nena y en ese momento pensé en hacerme una inseminación porque de alguna manera sería parte de mí, pero luego volví a la idea dela adopción a pesar que la gente me decía que me arrepentiría si mi hija no se parecía a nadie, pero no me importó».
Chantal pidió una niña porque siempre quiso tener una nena y la quería entre cero y dos años, cuando le asignaron una de seis meses, se puso muy feliz aunque sorprendida e igual le preguntaron si le gustaría eventualmente adoptar a sus hermanos, a ella le hubiera encantado, pero Leah no tenía. Esta organización también ofrece la adopción de niños con deformaciones físicas pero Chantal como vivía sola rechazó la sugerencia, pues dijo que ella conocía muy bien sus propias limitaciones,
«Recuerdo que pude ver su historia clínica antes de viajar y le pedí a un amigo médico que verificara si debía tomar alguna medida de prevención, pues estos bebés pueden tener problemas por la mala nutrición, pero todo estaba bien» Afirma la madre de Leah.
Conociendo a mi hija
El costo total el proceso de adopción fue de 25 mil dólares y con nostalgia Chantal revela que el proceso tiene sus sinsabores. «Primero estaba nerviosa con la evaluación psicológica pero la pasé y sinceramente lo peor es esperar, enfrentarse a lo desconocido porque hay muchas cosas que se salen de su control. Por ejemplo me enviaron un correo electrónico diciéndome que le habían dado prioridad a una mujer soltera de Corea de Sur y eso demoró todo»
Chantal viajó con su mamá y no sintió que la adopción era una realidad hasta que tuvo a la pequeña Leah en sus brazos, por eso asegura: «no hablé, ni lloré, estaba sorprendida nerviosa y cuando regresamos a la habitación mi madre dijo de repente… la niña no te sonríe, pero a las dos semanas lo hizo. Al comienzo la tenía siempre en mis brazos con esa temperatura de 35 grados y yo estaba preocupada por el calor, además otra canadiense adoptó a un niño, que estuvo muy enfermo y permaneció dos semanas en un hospital de Vietnam».
De regreso a Montreal, se inició la tarea de ser mamá. «No sabía ni cómo cargarla después adquirí confianza y comencé a conocerla, Yo había tomado un curso de adopción en un centro de salud que fue muy bueno, te enseñan a crear ese lazo de unión y esto fue lo que hice: cambiarla, dormirla bañarla, alimentarla y ella se fue apegando más a mí. Ahora lo más difícil es controlar cosas tan simples como cuando llueve ¿qué hago primero? ¿Saco al perro o a mi hija? La rutina diaria se convierte en un reto aunque siempre encontré personas dispuestas ayudarme como Elizabeth y Gilles mis vecinos de ese entonces».
Para finalizar Chantal asegura: «Leah le dio sentido a su vida. Yo nunca he conocido el amor de un hombre, pero siempre sentí que tenía tanto amor para dar y dárselo a mi hija es increíble. Yo era feliz antes pero ahora no hay punto de comparación por eso mi consejo para una mujer soltera que desee adoptar, es que lo haga, que escuche su voz interior que no se detenga ante los comentarios infructuosos de la gente. Mi vida cambió. Leah me convirtió en un mejor ser humano».