@NataliaGnecco
Los quesos de Quebec son tan numerosos y variables que podríamos saborear uno cada día del año. El directorio de la ruta de los quesos es sin duda una herramienta excepcional para descubrir la diversidad de queserías que se expanden a lo largo de todas las regiones de Quebec, es además la oportunidad perfecta para apreciar la manera como los artesanos hacen los quesos y saborear estos excelentes productos.
La ruta de los quesos es una aventura gastronómica para descubrir los sabores de la región, pues existen sesenta y siete queserías en las cuales se encuentran deliciosos quesos artesanales fabricados en el mismo sitio, en las regiones de Abitibi, Outaouais, Laurentides, Lanaudière, Charlevoix, Maurice-Porteneuf, Quebec, Saguenay- Lago Saint- Jean, Montérégie, Cantones del Este, Centro de Quebec, Chaudière- Appalaches, Bajo San Lorenzo, Gaspésie- Isla de la Madeleine.
La idea es ir y visitar las tiendas de estos productos lácteos y participar en una degustación de vinos y quesos, con expertos en la materia. Durante la visita, se puede observar la fabricación de los quesos y lo mejor es que las queserías están abiertas todos los días del año, simplemente es hacer la reserva con antelación seleccionando el nombre de la quesería en la región de Quebec que desee conocer , anotar la dirección, los teléfonos y ¡a disfrutar este paseo lácteo!
La historia
Al comienzo de la colonia de la nueva Francia, los artesanos trabajaron los quesos usando recetas y tradiciones de sus países de origen. Después de la conquista británica, la producción se limitó sobre todo al queso cheddar, fabricado según la metodología inglesa tradicional. Desde 1885, Adélard Perron en San Primo en la región del Lago San Juan, fabricaba el queso cheddar, que su familia fabrica hasta nuestros días.
En la Isla de Orleáns, se fabricaba un queso particular cuyo origen se remonta a los comienzos de la colonización francesa. La familia Aubin transmitió de madres a hijas los secretos de la fabricación de ese queso que desgraciadamente desapareció a finales de los años sesenta, cuando se aplicó un reglamento que prohibía la utilización de la leche cruda.
En 1893, con la llegada del padre Alfonso Juin, los monjes de Oka comenzaron a fabricar un queso que se convirtió enseguida en una marca de renombre. El queso de Oka nació gracias a los conocimientos que había adquirido el padre Juin, quien anteriormente fabricaba un queso conocido como Port-Salut, cuando vivía en Francia. Luego los años ochenta marcaron la época de regreso a la tierra y a los valores más tradicionales, esto engendró la aparición de una primera línea de queserías finas.
Un quebequense de origen suizo, Fritz Kaiser fue uno de los primeros en fabricar los quesos según los métodos adquiridos en su Suiza natal. Varias queserías que no producían sino queso cheddar se comenzaron a interesar poco a poco en los quesos de tipo europeo y se lanzaron a la fabricación de quesos especializados. Se dio también la aparición de queserías artesanales de leche de vaca, cabra y oveja. La diversidad y la calidad de sus productos son sorprendentes y muchos de estos quesos han ganado concursos internacionales.
Québec siempre fue un precursor del sector de la quesería en Norteamérica, Fue aquí en Québec donde nació la primera quesería, escuela de América del Norte. En 1983 se fundó la escuela de lácteos de San Jacinto, conocida actualmente con el nombre de instituto de tecnología agroalimentaria. Gracias a este instituto se han podido implementar técnicas de centrifugación, pasterización, de cuajamiento y recorte de requesón.
Consejos prácticos
Para poder degustar en familia o entre amigos una buena tabla de quesos, es importante planear bien cómo se van a servir y en qué orden, comenzando con los más suaves hasta los más salados o picantes, los cuales deben armonizar con el pan y el vino para poder apreciar mejor sus aromas y sabores.
Como acompañamiento podemos ofrecer frutas como manzanas, peras y uvas que permiten neutralizar el gusto entre cada dos quesos, sin embargo, es preferible comer pan antes de probar un nuevo queso o tomar vino para evitar que la acidez de las frutas altere su percepción sensorial.
Las nueces de Grenoble, las almendras y nueces son complementos interesantes particularmente con los quesos azules que deben ser los últimos en ofrecer a sus invitados.