@NataliaGnecco

El Teatro Nuevo Mundo de Montreal estaba a reventar, tras bambalinas   los pianistas Chano Domínguez y David Peña Dorantes esperaban su turno para sorprender  cada uno, con su  propio estilo a una audiencia sedienta  de danzas provenientes de Andalucía.  En medio de ellos,  un  bailarín español calentaba vigorosamente su cuerpo,  para entregar todo su talento en el escenario. Si bien estos dos reconocidos artistas de talla internacional impusieron su estilo, pasión y amor en los ritmos flamencos y jazz,  ver a Joaquín Grilo dueño de escenario es una experiencia sin igual. 

 Con solo escuchar el piano o las palmas Joaquín acelera o disminuía sus pasos, gestos y sensuales movimientos, que sin lugar a dudas  le quitan la respiración a cualquier  mortal. Su cuerpo se integra de manera armoniosa  tanto al  pianista,  como al cantante y es tanta la energía que emana de sus piernas que es difícil apartar la mirada de sus zapatos para admirar la combinación rítmica que poseen.

Para quienes no lo conocen, Joaquín Grilo nació en Jerez de la Frontera el 20 de Julio de 1968, comenzó a bailar en la escuela de Cristóbal el Jerezano, y en 1981 pasó al estudio de danza de Fernando Belmonte y Paco del Río. Posteriormente llegó al Ballet «Albarizuela», creado por estos dos profesores y se posicionó como primer bailarín. Desde 1981 hasta 1988 realizó giras por Francia, Inglaterra, Suiza, Marruecos, Israel, Japón, actuó también para programas de televisión de Italia, Alemania y algunos países de América.

En 1986 se presenta al XI Concurso Nacional de Arte Flamenco de Córdoba donde obtuvo una mención honorífica. En ese mismo año actuó en el teatro «Queen Elizabeth Hall» en Londres y en 1987 obtuvo el premio de danza del programa televisivo «Gente Joven». Después de conseguir este premio, bailó en Los Reales Alcázares de Sevilla ante los Reyes de España y la Reina de Inglaterra en su primera visita a España y en 1989 se vuelve a presentar en el Gran Teatro de Córdoba para el concurso Nacional donde obtiene el primer premio. En 1990 se trasladó a Madrid como solista flamenco para la Compañía Teatro Ballet Español. Durante ese año y parte del siguiente trabaja también con la compañía de Lola Flores y La Tati.
En 1992 actúa en un espectáculo de cinco bailaores en Madrid en la sala «Zambra» junto a Antonio Canales, Cristóbal Reyes, Joaquín Cortés, Joaquín Ruiz y Adrián Galia.Posteriormente, pasa a formar parte de grupo de Paco de Lucía y colabora en las formaciones de músicos como el pianista Chano Domínguez, con el que graba el disco ‘Oye cómo viene’ y el audiovisual editado en DVD ‘Mira cómo viene’. Gracias a su montaje  ‘De Noche’  ha recorrido muchos escenarios internacionales.

Siempre llevo mis zapatos conmigo
Cuando pude ver a Joaquín me sorprendió verlo  con una amplia sonrisa en los labios, como si no conociera el significado de la palabra ¨fatiga¨, pues a pesar de haber bailado intensamente, para el show de Dorantes y luego el de Chano Dominguez, aún tenía energía suficiente para toda la noche. Grilo es un hombre sencillo, espontáneo y por eso no hubo complicaciones en el momento de hacerle algunas preguntas que no estaban en la agenda de la velada.

Durante una de sus visitas a Montreal Canadá dio clases antes de sus presentaciones  ¿Cómo vio el nivel del Flamenco en esta ciudad?
Estoy bastante sorprendido, Montreal es una de las ciudades donde mejor está clasificado el Flamenco, di clases a un nivel medio, avanzado y profesional, y pude trabajar muy bien , pues todos tienen el mismo nivel. Si hablamos de los avanzados y profesionales, veo que los alumnos absorben los conceptos muy fácilmente.

¿Qué se necesita para ser un buen bailarín?
Hay que amar lo que haces. Bailar es algo físico, necesitas sentirte libre en el momento de expresarte. Creo que está bien comenzar a bailar a partir de los cinco o seis años, así comienzas a conocer los ritmos, la historia del Flamenco. Al inicio es como un juego, pero luego cuando comienzas a ser más adulto, digamos a los 14 o 15 años, llega el momento de decidir si lo vas hacer en serio o no, pero por lo menos ya tienes lo básico.

¿Cómo maneja su rol de profesor y artista?
La verdad varios asistentes de los talleres que hice  en Montreal me dijeron que estaban preocupados, pero no tenían de qué  estarlo, pues yo soy una persona muy generosa, me gusta dar a los demás. Mis clases inician con un calentamiento previo que me permite individualizar un poco el grupo, descubrir el nivel de cada alumno, para darles ejercicios que ellos estén en capacidad de hacer. Me siento muy satisfecho, pero es obvio que si estoy de gira cuatro días es muy poco para profundizar mis clases.

Usted y  Chano Domínguez hacen un dúo fenomenal ¿Cómo lo logra?
Cuando estoy en un escenario con Chano, todo es improvisado, incluso yo le preguntaba durante el show, ¿salgo ahora? Yo voy respondiendo a la música, a lo que siento, a las notas del piano.

¿Y cómo cuida sus zapatos?
Mis zapatos siempre están conmigo, siempre voy con mi mochila y mis botas y me dan pena cuando están muy desgastadas, `pues debo cambiarlas, eso es más o menos cada tres o cuatro meses y les tomo tanto cariño porque siento que ya están amoldadas a mi pie, que me parece increíble botarlas. De hecho hay botas que no he sido capaz de tirar a la basura y la gente me dice oye pero si ya están viejas, ¿porqué no las tiras? Pero es que no puedo hacerlo.

El baile Flamenco se ejecuta con zapato y la técnica básica es el zapateo. ¿ El zapateo es diferente al taconeo?
Cuando se está bailando se le puede llamar a ese movimiento zapateo o taconeo y dependiendo del estilo del baile habrá un mejor zapateo.

Finalmente, ¿Domina más el zapateo o el taconeo?
No siento que domine ninguno de los dos, simplemente expreso lo que siento en cada momento, bailo desde niño y creo que voy a morir sin dominar el movimiento y ahí es donde está el secreto de seguir aprendiendo.

 

Fotos: Victor Diaz Lamich- Festival de Jazz