@NataliaGnecco
El artista canadiense Marcel Dzama nació en Winnipeg en 1974, vive  en Nueva York desde 2004  y recibió su BFA en la Universidad de Manitoba, su  obra  demuestra un equilibrio perfecto entre las figuras humanas, animales e  híbridos imaginarios de la vida, un toque que ha desarrollado su reputación internacional de artista  inclasificable. Mejor conocido por sus elaborados dibujos a tinta y acuarela, Marcel no tuvo inconveniente en caminar conmigo por  una de sus exposiciones en el Museo de Arte Contemporáneo en  Montreal  y tengo que confesar que descubrí a  un ser humano muy  sensible que sabe muy bien cómo reproducir momentos de su vida a través del lenguaje del arte.
Sin lugar a dudas, su obra- escultura,  en cerámica, barro y metal  llamada «On the Banks of the Red River» o  en español «A las  orillas del río rojo», nos impacta de inmediato, pues es  de gran tamaño  y simboliza al ser humano  como un  depredador natural que habita en  el planeta. Las escopetas, cadáveres, animales y los  hombres armados en el interior de esta imagen surgen de su mente insaciable, que personifica de otra manera a  mercenarios, quienes viven del  engaño y utilizan las  armas para acceder a la persuasión,  de la ignorancia  individual.
Dzama cuenta que  su padre amaba las películas la Segunda Guerra Mundial y solía pasar horas viendo el  comportamiento de los seres humanos. Las armas presentes en muchos de sus dibujos, no son algo desconocido por él, pues nació  en Manitoba,  en el extremo oriental de las praderas canadienses, donde es muy  común que los hombres salgan a cazar.
Asimismo,  los murciélagos y los osos son animales que están muy vivos en la obra de arte de Dzama, quien afirma que las áreas autorizadas para la  caza, son  extremadamente remotas y tienen una de las mayores concentraciones de grandes osos negros, después de todo  Manitoba es una provincia conocida por sus  osos de colores.
Mark Lancot, quien fue el curador de la exhibición de Marcel en el  MAC no ahorra palabras para elogiar el talento de este artista contemporáneo: «Dzama transforma las imágenes aparentemente arbitrarias, llenas de nostalgia, en una especie de mitología,  estéticamente atractiva (las obras son hermosas) y las contrasta con  lecturas más sencillas. Mezcla y cocina ingredientes en algo mucho más allá de la suma de sus partes, un mundo imaginario, suspendido entre el presente,  el pasado, lo personal y  lo mítico, en lugares existentes o imaginarios.  «.
                                                                                                         

A pesar que sus piezas están  llenas de nostalgia de su querida Manitoba, Dzama manipula muy bien la figura del cuerpo humano sobre el papel o el lienzo. La anatomía hace parte de su creación y no pudo evitar reírse cuando tímidamente me aseguró que quería ser médico cuando era un niño, por eso le presta demasiada atención a los movimientos humanos. Dzama es «obsesivamente genial»,  pues hace un reconocimiento a cada uno de los movimientos de las mujeres, su  expresión, sus gestos y lo plasma magistralmente  en sus  acuarelas.
Marcel también me contó que sus inicios en el dibujo se remontan a la primaria. «Hice mis propias historietas desde muy joven,  luego comencé a pintar en la e
scuela secundaria. También tocaba la guitarra y  solía hacer dibujos de las portadas de los casetes de cintas de mi música». Volviendo al presente, nos detenemos en su obra «Quand on a un corps étranger entre les jambs»  una imagen impactante que representa a las mujeres que tienen un bebé en medio de una multitud y el recién nacido parece ser una criatura que no se parece a sus progenitores.
Tres años le tomó a Marcel Dzama montar esta exhibición en Montreal, sus obras os muestran a un artista muy comprometido con la realidad y ese lado oscuro del mundo que siempre nos amenaza.  No le da temor  representar temas como la  la violencia o el suicidio. Dentro de sus obras incluye dibujos que simbolizan la guerra de Afganistán o los abusos de Guantánamo, pues es una manera para él de  quejarse de la era Bush y todos los abusos que se vivieron desde el  2001.
Los ataques suicidas de al-Qaeda contra los Estados Unidos, o el informe sobre las condiciones en la prisión de los militares de EE.UU. en Guantánamo son sólo un ejemplo de cómo nuestra realidad nos afecta y Dzama  siempre encuentra una manera de expresar su inconformidad. Podemos percibir ese sentimiento  en muchas de sus obras, como «Una sala llena de mentirosos» , (2007), «La justicia y la venganza se hace» (2207), «La Revolución de 1919» (2009), «Tu país es una mierda» (2009 ), «¿Has olvidado  al terrorista 9», Terrorista 13 «,» Terrorista olvidado  15 «(2009), etc, y para asegurarse de que el mensaje es claro, añade frases y expresiones en diferentes idiomas como el español.
Finalmente, todos los personajes que Dzama inmortaliza con sus dibujos, pinturas o esculturas demuestran que el talento de este artista canadiense proviene de una verdadera fuente de inspiración, que  él sólo se atreve a fantasear en un  universo onírico,  para dilucidar el lado siniestro del mundo exterior