@NataliaGnecco
Luego que el Primer Ministro del Reino Unido, David Cameron reconociera que el Parlamento Británico no quiere ver la acción militar británica en Siria y de observar cómo se hundía la moción que solicitaba una fuerte respuesta humanitaria con la inclusión de un ataque militar, la atención mundial se volcó sobre esta derrota de 272 votos contra 285, las posiciones se endurecieron en contra y favor de un ataque militar a Siria por el supuesto uso de armas químicas por parte del gobierno totalitario de Bashar al-Assad.
Periodistas, analistas políticos, asesores militares, escritores se han congregado para discutir los posibles escenarios que Siria enfrenta ahora que varios países occidentales están presionando para una «respuesta» militar, sin saber a ciencia cierta cuál será el efecto en la región y lo que podría ser la respuesta de Rusia a tal acción.
Mientras Irán se ha unido a Moscú y Beijing asegurando que el gobierno sirio que no ha utilizado armas químicas en la lucha contra los grupos Takfiris en el país árabe, en Washington la tensión aumenta ante el plan inminente de atacar a Siria, incluso sin la aprobación de las Naciones Unidas y del mismo pueblo americano, pues para nadie es un secreto que una de las razones para el aumento actual de la crisis económica en los EE.UU. son los enormes gastos que han asumido el bolsillo de los gringos por las guerras que se libran en otros países.
Marcus Papadopoulos, autor de La Teoría de la Conspiración Liberal, es uno de los críticos más acérrimos de la intervención de Occidente en los asuntos de otro Estado extranjero, él afirma: «Estados Unidos y sus aliados no son los policías del mundo, no tienen ningún derecho moral o legal para atacar a un país soberano e independiente. Lo vimos en Bosnia, Kosovo, Irak, Libia y lo estamos viendo de nuevo en Siria. Es mentira tras mentira para lograr objetivos geoestratégicos».
Así estemos de acuerdo o no con Papadopoulos, la realidad es que estamos ante una crisis que puede desatar un desastre mundial, con la diferencia que esta vez, la comunidad internacional no «traga entero» quieren ver las pruebas para no repetir la fatídica experiencia de Bush y las armas químicas utilizadas por Sadam Hussein contra los kurdos.
Ahora bien, otra de las controversias surgen en torno a quién utiliza las armas químicas, si los rebeldes o el régimen de Al Assad, para el gobierno estadunidense es claro que la oposición no posee estas armas sino el gobierno sirio, pero lo más prudente sería esperar el dictamen de la ONU que en estos momentos se encuentra haciendo análisis de laboratorio, análisis que toman tiempo, no son tan veloces como los de la serie CSI, pero podrían enfriar un poco el clima de tensión que se vive y dar paso a un análisis pausado de cuáles son las consecuencias de tomar una acción y cuáles serían los resultados de no tomarla.
Por otra parte, el autor y escritor del medio «Activist Post», Brandon Turbeville va más allá de la encrucijada en la que se encuentra el presidente americano, pues propone que Obama sea despojado de del premio Nobel de la Paz que le otorgaron en el 2009 si comienza la guerra de Siria. Posición que es muy respetable, pues sería la antítesis total y creo que el industrial sueco Alfred Nobel se revolcaría en al tumba.
De hecho Tuberville habla sobre un informe publicado por la revista británica Mirror que hablaba de la presencia de las fuerzas especiales británicas en Siria con el fin de buscar misiles y armamento antiaéreo, así como depósitos de municiones e instalaciones militares para su posible selección y la evasión, incluso antes que el Parlamento rechazara la moción propuesta por Cameron para intervenir en este país. En otras palabras, los agentes de las fuerzas especiales que trabajan actualmente en Siria incluyen el SAS, Special Boat Service, Regimiento de Reconocimiento Especial, y el MI6, siguen presentes, la tensión va en aumento, con ayuda de una fuerte presión mediática.
Los medios de comunicación no dejan de informar sobre los planes estadounidenses de posibles ataques de misiles de crucero, y voceros de la casa Blanca hablan de evitar que estas armas químicas vayan a parar en manos de grupos terroristas como Al Qaeda o Hezbollah. Pero, ¿por qué siempre le tocan estas misiones de prevención a Estados Unidos? Porque no Jordania, los Emiratos Árabes? Estas preguntas hace sabiamente el periodista Wolf Britzer de CNN y la respuesta que le dan los voceros de Washington es que Estados Unidos si sabe ejercer su liderazgo en el mundo.
La verdad es que las opiniones están muy divididas y existen más con argumentos sólidos en contra de un ataque a Siria que a favor, prueba de ello es la postura del reconocido periodista Stephen Lendman que argumenta que todas las guerras se basan en mentiras; que John Kerry injustamente acusó a Siria de usar armas químicas; que se trata de «una obscenidad moral» y que Kerry no tiene ninguna y puntualiza: «Todo es inventado. No esperen a que explique nada».
Sin embargo, Frida Ghitis e una columnista de asuntos mundiales de The Miami Herald y World Politics revisión, considera que es más nocivo no intervenir y argumenta cinco razones: que los dictadores están viendo que pueden usar estas armas y o pasa nada; que si no se interviene las armas químicas se utilizarán en los futuros campos de batalla; la guerra se está extendiendo, las opciones están empeorando; que la falta de acción le entregará una victoria de al-Assad, Irán y Hezbollah y además habrá una nueva generación de odio que perpetuará esta tragedia
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En mi humilde opinión, es preferible una intervención humanitaria a gran escala, derrocar el régimen sirio con la ayuda de la Corte Penal Internacional que enviar tropas estadounidenses a Siria. Derrocar el régimen porque seguramente van a borrar al régimen de al-Assad del mapa, de eso no hay duda, pero no se puede asegurar que los grupos extremistas dejarán de actuar y seguiremos en el mismo círculo vicioso, países que a pesar de ser «liberados» por Estados Unidos siguen sumados en la destrucción y la violencia. ¿Acaso no es una lección aprendida la intervención militar en Afganistán y Libia?
Fotos. Reuters