@NataliaGnecco

Narrar la vida de un artista, desde los inicios de su carrera, sus triunfos y derrotas, es una disciplina literaria difícil de dominar, sin embargo el periodista Luis Mendoza Sierra, ha demostrado poseer esa habilidad para escudriñar el alma de un poeta y prueba de ello es su obra titulada “Un Muchacho Llamado Diomedes”.

Esta biografía de Diomedes Díaz, que Mendoza publicó en el 2001 renace hoy gracias a El silencio de El Coloso, edición corregida y aumentada de Un Muchacho Llamado Diomedes, que incorpora aspectos más recientes de su vida y naturalmente, detalles de su trágica e infausta muerte por la soledad, la tristeza, el desamparo y la manera, casi miserable como vivió sus últimos días.

Y no podría existir mejor escenario para la nueva obra de Mendoza que la víspera del 47 Festival de la Leyenda Vallenata, que este año honra la memoria del Cacique de La Junta, es así como el 24 de abril en el Centro Comercial Guatapurì Plaza de Valledupar, se hará el lanzamiento oficial de su libro. Desde la capital del Cesar con la edición fresca en sus manos Luis me relata: “soy el biógrafo natural, espontáneo, de la vida de un extraordinario ser humano, que desafió la tempestad para salir a conquistar un espacio que Dios le tenía separado”.

Pero ¿qué motivó a Lucho como todos lo llaman cariñosamente en Valledupar, a recorrer los pasos de este cantautor vallenato? Sin dudarlo un instante él me contesta con nostalgia: “admiración, devoción, fueron elementos fundamentales en la decisión de escribir sobre Diomedes. Creo haber valorado, a tiempo, al fenómeno social, en el que se convertiría una figura que surge de la nada y trasciende la vida”.

Según el periodista cesarense, Diomedes rompió los esquemas tradicionales del vallenato, tanto en las grabaciones como en los escenarios, emocionado  agrega: “Cuasi paisano y familia, siempre nos tratamos como primos hermanos y no por la costumbre bastante guajira, La Peña, tierra natal de su padre y mía, valga decir, lo vio crecer hasta los ocho años, en medio de las dificultades de la ruralidad, el atraso, y las escasas posibilidades de avanzar”.

En su libro Un muchacho Llamado Diomedes, Mendoza eludió toda referencia que tuviera que ver con la vida disipada del Cacique, alrededor de la cual, había muchos comentarios y noticias, pues quiso destacar al genio, a la persona, al hombre humilde lleno de virtudes artísticas y poéticas, que desafía las carencias económicas, sus propios miedos y su timidez, para convertirse en una estrella resplandeciente de nuestro folclor. “Esta vez, aludo el desastroso hecho que produjo uno de los mayores impactos en su vida: la muerte de Dorys Adriana Niño. Igualmente, la manera inhumana como sus manejadores o personas cercanas lo explotan artística y económicamente hasta producirle un desangre económico, amén del deterioro sorprendente de su salud”. Concluye Luis.

Se las dejo ahí

La estructura melódica de las canciones de Diomedes tienen mucho sentimiento lo cual se refleja, de acuerdo con Lucho, en la literatura sencilla, expresiva y sentida, del compositor. Hay quienes osan decir que Diomedes fue más compositor que cantante, no están tan lejos de un acierto, por eso su biógrafo aclara: “cuando yo abordo al cantante, lo miro más integralmente, Diomedes, antes que cantante fue un artista. Una voz melodiosa, como gota de miel, un histrionismo sin igual, que con su estilo singular, rompe esquemas tradicionales en el Vallenato, y eso lo estrenan como el gran revolucionario. No hay duda, compositores como él, nacieron una sola vez”.

Luis ha estudiado tanto la obra artística de Diomedes, que al preguntarle cuáles son sus canciones favoritas me sorprende con el cuento de sus “Tres Mis”, preferidas: Mi muchacho, Mi dolor de cabeza, y Mi primera cana.  Sonriendo me dice: “no puedo mencionar menos de una docena, pero haré un intento para reducir esa ambición: Bendito sea Dios, Razón Sentimental, Cenizas, A un colega, Te quiero mucho, Gracias a Dios, Te necesito, Dos claveles, Bonita, Adiós lunarcito”.

Para Mendoza Diomedes gustó más que sus canciones o, más bien, impresionó más que sus canciones. El público quedó atrapado por la magia de este artista y no dejó espacios para ver por dentro su obra, por eso explica: “El Cacique con su genialidad en la tarima generó un impacto tan estruendoso entre sus seguidores y quienes no lo seguían que fue él, quien dio sustento al cuento de que el vallenato no se baila, lo cual es paja. Diomedes rompió con el habitual modelo de comportamiento en las llamadas casetas, que no eran más que conciertos o espectáculos musicales en los que la gente bebía y bailaba, hasta el amanecer”.

Con sus apuntes insólitos, Lucho sigue narrando: “Diomedes rompió el paradigma, todo el mundo se detenía para verlo. No había una sola pareja que diera una vuelta en la pista. No sé cuántas parejas, pero me imagino que muchísimas, habrían peleado en sus conciertos. Sé de muchas mujeres que le decían a sus hombres: bueno, ¿a qué venimos? ¿a bailá o qué?, ¿o te vai a quedá como un marica, viéndolo”.

Son muchas las vivencias que puede relatar Luis Mendoza, quien además de poseer una excelente pluma es un conversador muy ameno, con la naturalidad que lo caracteriza me suelta otra historia: “Siendo mensajero de la emisora Radio Guatapurí, de Valledupar, Diomedes acepta que la empresa compre una bicicleta porque la correspondencia había crecido y le exigían más rendimiento. Don Manuel Pineda, propietario de la empresa, expresa su extrañeza ante Régulo, su hermano y gerente, porque a su juicio, Diomedes, ahora que andaba en bicicleta parecía demorarse más que cuando andaba de a pie. Pues vaya usted a creer, que descubrieron que no sabía manejarla. Él la tomaba con sus manos por el manubrio, y salía de la empresa, pero luego la ocultaba en una casa vecina y se iba a pie”.

Como todos saben, existen frases que se inmortalizaron  en la voz  de Diomedes, una de ellas, muy jocosa, la que más le gusta a Mendoza es, “y se las dejo ahí”. Pero cuando hablamos sobre los detractores del artista,  el semblante de Lucho se entristece  y se apresura a decir que al Cacique le endilgaron muchas cosas que nada tenían que ver con él, o que, teniendo alguna relación, sus detractores las exageraban para afectarlo, por eso es enfático al afirmar: “alrededor de Diomedes creció mucha maleza, faltó gente con valor y decisión para ayudarlo”.

Pasando al tema del futuro del legado de Diomedes Díaz, su biógrafo piensa que el Vallenato ha perdido mucho material valioso y seguirá perdiéndolo, sino aparece una política o estrategia orientada a su conservación. “Creo que el gran salto lo daremos si el gobernador Luis Alberto Monsalvo Gnecco, consolida su proyecto de Centro Cultural de la Música Vallenata, de lo contrario, solo quedará lo que los medios masivos de comunicación o los curiosos guarden. Luego entonces, no sólo peligra el legado del Cacique, sino del Vallenato, en general”.

Sin embargo, otra cosa es su escuela musical y su estilo, con un brillo en los ojos Lucho asevera: “Su legado musical está en buenas manos, Rafael Santos es un gran doble; Martín Elías es extraordinario y grande como su padre. Es más entre Chu y Luis Angel, aparecerá otra figura grande de nuestra música, ya lo verán. Ojalá mantengan la prudencia, la disciplina, el orden y se organicen como empresas. No pueden repetir los errores de su padre”.

Y mientras Luis convoca a los verdaderos amigos de Diomedes para su conversatorio sobre la obra de este coloso, entre ellos a Jaime Araujo Cuello, en su corazón palpita el presentimiento que este año, un ochenta por ciento de los compositores que competirán en la canción inédita en el 47 Festival de la Leyenda Vallenata dedicarán sus canciones a Diomedes.

Agradecimientos: Rafael Oñate- Editor General El silencio de El Coloso,
Fotos: Archivos Luis Mendoza