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@NataliaGnecco
Hay tantos momentos de reflexión en este documental que sería interminable para mí contarlos, sin embargo vale la pena destacar una de sus manifestaciones artísticas que marcó una diferencia en su obra, como es la serie de pinturas de horror y furia contra la tortura en la prisión iraquí en Abu Ghraib. Este ciclo nunca fue comercializado, Botero las donó para que el público no olvide nunca hasta dónde puede llegar la degradación del ser humano y cuál es nuestro rol en la cultura de la violencia.
De retratos tan crudos como la prisión Abu Ghraib o la secuencia de la muerte de Pablo Escobar, podemos retroceder o avanzar en la vida del maestro colombiano. Es así como el realizador también nos muestra los comienzos de Botero cuando soñaba a los 18 años con ser como el artista impresionista francés, Paul Gauguin y se fue a vivir a la orilla del mar en Tolú, durante nueve meses para pintar. Otra de sus recuerdos fabulosos fue esa época en donde Botero quiso honrar a los grandes clásicos y con empuje y determinación se dedicó a reproducir cuadros tan inmortales como “Las Meninas” de Velásquez. Todo esto sin saber que años más tarde en Cartagena Colombia sus famosas “gordas” también serían reproducidas, algo que cuenta el artista con mucho humor.
No podía faltar en su recorrido por Cartagena la graciosa anécdota de un callejero que todos los días madrugaba a limpiar la gorda de Botero que está de espaldas en la concurrida Plaza Santodomingo, hasta que la alcaldía de la ciudad decidió pagarle por su trabajo, porque lo hacía con tanta dedicación y juicio que hasta el maestro quedó impresionado. Y de la plaza Santodomingo mi memoria viaja con el documental a las corridas de la Plaza de Toros en Bogotá, que magnifica reproducción del arte taurino esos cuadros para mí son espectaculares por su color, refinamiento y respeto por la tauromaquia.
Además, me dio mucho gusto conocer datos íntimos como la idea de Botero de convertirse en torero a la tierna edad de 13 años, creo que no seré la única en agradecerle que haya cambiado de parecer para convertirse en pintor. Para este infatigable creador, lleno de contrastes, la libertad es lo más importante en la vida, por eso no ha tenido temor a representar desde un burdel repleto de prostitutas hasta el puritismo de una imagen sagrada, la virtud de un sacerdote o una monja, la sensualidad de una amante ansiosa o la inocencia de su amado hijo, cuya muerte en un accidente en España en 1974, dividió su vida en antes y después de la muerte de Pedrito.
Pero bueno, no les cuento más detalles de este extraordinario documental porque definitivamente hay que tratar de verlo, degustarlo saborearlo y comentarlo para que otros aprecien este testimonio vivo de la vida de Fernando Botero, un hombre sencillo, original, colombiano hasta los tuétanos, sin posturas, ni ínfulas de gran señor, con una humildad tan inmensa como su talento, algo que para mí es lo que realmente lo hace grande y merecedor de toda mi admiración.
Finalmente les comparto las frases inmortales de Fernando Botero que Peter Schamoni recopila magistralmente en su documental Botero Born in Medellin.
Colombia is a centre of my life. In America Latina the idea of family, the idea of friends is very strong – it is the basis of happiness of people – let’s say they have here this warmth that is very important.”
“The only reason for a painter to paint is to create his own world. The reality is already there – you don’t need to paint that. You need to paint a parallel thing, that is an intellectual reality. It is like poetry, music, literature, that exists in the mind of the artist and that people can enjoy.”
“I was very fortunate to have been invited to do exhibitions of my work in so many important capitals in the world, and at the same time they let me choose the places where the sculptures will be. When people touch my sculptures they participate in the emotions I put into them.”