@NataliaGnecco
En la vida hay mensajes que llegan al alma, que nos conmueven y nos dejan con ganas de cambiar de actitud para ser mejores seres humanos. Precisamente, Carlos Cuauhtémoc Sánchez, conferencista, empresario y escritor mexicano, autor de treinta Best Sellers, comparte en las redes un excelente mensaje para todos: «en esta Navidad no des regalos caros, ni hagas fiestas sólo para divertirte, mejor revisa los muros que has levantado con la gente, toma el teléfono y derrúmbalos. Escribe notas, reconcíliate, reúnete con esas personas distantes y dales un abrazo.»
Esta recomendación que nos da Cuauhtémoc nace de la historia entre dos hermanos que eran vecinos y un día discutieron a muerte. Sus casas estaban construidas una frente a la otra, pero después de pelearse, el hermano menor desvió el cauce del río para hacerlo pasar en medio de las dos viviendas, dividiendo físicamente los terrenos.
En esos días pasó un carpintero preguntando si había trabajo para hacer y el hermano mayor le pidió que tomara toda la madera que tenía almacenada, pues si su hermano había desviado el cauce del río, él mandaría a construir una pared. El carpintero dijo: – claro señor yo lo entiendo- así somos los seres humanos, apenas tenemos un pequeño altercado levantamos muros y demarcamos fronteras.
El hermano mayor se fue al pueblo a comprar víveres mientras el carpintero trabajó con ahínco todo el día, pero no hizo un muro sino un puente para unir las dos casas. Cuando el patrón llegó lo regañó porque no era eso lo que le había pedido. De repente apareció el hermano menor con lágrimas en los ojos felicitándolo por su increíble calidad humana y emocionado le dijo: «hermano yo quise separarme de ti, pero tú construiste un puente». El hermano mayor lo abrazó llorando y cuando se fue a buscar al carpintero ya se había ido».
Cauhtémoc confiesa que esta historia le fascina porque es el reflejo del carpintero de Nazaret quien vino al mundo a construir puentes entre Dios y el hombre, es un mediador, algo que todos debemos tratar de ser. En esta Navidad vale la pena ser conciliadores teniendo siempre presente que lo más importante no es ser felices de manera individual sino generar felicidad, al dar felicidad a los demás es obvio que nuestro corazón es recompensado de muchas maneras.
Ahora, me imagino que muchos se preguntan, ¿qué hacer con esas personas tan duras de corazón, que nada las conmueve, que han perdido el gusto por las cosas más sencillas, o por aquellas a quienes ya hemos perdonado pero no desperdiciarán una nueva oportunidad para volver a hacernos daño? Creo que lo más salomónico en estos casos es pedirle a Dios por su conversión, a veces toma mucho mucho tiempo, pero no es una misión imposible que esos corazones cambien, se arrepientan y se esmeren por dar felicidad. Después de todo, no necesitamos irnos de este mundo para aprender nuestras propias lecciones de vida.
Por último, dejarles un gran ejemplo de cómo brindarle felicidad a los demás realmente puede cambiar nuestras vidas, se trata de Martín Passeri, pentacampeón argentino de surf, quien se disponía a entrar al mar para competir en el Campeonato Nacional, realizado en Mar del Plata, pero se percató de la presencia de Nicolás, quien tenía como sueño de la vida convertirse en un surfista, algo que se cumplió en el momento menos esperado.
Nicolás Gallegos, de 38 años, que a los 18 quedó parapléjico de la cintura para abajo por un accidente y logró su anhelo cuando Passeri se detuvo frente a él, justo en el momento que le tocaba ingresar a competir y le ofreció llevarlo en su espalda para atrapar la primera ola de su vida. Obviamente el surfista quedó descalificado de la competencia pero emocionado dijo: «creo que fue la mejor ola, el mayor triunfo de mi vida». Desde entonces Reef, marca auspiciadora de Passeri, elaboró un emocionante video que sigue dando la vuelta al mundo y tocando corazones, tanto como el video de Carlos Cuauhtémoc Sánchez.
¡Feliz Navidad para todos!
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