@NataliaGnecco
Era una tarde soleada en el centro de Bogotá, de esas que rara vez la espesa nube que controla las precipitaciones en el sector de la torre de Colpatria nos permite disfrutar con furor. Los gigantescos pinos del Parque Central Bavaria producían una deliciosa sombra que invitaba a un cafecito prologado, cargado de ese humor negro capitalino que encarna tan bien un Rubén Darío Bustos, más conocido como Rubens.
Encontrarse frente a frente a este artífice del humor es una completa paradoja. Su formal apariencia sumada a sus gafas que le dan un aire de científico amaestrado está lejos de ser la imagen de su querido personaje Checho el Des- hecho: cero greñas, pantalones remangados o perrito que le ladre, porque *Blackperry brillaba por su ausencia. Lo que no abandona nunca la personalidad de este caricaturista de El Tiempo es su capacidad de observación y su agudeza para criticar la actualidad colombiana.
En un entorno de crisis de lectura como el que atraviesa Colombia, Rubén Darío afirma tajante: nos estamos acostumbrando a los youtubers, a no utilizar las neuronas, ni el cerebro y ahora medios como la Revista Semana reseñan a alias Popeye como youtuber. Yo me pregunto, ¿esa es la calidad de enseñanzas que está recibiendo nuestra juventud?
Algo que también me inquieta es saber qué están escribiendo ahora En la Feria Internacional del libro de 2015, por ejemplo, una joven narró una historia sobre ovnis y fue uno de los temas más atractivos ese año, pero luego vimos cómo en el 2016 aparecieron los youtubers en la Filbo y esto se convirtió en un fenómeno sin igual, o mejor dicho en la oda al no contenido”.
Escarbando en los laberintos de su memoria, Rubens recuerda que tuvo una etapa en la infancia en donde disfrutó del concepto literario científico, pero al aterrizar a nuestra época, se sorprende de cómo los autores de ahora no educan, porque prácticamente ni leen y si hablamos de youtubers, éstos se dedican más a publicar fotos, a contarnos todo sobre ellos, a resaltar sus preferencias culinarias, su gusto por la ropa, etc, etc, y todo lo que prefiere la gente.
Al continuar con su reflexión el inventor de Checho el Deshecho se cuestiona a sí mismo diciendo: “pero ¿qué tipo de movimiento es esto? ¿Puro simplismo? “Yo soy caricaturista, a nosotros nos enseñaron a no tragar entero, a ser críticos y en mi generación nuestros referentes eran otros grandes como Iván Tubau, presentador de televisión, poeta caricaturista, articulista y profesor de periodismo en la UAB o el mismo RIUS, Eduardo del Rio, caricaturista, historietista y escritor mexicano. Ambos eran caricaturistas editorialistas que tenían una responsabilidad social con sus lectores”.
Para Rubens es un hecho que los caricaturistas son orientadores, catalizadores de los problemas sociales en materia de salud, educación, justicia, o la falta de respuesta de las autoridades a necesidades básicas, por eso agrega. “éramos voceros, contábamos esa situación y nuestra misión era orientar. Un caricaturista documentado no era para desorientar a los electores. Sin embargo, hoy en día si el caricaturista no se instruye lo que hace es colgarse de la rutina diaria, ser el trompo de poner para darle garrote al mandatario de turno solamente, llámese Petro o Maduro. Los colegas son francotiradores, le disparan a todo lo que se mueva, mientras que en mi época nos acostumbraron a competir con calidad, a trabajar esa caricatura hasta obtener la de mejor calidad. Fuimos formados con ese criterio”.
Las noticias ya traen el humor
Hacer una caricatura diaria no le genera dificultades a este humorista, por eso ver a Checho el Des-hecho en ADN atinar con su humor a tantos temas que reflejan la realidad social, política y cultural del país, no es una sorpresa. Al hablar de un asunto tan sensible en Colombia como es la Paz, Rubens no se detiene a pensar su respuesta, con naturalidad confiesa: “he abordado el tema de la Paz, porque hay que abordarlo, pero con mucha responsabilidad.
A nosotros nos enseñaron que a una noticia de primera mano había que hacerle un proceso epistemológico para poder convertirla en humor, con su respectivo mensaje satírico, que mezcla lo crítico, el sarcasmo y el humor. Algunos confunden el humor con la burla, pero no es la burla, sino ridiculizar cosas que le hacen daño a la sociedad. El producto final es esa satisfacción de generar un mensaje recibido por el lector, que se da cada vez que éste responde con una carcajada o una sonrisa”.
Haciendo uso de su sarcasmo, Rubens asegura que ahora los periódicos o medios de comunicación masivos ya traen el humor en sus noticias, ya no hay que elaborarla, están inmersas. Por ejemplo: asaltaron un cartel de policía, ¡eso ya es una caricatura!
Como muchos saben, Bustos es sociólogo y su profesión sale a relucir al hablar sobre la facilidad enorme que posee para darle tratamiento a la interpretación de la realidad, y aplicar la teoría psicológica, pues la parte terapéutica es convertir en humor esa triste realidad que nos rodea.
La Mafalda de Rubens
Los ojos del amo de Blackperry se mantienen siempre alerta y quizás por eso reconoce que la caricatura es una de las herramientas que más le agudizó su capacidad de observación. Al ejercer su profesión en un ente de control mucha gente le preguntaba ¿qué carajos tienes que ver con eso?” y él con astucia se describía como caricaturista forense, cargo que obviamente no existe, pero le gustaba mamar gallo con eso. Con picardía explica: “nunca hice caricaturas habladas, para eso existe un experto morfólogo retratista, especializado, pero como sociólogo trabajé en programas de prevención de delitos y violencia en la población escolarizada”.
Por su importancia para las artes gráficas y la expresión, Rubens fue homenajeado en el 2015 en su tierra natal Albán, Cundinamarca, donde también inauguró su exposición de caricatura ‘Perspectivas y prospectivas’. Sin embargo, la nostalgia es mayor cuando recuerda el homenaje en 1993 al maestro Quino, autor de Mafalda, en el club ejecutivo de El Tiempo, donde tuvo el honor de ser uno de los caricaturistas invitados por el director de ese entonces, Hernando Santos (Qpd). Para esta ocasión estuvieron los argentinos Cendra y Fontanarroza y los maestros Grosso, Guerreros y Pepón.
De ese maravilloso encuentro Bustos heredó una “Mafalda” que le dedicó Quino, tesoro que comparte sin reservas y custodia al igual que innumerables recuerdos que recita al tiempo que vamos conversando: la caricatura que le hizo en 1991 a Jaime Garzón, durante la realización de un programa de Señal Colombia o el registro del periódico de la jornada de los caricaturistas en pro de los damnificados del eje cafetero en 1998. Por último, con los sorbos que le restan de su café recupera una fotografía con los maestros del humor gráfico, Yayo Herrera quien reside en Canadá y el maestro León.
La hora de partir ha llegado y Rubens decide ir al encuentro de los transeúntes bogotanos. Sin necesidad de portar un largo gabán y esconder su rostro, en pocos minutos se camuflará para darle vida a una historieta más de Checho el Des-hecho.
Fotos: archivos Rubens.