@NataliaGnecco
Las terrazas de la Zona T estaban repletas de gente que disfrutaba el sol, el aire libre y seguía con la mirada la moda capitalina, esa que puede ir de la pinta más chic a la más retro, minimalista o loba. De repente mientras saboreábamos otra ronda de gin tonic en el restaurante Balzac, un gran alboroto se sintió en Pravda, acompañado de inusuales agravios.
“Vamos a defender nuestro amor” fue la frase que repetía un joven, mientras su amante, un hombre entrado en años sostenía su mano inmóvil ante los gritos desesperados de la esposa engañada, quien cegada por la confusión, no le importó ventilar en un lugar público la traición de la cual fue víctima. Unos filmaban la escena, otros tomaban fotos descaradamente, algunos murmuraban y se fue aglutinando tanta gente afuera del restaurante, que fue imposible no enterarnos de la situación que parecía una escena extraída de una película de Pedro Almodovar: un universo propio, identificable, con un tema centrado en la homosexualidad.
El episodio nos dejó boquiabiertos, de solo imaginarnos cómo reaccionaríamos si nuestra pareja nos engañara con una persona de su mismo sexo. Lo curioso es que según una investigación realizada por el periódico británico The Sunday Times, que un tercero cause la ruptura matrimonial y no sea el habitual «otra mujer» u «otro hombre», ya no es descabellado, incluso abogados especializados en familia dicen que han estado viendo más matrimonios disolverse a causa de una aventura con alguien del mismo sexo.
The Sunday Times entrevistó a veinte abogados e investigadores privados y todos coincidieron en que esta causal de divorcio va en aumento, de hecho manejan uno o dos de esos casos al año, que hace 10 a 15 años ni se presentaban, a lo sumo, era solo un caso rara vez en varios años. Juristas y asesores afirman que la mayoría de sus clientes son gays, lesbianas o bisexuales, que reprimieron sus sentimientos para adaptarse a las normas sociales o complacer a sus padres casándose y teniendo hijos. Pero ante el espectro de una sociedad más abierta, muchos se están saliendo del clóset para actuar conforme a sus sentimientos.
¿Quiénes son más tolerantes?
A más de una mujer que estaba en nuestra mesa le escuché decir que habrían protagonizado un escándalo mayor y quizás el hombre en cuestión habría terminado con más de un platillo volador en su cabeza. Pero en medio de la improvisada mesa redonda que se organizó alrededor de este tema, la primera en pasar al banquillo fue Hanna, de 49 años quien declaró: “me dolería en el alma encontrar a mi pareja con otro hombre, pero creo que sería peor verlo con una mujer, porque siempre nos comparamos, sufrimos con todos esos pensamientos. Javier, mi último marido, era muy mujeriego, si me lo pillara enredado con otro tipo, me daría mucha risa, no dolor”.
Por su parte, Liliana de 47 años considera que el tema es muy complejo, con aplomo expresó: “creo que no puede llamarse infidelidad, hay que buscarle otro nombre, pues siempre he pensado que es posible restaurar una relación cuando hay una infidelidad normal, pero cuando hay una relación con personas del mismo sexo es totalmente diferente. Obviamente, en estos tiempos de tanta confusión y ausencia de valores un pensamiento como el mío puede parecer exageradamente conservador, pero rechazo el engaño, porque mentir sobre las preferencias sexuales me parece llevar la relación más allá del límite permitido”.
Sin perder un solo detalle de lo que afirma Liliana, su amiga y contemporánea, Helen, considera que todo acto de infidelidad es considerado una traición, por lo tanto, genera dolor desde lo más profundo del corazón y tranquila explica: “el hecho de que ese tercer ingrediente sea del mismo sexo, solo me haría reflexionar y pensar que estamos en una búsqueda constante de nosotros mismos. La condición de homosexualidad es tan válida como la heterosexual, yo sería misericordiosa y amorosa, como ser humano, por lo menos él encontró su verdadero amor desde la responsabilidad de criterios. Valoraría su acto.”
Desde la otra orilla, un reciente estudio de la Universidad de Texas asegura que un 50% de los hombres tienden más a seguir saliendo con una amiga que los ha engañado con otra mujer, que con una que los ha traicionado con otro hombre. Sin embargo, las mujeres muestran el patrón opuesto: ellas son más propensas a perdonar y continuar saliendo con un hombre que ha tenido una relación heterosexual, que con alguien que haya tenido una relación homosexual.
Al respecto, Daniel de 32 años se muestra favorable a este estudio norteamericano, pues considera que se sentiría muy afectado en su autoestima, llámese ego masculino, si su pareja sale con otro hombre en lugar de otra mujer, pues sería más difícil perdonarla y la desconfianza sería total. Por el contrario, Omar no se siente identificado con las estadísticas que arroja esta investigación, con ironía complementa: “¿tú te imaginas la escena?: Gordo lleva una botella de vino esta noche que mi amiga va a compartir con nosotros.”
Desde España Carlos, de 50 años, solo atina a bromear ante la pregunta y soltando una carcajada me dice: “si pillara a mi mujer con otra… mmm.. ¡sería interesante si me dejaran llevar una cámara!”. Pero asumiendo una posición más seria confirma que ha sido testigo de un caso particular: “recuerdo que un colombiano llegó con su mujer e hijas conoció a un español y se lió con él, con la “autorización” de su esposa. Ahora viven los dos aquí en Vitoria- Gasteiz y visitan periódicamente a las niñas en Colombia. Supe que la familia del chico español no está muy de acuerdo con esa modernidad, sobre todo porque él corre con todos los gastos de sus nuevos “parientes”. Unos lo llaman amor, pero la contraparte lo considera una desgracia como otra cualquiera. Mundos extraños para nuestras mentes conservadoras”.
La pregunta ahora es qué tan tolerantes serían los gays si su pareja les pone los cuernos con alguien diferente a sus preferencias sexuales, Alejandro de 31 años se presta a contestar mi pregunta: “la verdad he tenido relaciones con hombres casados, son muy varoniles, me encantan y podría decir que no me chocaría tanto si llegara a descubrir un affair de mi pareja con una mujer, pero si es con otro hombre sí me enterraría un dardo en el corazón.”
Sin cuestionar lo que opina Alejandro, Sebas de 28 años considera que ya superó esa etapa de desconfianzas, porque era muy posesivo, celoso y sufría demasiado, con una amplia sonrisa confiesa: “el amor es un contrato, yo he decidido amar lo bueno y no preocuparme por las aventuras o infidelidades que aparezcan en el camino. Además, es difícil cuidarle ese instinto animal a tu pareja.”
¿A salir del closet?
Es un hecho que el descubrimiento de que su esposo o esposa es gay o lesbiana es traumático, muchos de estos cónyuges optan por pedir el divorcio. Los investigadores privados consultados por The Sunday Times dicen que la proliferación de las redes sociales y sitios web de citas ha hecho que sea más fácil de buscar y establecer estas relaciones, especialmente para los hombres homosexuales.
Contrario a lo que muchos creíamos, el adulterio no es citado como causa de divorcio en casos de infidelidad que involucran parejas del mismo sexo, los clientes afectados presentan la demanda alegando «comportamiento irracional», que podría ser interpretado como esa imposibilidad de algunas personas de reconocer que tienen una preferencia sexual distinta a la tradicional, en otras palabras al temor de salir del closet, o el “coming out” o como dicen en Francia a “sortir du placard”, una decisión que ya tiene una fecha en el calendario, pues el 11 de octubre se celebra mundialmente el día para salir del armario.
Pero como todo tiene un proceso, me atrevo a decir que vamos a presenciar muchas más escenas como la de Pravda, porque sigue siendo difícil tanto para hombres como mujeres colombianas contrariar la voluntad de sus familias, superar los cánones sociales o ignorar el machismo. Lo cierto es que será inevitable que aumenten en Colombia los casos de divorcios por terceras personas del mismo sexo, alimentados quizás por casos aparentemente exitosos, como los del mundo del espectáculo.
Recordemos que una de las historias recientes que más han acaparado la atención del público es la de Bruce Jenner, quien pasó de icono olímpico, famoso padrastro de las Kardashian a mujer trans. Caitlyn además de convertirse en la celebridad más publicitada del planeta, de protagonizar la portada de Vanity Fair, afrontó con su familia (detrás de cámaras) muchos miedos, dudas, pruebas de amor, de coraje, con las tensiones y traumas que implica este cambio tan drástico. Después de todo, la vida no es color de rosa.
Fotos: huffingtonpost.com – straitstimes.com- askmen.com- soc.ucsb.edu
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