@NataliaGnecco

“No hay nada más intoxicante que la victoria, y nada más peligroso”, Robert Greene, las 48 Leyes del Poder


Tal como aseguraba el ex mandatario Richard Nixon, en su libro «Líderes», la diferencia significativa entre liderazgo y gestión se basa en que el gerente se preocupa principalmente por los resultados a corto plazo, mientras que el líder es un hombre de visión que se concentra en el futuro. Y es precisamente esta diferencia sustancial la que existe entre el Presidente electo de Estados Unidos Donald Trump, quien hace honor al inmediatismo y el ex Presidente Ronald Wilson Reagan, quien gracias a su liderazgo y  a su relación simbiótica con el líder soviético Mikhail Gorbachev logró sentar las bases para una resolución pacífica de la Guerra Fría.

Reagan era un comunicador eficaz de las ideas conservadoras, pero también fue un político enormemente práctico que estaba comprometido con el éxito. Ahora con la llegada de Trump a la Casa Blanca, las similitudes entre los dos Presidentes Republicanos tienden a desvanecerse y la brecha se hace más notoria, en especial en lo que se refiere al manejo de las relaciones internacionales, pues Trump no desea un proceso de transición en Cuba, sino el desmonte inmediato del Régimen Castrista, mientras que Reagan prefirió jugársela por un proceso de cambio llamado Perestroika, en un momento histórico para la antigua Unión Soviètica exigiéndole al líder ruso que protegiera legalmente la libertad de expresión y de culto, que estableciera la completa independencia del poder judicial, el voto secreto y la libertad de asociación.

Si bien Ronald Reagan se destacó primero como actor antes de llegar a la Casa Blanca, su trayectoria política como Gobernador de California le dio una experiencia enorme en el momento de maniobrar los hilos del poder en el Congreso americano, lo cual es una enorme ventaja sobre su predecesor republicano, quien se destaca más como un amante del Showbiz y un poderoso Bussinessman que como un político que entienda las ramas del poder y la sinergia que existe entre ellas.

Estamos frente a un hombre que no se detiene hasta conseguir su victoria, pues su meta es ganar sin importar cómo lo logre: ya sea evadiendo impuestos o con una guerra mediática sucia en contra de su oponente. En otras palabras para Trump «el fin justifica los medios», como lo concluyó Napoleón Bonaparte de las enseñanzas del famoso príncipe Maquiavelo.



Pero comulgar con maniobras maquiavélicas no fue un plus para Reagan, después de todo, una cosa es ser simpatizante de Gorbachev y otra congraciarse con Putin. Mientras Reagan le exigió a el ex mandatario ruso derribar el muro de Berlín y acabar con todas las barreras entre la Europa del Oeste y del Este, Trump mantiene su promesa de construir un muro entre México y Estados Unidos para frenar la inmigración ilegal a su país, propuesta ganadora que aparentemente frenaría el problema, pero puede acarrear consecuencias en el futuro, como por ejemplo afectar el intercambio comercial en la frontera que asciende a US$1.000 millones diarios, según el Reporte del Estado de la Frontera del Centro Wilson, un centro de estudios independiente de EE.UU.


Ahora bien, ser aliado de Putín es como apostarle al chico malo de la película, cuando Donald quiere ir ya Vladimir está de regreso. Putin es un viejo zorro, su politica intervencionista en los países de la antigua Unión soviética y su empeño por mantener el régimen de Al Asad con el cuentico que hay que luchar contra los terroristas del Estado Islámico y así evitar que se expandan por el resto del mundo, solo busca asegurar su base militar en el puerto de Tartus, considerada una instalación estratégica por su salida al mar mediterráneo, y la construcción de una nueva en la ciudad costera de Jableh en el noroeste de Siria, así el costo sea un derramamiento de sangre sin precedentes.


Por otra parte, acabar con el TTP o el Nafta son apenas otras de las medidas cortoplacistas de Trump, que han hecho estremecer a sus vecinos, a tal punto que el Ministro Trudeau ya se apresuró a pedir una re negociación entre ambos países. Recordemos que el Tratado de Libre Comercio entre Canadá y Estados Unidos fue una piedra angular durante la era Reagan, al menos. Christine Lagarde, presidenta del FMI ya le advirtió a Trump que esta pretensión es absurda, pues los acuerdos económicos no se deshacen del día a la mañana, como si fueran un nudo de corbata. 


A simple vista el peligro internacional que representa la presidencia de Trump no es otra diferente que la de su temperamento, amenaza que resaltan expertos como Damián Jacubovich, pues el carácter explosivo del nuevo jefe de la Casa Blanca dista mucho de ser la de un líder con alta dosis de diplomacia y dominio de la estrategia militar que va más allá de su propuesta de acabar el terrorismo mediante la captura y tortura de los familiares de los sindicados, una salida que parece el remate de la última saga de Rambo, Last Blood, en donde el superhéroe americano pretende tomar venganza de los grupos terroristas de Siria e Iraq.

Por último, como aduce Jacubovich, hay que tener en cuenta que Trump propende por una política internacional aislada, pues para él la guerra no es algo tan lucrativo para el Estado, después de todo el magnate americano no pertenece al lobby armamentista, en ese sentido se inclina más hacia la postura de Alemania, basada en la falta de interés por desperdiciar plata en escenarios ajenos, de hecho ya también le advirtió a la OTAN que no está dispuesto a sacrificar más dinero que el resto de los países y si no se replantea el costo – beneficio, prefiere salirse de la Alianza del Atlántico Norte. No olvidemos entonces que en su momento, Ronald Reagan convirtió a la OTAN en protagonista indiscutible de su política exterior.

A una semana de haber ganado Trump las elecciones, en medio de violentas protestas que nunca tuvo que enfrentar Reagan y ad portas de nombrar un gabinete controvertido ya se puede deslumbrar cómo será su gobierno con Rudolph Giuliani como opcionado para convertirse en Secretario de Estado, comprometido al máximo con la construcción del muro en México y un Steve Bannon como Consejero Principal acusado de antisemitismo, racismo, xenofobia y homofobia, puro alt-right... Entonces, ahora sí como dijo el ciego, amanecerá y veremos. Amaneció y no vio nada.

Fotos: diariolasamericas.com- newsmax.com