@NataliaGnecco
“Yo quería que mi hija se desapareciera a los 14 años y regresara en otra época”. Sin el menor rastro de arrepentimiento, María Eugenia, de 49 años, esteticista de profesión, separada, resume ese período tan difícil que atravesó cuando su hija se escapaba de la casa, era grosera con ella y sus noches estaban cargadas de un stress total, de solo pensar que le pudiera ocurrir algo malo, que cayera en las drogas o saliera embarazada, con tristeza dice: “parecía que yo fuera su peor enemiga, su rebeldía no tenía límites, mientras yo me mataba trabajando, a ella todo le valía cinco”.
Si bien la celebración del Día de la Madre está cargada de reportajes en donde imperan las historias sobre mamás exitosas con hijas abnegadas que reflejan unas relaciones perfectas, el stress materno, que viven hoy muchas mujeres por la dificultad para conciliar la vida familiar, demuestra otra cruda realidad, ¿amigas o enemigas? Madres e hijas se enfrentan hoy a situaciones complicadas debido a la secuela de los divorcios, los compromisos laborales, los problemas económicos, la falta de equilibrio emocional, la ausencia de comunicación generada por la era digital, las exigencias de la sociedad de consumo, los cambios generacionales, los embarazos no deseados, la proliferación de drogas sintéticas, las preferencias sexuales etc, etc. Los tiempos han cambiado y son muchos los factores que impiden que la relación sea color de rosa.
Hoy la hija de María Eugenia llora arrepentida por todo el mal rato que le hizo vivir a su madre, quien sorprendida explica: “en mi época la rebeldía era estudiar algo en contra de la voluntad de los padres o querer trabajar, vivíamos con muchas restricciones, nos tocaba obedecer a las malas, pero las jóvenes de ahora tienen mucha libertad, no entiendo ¿cuál es el problema?”.
Para Francisca, una humilde operaria de 48 años, el mes de las madres le ha dejado un sabor bastante agridulce, pues por un lado su hija de 21 años le dio la alegría de tener su primer nieto, pero la relación con el padre del bebé es tormentosa. Con pesar confiesa: “al poco tiempo de haber nacido el niño, mi hija tuvo un enfrentamiento terrible con su marido, se faltaron el respeto y hasta se pegaron. Inmediatamente fui por ella, me la traje para mi casa, pero muy dentro de mí sabía que una vez pasara la dieta, se iría. La semana pasada regresé al apartamento y ya había sacado la mitad de su mudanza, sin decirme nada, es obvio que vuelve con su esposo, pero no puedo evitarlo. Definitivamente nadie aprende en cabeza ajena”.
Si Francisca sufre en silencio su impotencia, Patricia, de 40 años, abogada de una importante firma, no se queda atrás al relatar su amarga experiencia: “esta mañana, cuando desayunaba con mi hija me gritó: mi papá dice que tomaste todo su dinero en el divorcio, así que es culpa tuya que no me pueda llevar a Disney World como prometió. –No sabía cómo responder -continuó, con la voz temblorosa-. «Ahora el dinero está más escaso, trato de no discutir las finanzas u otros detalles con ella, pero mi ex está furioso conmigo por no permitir que siguiera maltratándome psicológicamente, por eso le dice mentiras horribles sobre mí todo el tiempo, constantemente la vuelve en mi contra y esto me saca de quicio. ¿Se supone que debo callarme para que piense que soy la mala del paseo?
Por su parte, María Cristina publicista de 42 años, confiesa que durante los últimos 18 meses ha tenido problemas con su hija menor, que tiene 16 años. Con impaciencia explica: “ella siempre está enojada, argumentativa y me habla muy irrespetuosamente, hace tiempo no tenemos una conversación decente. Al principio, mi marido no era tan solidario conmigo y sentí que estaba luchando una batalla solitaria, pero él se ha vuelto más solidario y juntos hemos tratado de hablarle sobre su comportamiento. Le confisco el celular, le prohíbo salir, no le doy dinero, pero nada parece hacer que su conducta mejore”.
Mientras María Cristina sigue ensayando fórmulas para lograr una mejor convivencia familiar, Sandra, abogada de 39 años y divorciada siente que se convirtió en el cajero automático de su hija, con pesar afirma: “soy una máquina de ATM para Luisa, solo me ve para pedirme dinero, exigirme todo el tiempo, sin preocuparse por nada más. Yo me pregunto constantemente, ¿qué pasó? Pensé que estaba haciendo lo mejor por mi hija, nunca me propuse criar una niña egoísta, insensible, mimada… ¡Estoy desesperada!”
A más culpa, más compensación y menos consistencia
En mayo además de celebrar el Día de la Madre, también se celebró el Día Internacional de la Familia, el cual hizo énfasis en las buenas prácticas dirigidas a conciliar tanto la vida familiar como la laboral y a asistir a los progenitores en su papel de educadores y cuidadores. Después de todo, la familia es la unidad básica de la sociedad, uno de los vínculos afectivos más poderosos, pero lamentablemente debe afrontar muchos retos para no desintegrarse.
Precisamente uno de los retos que han debido afrontar las madres es la evolución en el modelo de crianza, pues los padres de antes solían ser menos complacientes, más herméticos, impositivos y rígidos en cuanto a la educación en casa, por ende, los hijos cumplían más con la disciplina impuesta, se obedecía sin rechistar, algo que ahora suena obsoleto. Es por eso que muchos psicólogos hablan del fenómeno “De l’enfant roi à l’adulte tyran”, es decir: “del niño rey, al adulto tirano”, que es quizás una de las razones por las cuales las madres de ahora sufren tanto de stress materno: de tanto mimar y darle lo mejor a sus hijas, las convirtieron en tiranas “.
Asimismo, una investigación reciente, dirigida por el psicólogo Dan Kindlon, Ph.D., profesor de la Escuela de Salud Pública de Harvard, mostró que un impresionante 88 por ciento de los padres encuestados consideraba al menos un poco, que sus hijos habían sido malcriados. Kindlon asegura que esta generación se destaca por unos niños más materialistas, a edades más tempranas, es por eso que a los cuatro años ya piden unos Nikes, en lugar de unos zapatos.
Por otra parte, Michele Borba, autora del libro: “Do not Give Me That Attitude! , se remonta a la infancia para abordar los problemas actuales entre padres e hijos, él afirma que los niños de preescolar nunca han sido reconocidos por su paciencia, pero la generación de hoy ha impuesto su propio sello: «lo quiero ahora.» . Es por eso que las tiendas y restaurantes exclusivos al igual que las cabinas de primera clase de las aerolíneas están prohibiendo el ingreso de niños menores de seis años porque su comportamiento, en general, es horrible. Prácticamente se habla de una prohibición a los niños, o un “Brat Ban “, porque sus padres no los pueden controlar.
Otro factor a tener en cuenta es la culpabilidad que manejan algunas madres, porque están trabajando más horas de lo normal, dice el especialista, Sal Severo Ph.D que “entre más culpa sienten los padres, hay más compensación para los hijos y menos consistencia al momento de exigirles. Hay mamás que luchan por darle todo a sus hijas, a pesar de que saben que esto les va a causar problemas más tarde”.
Finalmente, Mireya, administradora de 51 años, quien pasa por momentos difíciles con su hija recuerda que nunca supo decirle no a su niña. Por las noches, por ejemplo, siempre le pedía un dulce antes de comer, llegaba la hora de la cena, entonces no comía nada, pero luego a la hora de acostarse, gritaba que está muy, muy hambrienta y ella muerta del cansancio se levantaba de inmediato pensando ¿qué madre envía a la cama a su hija hambrienta? … Con tristeza reconoce: “no sé por qué creí que, de adulta, Daniela sería una persona considerada conmigo, si nunca le puse freno a sus caprichos”.
Fotos: sitemason.com- usercontent2.hubstatic.com
familyliveson.files.wordpress.com- cdn.deseretnews.com- /www.psychologies.co.uk
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