@NataliaGnecco
El elector colombiano tiene una cita con la democracia el próximo 11 de marzo para elegir al Congreso de la República. En medio de todo el abanico de aspirantes, la publicidad que pulula en las calles, redes sociales, medios de comunicación, etc, etc, navega la gran expectativa sobre los retos que les espera a los nuevos parlamentarios, quienes deberán ponerle el pecho a reformas a la salud, justicia, política, pensiones y eventualmente a una nueva reforma tributaria.
Pero más allá de hablar de los candidatos y de sus propuestas de cómo afrontarán estos retos, vale la pena echarle un vistazo al perfil de los votantes colombianos. De los 36 millones habilitados para salir a las urnas el próximo domingo ¿con qué tipo de elector te identificas?
El elector inscrito: a menudo, los individuos se registran en un partido importante y generalmente prestan atención a los acontecimientos actuales, pero no necesariamente a los espectáculos políticos. Pueden hacer un esfuerzo para informarse sobre un candidato o problema, pero generalmente solo lo hacen unos pocos días o semanas antes de una elección si es que se toman el tiempo para ello. Con frecuencia votan basándose únicamente en la afiliación partidaria del candidato o porque es un amigo, un miembro de la familia o no falta el que se ve influenciado por la propaganda y termina votando de cierta manera. A menudo no votan en las elecciones para Congreso, pero no se pierden las Presidenciales.
El ciudadano correcto: estas personas siempre votan en cada elección porque sienten que es su deber hacerlo, y generalmente prestan más atención al panorama político que el votante registrado. Pueden intentar informarse sobre candidatos políticos y algunos incluso pueden ser considerados como adictos, pero en general no pasan mucho tiempo investigando. Pueden familiarizarse con las posiciones de los candidatos y participar en conversaciones temáticas sobre política, pero a veces no están lo suficientemente informados como para debatir en serio, especialmente con un activista. A menudo donarán a campañas e incluso asistirán a una recaudación de fondos o un evento si están motivados por la multitud de activistas o la campaña política en sí, pero en general no gastan grandes cantidades de su dinero o tiempo como voluntarios de las campañas.
El activista: estos son los fanáticos. Tienen una actitud celosa sobre un candidato o problema y se movilizarán para difundir información sobre ese líder que admiran o la problemática existente, de todas las maneras posibles. Revisan con frecuencia las redes sociales, no se pierden de las encuestas, llaman a programas de entrevistas a menudo, donan tanto dinero como pueden y dedican su tiempo libre a promover la agenda de sus candidatos. Además, hacen un esfuerzo por contarles a todos sus amigos , familiares y a cualquier otra persona que los escuche sobre las fortalezas de su candidato preferido. Siempre votan, incluso si están «desechando su voto», solo para transmitir su mensaje.
El zombi: a este grupo pertenecen los activistas que eran apáticos, considerados como durmientes o zombies, pero de la noche a la mañana reciben un “wake up call” y se reactivan tanto que, de no estar para nada involucrados en la política, son movilizados por un candidato o problema en particular y terminan en devotos seguidores. Asisten a todas las marchas, se vuelven voceros y por lo general son versados sobre las posturas de sus candidatos o causas, aunque no superan en información al buen ciudadano.
El apático: estas personas no se preocupan por la política, no prestan atención a las noticias políticas, sitios web, ni redes sociales. No están registrados para votar y por lo tanto, no participan. Como en realidad no son votantes, son los «anti-electores». Sin embargo, se pueden convertir en activistas si se presenta el tipo correcto de candidato.
El resentido: por lo general se trata de personas que ya han militado en un partido político, pero su experiencia no fue nada grata. Tienen un alto sentimiento de frustración y como son resentidos viven envenenados contra un segmento de la población específico o contra toda la sociedad. Ni siquiera les interesa promover el voto en blanco.
El elector blanco: este grupo de electores considera que el voto en blanco es la mejor opción para ejercer su derecho al sufragio, votan siempre manifestando que ninguna de las opciones planteadas es la adecuada. A estos votantes no les interesa la controversia que despiertan a su alrededor, ni que los tilden de anti demócratas y sueñan con ganar en las urnas para dar una lección tanto a los candidatos corruptos, como al resto de la humanidad.
El despelotado: los miembros de este grupo que están registrados para ejercer su derecho al voto siempre se les cruza la cita con la democracia con un viaje, una visita urgente, una tarea inaplazable o cualquier cosa que les desconcentra de su compromiso con ir a las urnas. Si esta semana les preguntaran por quién van a votar al Senado, a la Cámara, o por a la del Consulta del Centro Democrático o de Colombia Humana respondarán: ¿luego cuándo son las elecciones? Y no faltará quien pregunte si era necesario inscribir la cédula.
El votiarepas: con frecuencia los electores de esta categoría están tan informados como el buen ciudadano o el activista, pero son adictos a las encuestas. Tienen la firma intención de votar, siempre y cuando sea por el ganador, por eso no tienen ningún problema en cambiar de bando o de opinión varias veces, dependiendo de lo que más les convenga.
Fotos: El Tiempo- Los Angeles Times- PanAm Post- Global Exchange- teleSUR- Zona Cero
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