Admirador de Albert Camus, ateo, irreverente, enamoradizo, mamagallista y locamente apasionado por su profesión, Luis Barragan, más conocido como Naide, no esconde su satisfacción de ser el humorista gráfico, ilustrador y caricaturista editorial con más experiencia en Colombia. Sus colegas Matador, Chócolo, Rubens, Caballero y Mico no vacilan en extenderle el tapete rojo a quien ha impregnado de humor y reflexión social no solo las páginas del El Tiempo, El Mundo y El Espacio; las revistas Diners, Cromos, Alternativa y el Malpensante, sino también las del diario The New York Times.

Luego de 33 años viviendo en Estados Unidos y cientos de anécdotas para compartir, Naide saca pecho para decir que el secreto de su éxito ha sido su «ridicurriculum». Ha sido empírico toda la vida, con franqueza me cuenta: “yo aprendí del oficio, Enrique Santos me daba un tema y empezábamos a desarrollarlo, fui aprendiendo gracias a mi trabajo en el Tiempo. Por eso cuando me preguntan ¿estudios? Me echo a reír.”

Pero como no es un turista cualquiera que visita a Colombia, le indago sobre los temas que rondan en su cabeza y con rapidez me dice: “no he tenido tiempo de pensar en Bogotá porque he estado espantando el humo, huyéndole a las motos, a las bicicletas; luego llego a la casa y no tengo tiempo para pensar, solo para darme un duchazo y verle el cuello a mi camisa… ¿Y darle gracias a quién por llegar vivo, si soy ateo?”. Soltando una fuerte carcajada pasamos a conversar sobre las convicciones de este genial caricaturista político.


Naide cuenta que su padre fue pastor protestante. Pasó por colegios cristianos y católicos en Cachipay (Cundinamarca) y en Fontibón (Bogotá). Sin embargo, no olvida su primer Trisagio, oración para alabar a la Santísima Trinidad, en la iglesia San Pedro Claver. Con nostalgia relata: “ese templo estaba forrado en oro, yo era de los pequeños del curso y cuando me tocó el turno de la confesión, no supe qué decir, porque a pesar de que mi papá siempre me decía que yo era pecador, yo no entendía eso. El sacerdote se desesperó tanto que me insultó: chino güevón diga sus pecados o quítese de aquí. Yo quedé bravo y me fueron espantando esa creencia. Luego tuve un primo comunista que me hablaba sin parar de toda esa carreta. Así empecé a cuestionarme muchas otras cosas”.

Blankito fue mi mentor


El amor por su oficio ha sido tan grande que la vida misma se ha encargado de recompensar a este dibujante de humor. En 1980 ganó el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en Caricatura. En 1997 obtuvo el International Labor Communication Association Award por sus caricaturas editoriales. El éxito de sus libros “Uno” (One) y «Lo que Naide se Imagina” de Editorial Pluma, en 1983, así lo comprueban. Esto sin mencionar que tiene un nuevo proyecto en mente, cuyo prólogo está a cargo de su gran amigo, Daniel Samper Pizano, a quien en cuatro ocasiones le ilustró sus volúmenes de humor.

Cuando menciona al periodista y escritor colombiano, Naide se emociona al recordar: “conocí a Samper en plena huelga, cuando yo trabajaba para el periódico El Espacio e ilustraba artículos para la revista Diners, lo aprecio mucho. Hace poco le envié tres posibles cubiertas de mi libro y de una vez le puse prólogo por Daniel, somos muy amigos, siento que me dedicó unas palabras que van más allá de un ensayo sobre mi trabajo, lo hizo más a manera personal, de cómo soy yo, con ese toque de humor que lo caracteriza.”


Y mientras sale a la luz su próximo libro, Naide me habla de sus inicios y cómo llegó a ser coordinador en Colombia del proyecto editorial Enciclopedia del Humor Latinoamericano. “Al rato de estar haciendo caricaturas conocí a Luis Blanco Álvarez, cuyo seudónimo era ‘Blankito’, un señor de casi dos metros, fumador acérrimo, un personaje total, se había casado como siete veces; él y unos socios trajeron una idea comercial muy exitosa en Colombia que fue la rifa de la Cruz Roja , ellos le daban un porcentaje a esa institución por usar el nombre».

Blankito fue caricaturista gráfico en Uruguay, entonces tenía la idea de una colección de libros de humor que regalaban a quienes compraban los bonos de la rifa. «En esa época Pacheco sorteaba todos los días esos bonos, fue algo muy exitoso y los libros se regalaban a los suscriptores, se editaban alrededor de 250 mil libritos y se hicieron como cinco volúmenes. Blankito fue muy franco conmigo cuando me llamó, porque me dijo que al principio no le había gustado mi trabajo, pero después sí le interesó, le gustaba mi humor y por eso me citó a su oficina”.


Desde ese momento, Blankito se convirtió en el mentor de Naide. Junto al dibujante uruguayo incursionó en el periódico de izquierda Marcha de Montevideo, que tenía suplemento de humor y alternó con pesos pesados como Quino, Fontanarrosa y muchos otros. Con el tiempo al no prosperar más el sorteo de la Cruz Roja, Blankito le propone a los socios una nueva publicación que se convirtió en la introducción del humor gráfico en Colombia.

Con orgullo Barragán afirma: «yo coordiné a la producción de los libros en Colombia y trabajaba medio tiempo con la rifa de la Cruz Roja, lo hacíamos con Carvajal en Cali, cuando se acabó ese negocio, me dijo aquí quedaron un montón de libros, me voy a España. Yo los regalaba en las cárceles porque tenía los mejores dibujantes desde México a la Patagonia. Tenemos una deuda con Blankito, porque introdujo este género al país. Recuerdo que me regalaba suscripciones de revistas, fue mi maestro y siempre me aconsejaba: nunca deje sus dibujos al descubierto, póngalos en su mesa siempre boca abajo, es un tipo de seguridad.”

Soy un día pesimista y otro fatalista


Al ritmo de varias tazas de café Naide se va dando a conocer, él  se define como un dibujante que se alimenta de la experiencia diaria de la gente en la calle, pues le conmueve el dolor ajeno y no soporta las injusticias, eso lo motiva a realizar su trabajo, incluso se arriesga a decir que un día es pesimista y el otro fatalista. Cuando hablamos del amor suspira profundo y me confiesa que también se enamora con frecuencia, lo cual lo ha llevado a descubrir que todas las relaciones tienen los mismos ingredientes: tristeza, soledad y alegría, pues estamos hechos de la misma materia.

Profundizando un poco más en el tema del amor, el caricaturista colombiano siempre estuvo en contra de ser padre, con franqueza explica: “me casé, pero no tuve hijos porque no los necesitaba, nunca pensé que sería un padre responsable, para mí lo más importante siempre ha sido mi trabajo. Tuve un colega que cada vez que bebíamos juntos me hablaba mal de su matrimonio, del tiempo que le robaban su esposa e hijos; de lo agobiante de esa responsabilidad etc, etc. Yo decía, qué difícil debe ser eso, además en mi casa somos 13 hermanos, ya con eso era suficiente. Hacer un hijo es divertirlo, pero criarlo es un compromiso permanente”.


Esta decisión de vida le ha pesado mucho en las relaciones de Naide, hasta lo han tachado de egoísta en varias oportunidades, comenzando por su padre, quien deseaba un nieto de su primogénito. Pero su respuesta siempre fue la misma: no quiero tener hijos. Afortunadamente se casó con una americana, quien aceptó esa condición, aunque muchos después de su divorcio ella decidió convertirse en madre.

¿Las mujeres lo inspiran? Al escuchar mi pregunta, Jairo se apresura a contestar: “me gusta dibujarlas, sin copiarlas, ahí se refleja lo que me atrae de ellas que puede ser hasta un simple arete. No les he hecho caricaturas, pero sí pinturas como a Susana y a otra mujer cuyo nombre me reservo, a esta última le hice un retrato en pastel entre caricatura y pintura, pero al mandarlo a enmarcar, como el pastel suelto un poco lo limpiaron con un cepillo y me quedó en un 20% de la pintura original de su hermosura”.


Naide asegura que siempre ha hecho la diferencia entre el dibujo de humor y la caricatura política. El primero es más amplio, en el sentido social y humano; el otro tiene ese tinte que no sabes cómo va a ser el día de mañana, porque la política es muy dinámica, pero no puede evitar sentirse muy atraído por la caricatura y políticos como Trump, a quien considera un personaje siniestro; por Obama o Bush Jr. De repente una anécdota viene a su memoria: “después del 11 de septiembre comenzó la campaña “If you see something, say something”,  en todos los trenes y buses se publicitaba, entonces hice una caricatura con el diablo, quien mirándose a un espejo, (con esa frase de fondo), descubre la imagen de Bush y exclama : oh my God. Esta caricatura fue toda una sensación en Union Square en NYC, punto de encuentro de artistas americanos y latinos, al igual que otra que hice sobre el Che Guevara, ambas no dejaron nunca de venderse”.

Me encanta hacer mi trabajo


“Para poder pensionarse, un artista tiene que saber que en ocho días se muere”, con esta frase Naide reitera que no está listo para bajar la guardia, porque considera que su arte es muy divertido. “Mira, a los 65 años la gente recibe pensión para ir a pasear a Disney World, o a salen a conocer el mundo, pero mi oficio es suficiente para decir que me he divertido en la vida, porque me encanta hacer mi trabajo. Sin embargo, cuando hablo sobre pobreza y falta de oportunidades en Colombia, me pongo en el lugar de esa otra persona, que sufre por esa circunstancia, porque si yo no veo con esos ojos la realidad, no puedo hacer mi trabajo, así ha sido siempre”, explica.


La violencia contra las mujeres y los niños también tienen un lugar especial en la obra de Naide, quien en uno de sus dibujos plasmó a dos niños en una caja de cartón, mientras pasa el reflejo de unos cuerpos con cajas de regalos y un chico le dice al otro: parece que esta navidad vamos a dormir en cajas de regalos, la realidad sí que es aguafiestas. Plasmar toda esta problemática social, alimenta sus lápices. Aunque sabe que no es humor, entiende que es su deber hacerlo, tal vez porque de alguna manera se identifica un poco con esa sensación de sentirse desprotegido e intimidado.


Como si leyera mi mente, antes de finalizar nuestro encuentro, Naide me sorprende con un episodio triste de su vida: “en 2001 se me incendió mi casa en Nueva York, quedé en la olla, perdí mucho trabajo, emocionalmente fue muy fuerte y me costó mucho recuperarme de ese percance. Era nuestro hogar, mi hermana estaba con su novio y mi sobrino. En ese momento  entramos en pánico, un incendio es terrible, el calentador se estalló en el sótano y tuvimos que salir corriendo. Sigo guardando mis originales y los vendo, pero esto fue devastador”.

Foto de Jairo Barragán: David Troncoso Mercí

Caricaturas: archivo Naide.

Agradecimientos: Iván Contreras.