“Hay dos personas dentro de mí. Me gustaría ser María, pero también está la Callas con la que tengo que vivir, así que me enfrento a las dos de la mejor manera que puedo”. Con esta íntima confesión comienza el documental del fotógrafo y director Tom Volf, Maria by Callas, nominado a la mejor película en el Chicago Film Festival de 2018 y presente este año en el Festival de Cine Francés en Colombia.
Volt nos sorprende con la recopilación magistral de imágenes y videos de la vida y obra de la cantante de ópera más eminente del siglo XX, a través de archivos inéditos, cartas privadas y testimonios de los amigos más cercanos de la soprano, entre ellos Vittorio De Sica, Aristóteles Onassis ―su amor eterno―, Pasolini y Luchino Visconti.
Al narrar los hechos de manera cronológica, la ópera prima de Volf conquista con facilidad al espectador. Vemos la infancia de María en Estados Unidos; su juventud en Grecia durante la Segunda Guerra Mundial; sus años en el Conservatorio Nacional de Atenas al lado de su gran maestra, confidente y amiga, Elvira de Hidalgo; videos originales de sus interpretaciones en óperas como Carmen, La Traviata, Tristán e Isolda en los teatros más emblemáticos del mundo; su fracasado matrimonio; su sonado romance con Ari Onassis; e incluso su apacible muerte en París, a los 53 años..
La narración en off de María Callas realizada por la actriz francesa Fanny Ardant, le da un detalle tan íntimo al documental, que nos hace sentir cómplices de sus alegrías, frustraciones y desdichas durante los 113 minutos de duración; pero además nos hace reflexionar sobre muchos aspectos que se confabularon en su momento para agudizar los altibajos emocionales que afrontó una de las sopranos más famosas del mundo, como el manejo de la fama, la soledad, el amor y la eterna presión social por ser una artista de temperamento fuerte, divorciada y sin hijos.
Me gustó constatar que ‘La Diva’, como era llamada por su talento vocal y actoral, tuvo carácter en la vida. En la entrevista a blanco y negro que transcurre como un cálido telón de fondo durante el documental, ella dice que el tiempo se encarga de poner todo en su lugar. Fue así como María supo recuperar la admiración del público, luego de afrontar una actitud hostil y despectiva de los espectadores en Roma, que no le perdonaron haber dejado plantado a Bellini y al presidente de la República de Italia por una bronquitis. Ante eso la Callas se defendió diciendo: “María tiene derecho a enfermarse.”
Y ni qué decir del agarrón con Edward Johnson, el director general del Metropolitan Opera House. María impuso su criterio, pues no quería cantar Fidelio en inglés y sentía que le cortaban su creatividad y ella quería siempre sorprender al público, sin que le cambiaran siempre el reparto. Esta discrepancia con Johnson no fue por sus ínfulas de diva, pues según lo explica de manera testimonial: «se enfermaba más la gente a su alrededor con su fama, que ella misma». Prueba de ello fue su esposo, Giovanni Battista Meneghini, quien supo sacar el mayor provecho de su extraordinario talento para interpretar diversos personajes de la ópera en su esencia dramática y expresiva.
Ahora bien, ¿que el amor mató a María Callas? No lo creo. A pesar de ser una mujer inestable, impredecible, que fue traicionada por Onassis y manipulada por Meneghini, su pasión por Aristóteles fue más allá del plano terrenal.
Ari la hizo sufrir muchísimo, de eso no hay duda, él la abandonó para casarse a sus espaldas con Jackeline Kennedy, pero primaba una amistad, una complicidad entre estas dos almas. Onassis regresó, hubo un reencuentro, un perdón y unas cuentas saldadas entre los amantes.
Por eso la capacidad de resiliencia de María Callas es admirable. Cayó en la desgracia por amor, sí, pero se supo sacudir, se levantó a trabajar y siguió triunfando, lo que nos demuestra que era una mujer de carne y hueso que al madurar entendió que hay un destino (así suene un poco a oráculo griego). Su vida era la ópera, no ser una abnegada ama de casa como siempre soñó, al lado de un esposo e hijos. Entendió su misión en la tierra, se entregó por completo a su carrera y nos dejó documentada una triste realidad, ojalá algunas mujeres tomaran nota: no se puede ser al mismo tiempo una perfecta profesional, madre, esposa y amante. Afirmar lo contrario o sería una falacia.
Así mismo, este documental refleja la influencia de la sociedad en la vida de los artistas famosos. Una María sola, aislada, en una sociedad machista: una artista famosa, independiente, con dinero, separada y sin hijos en esa época, ¿no sería una amenaza? Su tendencia al aislamiento, su fatiga por estrés y las largas jornadas de trabajo le pasaron la factura más de una vez. Pero pesó más la sensación de abandono desde su niñez por parte de su madre, con quien no tuvo una relación afectuosa. La figura materna le reforzó esa sombra del rechazo por no ser la más bella, la más delgada, la más amada, a tal punto que María Callas nunca se sintió necesitada, sino usada y eso la marcó por siempre.
Por último, con María Callas cada ciudad del mundo se asocia a un recuerdo. Con ella confirmamos la tendencia de las mujeres a guardar cosas, a ejercitar siempre la memoria. Es así como París representa la libertad por el solo hecho de caminar en un completo anonimato, hacer sus compras sin ser perturbada y disfrutar de su apartamento en paz; Atenas, el amor por su tierra, sus raíces, su Ari Onassis; Nueva York la admiración del público y Roma la incomprensión de los seres humanos.
Alors, chapeau pour Monsieur Tom Volt, un film extraordinaire !
Fotos: EPK_CineFrancés2019