@NataliaGnecco

Obra de Juan Manuel Vásquez (www.jmvasquez.com)

A Plutarco se le atribuye la famosa frase “el odio es una tendencia a aprovechar todas las ocasiones para perjudicar a los demás”. Hoy, las palabras del biógrafo,  ensayista griego y profesor de filosofía moral en Roma se ven reflejadas en la manera como este sentimiento ha hecho metástasis en Colombia desde las redes sociales, las campañas políticas, los medios de comunicación, las protestas estudiantiles o hasta cualquier partido de fútbol. El odio es un flagelo que sigue cultivándose en nuestra sociedad.

Esta tendencia a perjudicar a otros es un denominador común en muchos países del mundo. Por ejemplo, la Comisión de Derechos de la Persona y Derechos de la Juventud de Quebec en Canadá publicó recientemente el resultado de un estudio sobre el odio que hizo parte del plan de acción del gobierno 2015-2018, el cual refleja la radicalización existente, con miras a prevenir, actuar, detectar y aprender a vivir todos juntos. La Comisión se centró en los actos de odio basados en raza, color, origen étnico o nacional y religión.

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Es así como mientras en Quebec estudian actos de naturaleza xenófoba, especialmente islamófoba, y lo definen como “una forma virulenta y particularmente grave de discriminación que resulta en manifestaciones extremas de emoción, hostilidad o aborrecimiento”, en Colombia la Organización de Paz y Reconciliación revela en su Tercer Informe de Violencia y Dinámica electoral 2019, que los políticos en contienda están ordenando eliminar físicamente a sus competidores. Del debate de ideas hemos pasado a los asesinatos políticos. Un comportamiento reiterativo en la historia del país.

Tras la inscripción de candidatos se desataron muchos hechos violentos. El Tiempo publicó un balance de candidatos asesinados, incluyendo el caso de Karina García Sierra, la segunda aspirante del Partido Liberal ultimada, pero las denuncias de esta colectividad no dejan de llegar a la Fiscalía. Prueba de ello es la del aspirante a la Alcaldía de Pasto, Javier Álvarez Montenegro, quien viene recibiendo mensajes intimidatorios y de manera constante.

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En total hay amenazas electorales en 114 municipios del país, ante lo cual el Ministro de Defensa afirma que se han tomado las medidas pertinentes para brindarles seguridad a los candidatos en lo que resta de la contienda electoral que nos llamará a las urnas el 27 de octubre. Si bien la violencia política en Colombia no nació ayer, ha tenido sus picos altos y bajos. En el siglo XX, y lo corrido del siglo XXI, se han intensificado los conflictos relacionados con la violencia política y así lo sustenta Fernando Suárez, especialista en Estudios Políticos y candidato a magíster en Estudios Humanísticos de la Universidad EAFIT de Medellín.

Suárez nos da un panorama completo del origen de la violencia en Colombia, entre lo que se encuentra razones que ya conocemos de sobra:  inequidad, falta de participación política, de acceso a la tierra, de oportunidades, de justicia, surgimiento de guerrillas, paramilitarismo, narcotráfico, escalonamiento del conflicto etc. Es un estudio valioso que, unido a los documentos, testimonios orales, fotográficos y material  audiovisual que nos ofrece el Centro de Memoria Histórica acerca de las violaciones de las que trata el artículo 147 de la Ley de Víctimas y restitución de Tierras, es el perfecto antídoto para quien sufra de amnesia en nuestro país.

Lo triste es comprobar que, a pesar de tanta documentación sobre la realidad colombiana, parecemos ese pueblo “que no conoce su historia y está condenado a repetirla”. Quizá es porque como sociedad civil no asumimos nuestra indiferencia, ni el odio que diariamente engendramos alrededor, un detonante del cual nunca nos ocupamos. Por eso vale la pena reflexionar sobre qué tanto odio destilamos diariamente desde nuestras columnas como periodistas, en los salones de clase como profesores o estudiantes, en medio de la contienda política, en nuestro lugar de trabajo y al mismo interior de nuestras familias.

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Parece un ejercicio inerte, pero no lo es. El reciente titular del Hoy Diario “se enfrentaron a golpes seguidores de ‘El Mello’ y Caicedo en Aracataca” es un wake up call para nosotros como electores, porque no podemos aumentar más el odio entre quienes aspiran a la Gobernación del Magdalena. Y si por allá llueve, por aquí no escampa, porque a los aspirantes a la alcaldía de Bogotá no se les confronta por sus ideas, sino por quien los odia más en twitter, cada tendencia que imponen los supuestos «seguidores” es un baldado de animadversión que sigue engendrando más y más violencia.

Ni qué decir de las protestas de los estudiantes, que proponen ser pacíficas, pero en medio de éstas se infiltran encapuchados envenenados con odio, atacando buses de transporte público y tratando de incendiar un instituto como el Icetex. ¿Con qué fin?  Si es cierto el rumor de que están tratando de similar una Primavera Árabe desde las universidades de Bogotá para crear un efecto dominó en las del resto del país, pues ojalá sus ideólogos que están llevando de la mano a sus alumnos a marchar no se dejen llevar por el odio que generan sus ambiciones personales, para crear una inestabilidad política que no necesitamos. ¡Deje así, gracias!

Obra de Juan Manuel Vásquez (www.jmvasquez.com)

No puedo dejar de referirme al periodismo colombiano, manchado por tantas denuncias en torno a la ética de quienes ejercen como poseedores de la verdad revelada, lo que comprueba una vez más que no hay peor moralizador que aquel que moraliza. Estamos cansados de quienes usan sus espacios periodísticos para dar batallas jurídicas, manipular a la opinión pública, sembrar más odio, polarización y crear una especie de victimhood culture o cultura de la victimización. Es decir, periodistas que se caen para que los levanten. ¡Ya basta!

Por eso mi admiración a María Resisa, quien pasó dos décadas trabajando como reportera investigadora, corresponsal extranjera, jefa de la oficina de Manila y Yakarta para CNN. Luego dirigió la división de noticias del canal de noticias de televisión más grande de Filipinas, ABS-CBN, para fundar después su propio medio de comunicación llamado Rappler. Fue personaje del año 2018 en la Revista Time y el mundo entero conoce la batalla que libra en contra del presidente Rodrigo Duterte, pero es una periodista que no se victimiza.

 

 

Fotos: Juan Manuel Vásquez
www.jmvasquez.com