«Nunca te duermas sin un sueño, ni te levantes sin un motivo» (Anónimo)
Bogotá es el melting pot más grande de Colombia. Una ciudad donde convergen muchas personas con diferentes ideas, gustos, religión, nacionalidades y hasta preferencias políticas o sexuales, que sin lugar a dudas se han venido mezclando con los años, hasta producir una nueva cultura. Sin embargo, sus habitantes se sienten cada día más aburridos, sofocados emocionalmente y no propiamente por lo variable del clima; es un sentimiento que involucra inseguridad, insatisfacción, irrespeto, xenofobia, indignación, etc., y que se ha agravado por la incertidumbre de las protestas del paro nacional.
La “neura” de los capitalinos se manifiesta en las redes sociales y en los chats de WhatsApp por donde desfilan innumerables memes, cadenas y videos que últimamente han creado pánico y desinformación. Nunca antes había visto una cantidad de agravios digitales tan seguidos entre quienes viven en una ciudad que reemplazó el ‘sumercé’ por el ‘veci’. La intolerancia va en aumento, alimentada por la polarización política, la parcialidad de algunos medios de comunicación, las fake news (o noticias falsas), los constantes linchamientos virtuales a políticos y los enfrentamientos de trinos entre influenciadores, periodistas, artistas, etc.
Ya el famoso “tranquilo” o “tranquila” que tanto nos dicen en Bogotá no aguanta más usos, la gente no está calmada. Así lo aparenten, en su interior hay mucho ruido y está estallando de varias maneras. Es increíble que ni cambiando el “usted” por el “tú” Bogotá se haya ablandado, porque ahora la gente se tutea mucho más que antes, pero persiste la frialdad e indiferencia propias de las grandes metrópolis. La solidaridad que vimos en el segundo día del paro nacional la produjo más la paranoia por los supuestos saqueos en conjuntos residenciales, que la amistad entre vecinos, pues muchos ni siquiera se conocían.
Hasta el humor negro se ha intensificado, la proliferación de memes ante cualquier acontecimiento social, político, religioso o deportivo no se hace esperar. La risa sigue siendo el remedio infalible, sí, pero está camuflando el irrespeto, pues ante la mofa sistemática en contra del Presidente, de ‘Raimundo y todo el mundo’, lo único que vemos es una irreverencia sin límites que aprovechan los incendiarios para crear más divisiones entre los colombianos. De hecho, un par de figuras muy reconocidas del periodismo están publicando trinos y videos de mea culpa, con reflexiones y llamados coherentes a la ciudadanía. Mejor dicho, «matan el tigre y le salen huyendo al cuero».
La cuestión es: ¿cómo manejar la incertidumbre política, independientemente de sus creencias o de dónde podría caer en el espectro político? Para nadie es un secreto que el entorno político causa estrés y ansiedad porque está de por medio el futuro de nuestra Nación. Todos lidiamos con el estrés de maneras diferentes, algunos de forma saludable, otros huyen de la realidad y ya. Pero lo que estamos viviendo en Bogotá no es ese nivel bajo o moderado de estrés, que nos afana a cumplir con un trabajo o alcanzar una meta; estamos afrontando el negativo, aquel que afecta nuestra salud emocional y física.
Por eso les comparto algunas sugerencias de la organización APA (Asociación Americana de Psicología) que pueden ser muy prácticas, pues no nos proponen mudarnos a Narnia y desconectarnos, pero sí saber mantenernos informados, pero para eso es necesario conocer nuestros límites: ¿cuántas noticias recibimos diariamente? ¿cómo nos está afectando esta información? ¿cuántos trinos violentos leemos o retuiteamos? Si está preocupado por el paro nacional y esto interfiere con su vida diaria, puede ser una señal para reducir su consumo de noticias y limitar las discusiones en las redes sociales.
Lo ideal es programarse para conocer lo que está pasando en un breve período de tiempo, ya sea en la mañana o en la noche, sin necesidad de estar pegado de las noticias todo el día. Durante esos “descansos digitales» debemos tomar el tiempo para concentrarnos en algo agradable, como un hobby, hacer ejercicio, hablar con nuestros compañeros de trabajo, vecinos, o familiares. También nos sugiere encontrar puntos en común con los demás, no ponemos todos los días en contacto con personas cuyas creencias difieren de las nuestras. Si surge el tema de las diferencias políticas, hay que evitar las discusiones acaloradas e intentar identificar puntos en común dentro de las diferentes opiniones.
Si bien debemos estar abiertos a escuchar las historias de las otras personas, porque cuando uno se pone en los zapatos del otro, es más fácil ser tolerarte o comprensivo, es cierto que a veces resulta difícil discutir temas políticos de manera tranquila y constructiva, por eso es mejor desconectarse de la conversación, no seguir alimentando más discusiones en Facebook o en los chats grupales.
Otra de las sugerencias que encuentro valiosa es tratar de buscar consuelo, por eso nos proponen encontrar organizaciones basadas en la fe que puedan brindar apoyo emocional y espiritual vital durante tiempos estresantes. Participar en actividades relajantes, como la meditación, la relajación progresiva o la atención plena, también puede ayudarnos a conectarnos con el momento presente y encontrar un poco de paz.
Por último, cuidarnos, porque el estrés puede tener un impacto físico y emocional en nuestra salud en general. Debemos buscar actividades que disfrutemos para recargarnos y reducir el estrés, como leer, hacer ejercicio, escuchar nuestra música favorita o pasar tiempo con familiares y amigos cercanos. No sobra dormir lo suficiente, comer alimentos saludables y evitar mecanismos de afrontamiento ineficaces como el consumo de alcohol y sustancias psicoactivas. Obviamente si no puede manejar el estrés por su cuenta, puede ser hora de ver a un psicólogo u otro profesional de la salud mental o áreas afines, que lo ayuden a comprender la conexión entre la mente y el cuerpo.