Por Paula Angarita* y Yesika Forero Sánchez**
En esta edición del Día Mundial de las Víctimas de los Siniestros de Tránsito queremos hacer un homenaje a las 8.608 mujeres que han perdido la vida en siniestros viales entre 2015-2021, una problemática silenciosa que suele pasar desapercibida. Si bien, en las cifras las mujeres pueden verse menos afectadas por las muertes y lesiones en las vías, son ellas quienes son más vulnerables. Esto se debe, en parte, a la ausencia del enfoque de género en, al menos, dos factores de riesgo de la siniestralidad vial: el diseño de la infraestructura vial y los sistemas de transporte y vehículos, que dejan atrás las necesidades diferenciadas de las mujeres.
En consecuencia, el 82 % de las mujeres que fallecen por estas causas son peatonas, pasajeras de motos o automóviles, o usuarias del transporte público; es decir, son víctimas pasivas que en la mayoría de casos no tienen el control de la situación. Estas cifras, que cada año aumentan, han posicionado por primera vez los siniestros viales en el 2022, como la primera causa de muerte violenta de mujeres.
Lo anterior adquiere especial relevancia en los países de América Latina, en donde las necesidades y patrones de movilidad de las mujeres son, en el 70% de los casos, por razones de cuidado —entre las se encuentran compras del hogar, movilización de los hijos, y trámites y asistencia médica—. Es por ello que en la meta 11.2 ODS 2030 se consagró la necesidad de trabajar en el acceso a sistemas de transporte seguros, asequibles, accesibles y sostenibles para todos y mejorar la seguridad vial, prestando especial atención a las necesidades de las personas en situación de vulnerabilidad, como las mujeres. Y en el Plan Mundial del Decenio de Acción para la Seguridad Vial 2021-2030 se abordó la necesidad de abordar una perspectiva de género en la planificación del transporte.
Lo cierto es que para reducir el número de personas que fallecen o resultan lesionadas como consecuencia de un siniestro vial es necesario trabajar en los factores de riesgo. En el caso de las mujeres se deben abordar principalmente dos. El primero, el diseño de la infraestructura vial, como los andenes, las vías o los sistemas de transporte público acorde los patrones de movilidad femenina, los cuales implican que realizan más recorridos de menores distancias, usan más el transporte público, caminan más que los hombres, y en algunos casos lo hacen en compañía de niños y niñas, adultos mayores, o personas con discapacidad que necesitan apoyos específicos para su movilidad.
Así, quienes fallecen o se lesionan en un siniestro vial son, principalmente peatonas, acompañantes o pasajeras. En particular, al ser el transporte público una de las principales modalidades de transporte de las mujeres, ellas son las principales afectadas, pues de los 2.144 pasajeros que resultaron lesionados en 2019 en transporte público, 1.528 fueron mujeres. Además, en 2021, el 49 % de las mujeres que fallecieron por causa de un siniestro vial eran pasajeras y el 27 % peatonas, en comparación con los hombres que solo el 10 % eran peatones y 20 % pasajeros.
El segundo factor de riesgo que es necesario abordar es el diseño de buses y automóviles. Estos no han tenido en cuenta las características físicas de las mujeres. Por ejemplo, los buses están diseñados para la estatura de los hombres y los vehículos en modelos masculino promedio. Lo que ocasiona algunas implicaciones, una de ellas es que las conductoras de vehículos son 17 % más vulnerables a fallecer y tienen un riesgo del 47 % adicional a sufrir traumatismos graves en un siniestro vial. Y otra es que, tienen un riesgo cinco veces mayor de lesiones de tipo cervical. Destancando el caso de las mujeres en estado de embarazo que deben utilizar cinturones de seguridad especiales.
Todas estas cifras apuntan a la necesidad de contemplar políticas de seguridad vial con enfoque de género necesarias para reducir los impactos de los siniestros viales. Para ello, diferentes estudios e iniciativas, como mujeres en movimiento, han demostrado la necesidad de abordar un enfoque diferencial y en especial de género para la seguridad vial, y algunas ciudades como Buenos Aires ya han avanzado en este aspecto a través de un Plan de Género y Movilidad. En ese mismo sentido lo han hecho Bogotá y Ciudad de México incluyendo la perspectiva de género en su planes de movilidad.
En particular, se ha recomendado abordar un enfoque de género en el transporte y para ello iniciativas como Women Mobilize Women desarrollaron los 5 principios para las mujeres y el transporte. De los cuales se destacan el principio 3, enfocado en acciones para garantizar la seguridad de las mujeres, entre ellas la seguridad vial y el principio 5 para crear conciencia y estimular el cambio de comportamiento integrando las cuestiones de género en la planificación de la movilidad. No se puede seguir olvidando a la mitad de la población que tiene derecho a una movilidad segura, accesible y sostenible.
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* Investigadora de Dejusticia
** Pasante de Dejusticia