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Es terrible la situación que atraviesa el país a raíz del secuestro del General Alzate. No solo se suspenden los diálogos de paz, sino que también se destapa la olla sobre el fortalecimiento que se le ha permitido a la guerrilla hasta el punto de lograr uno de los golpes más fuertes sobre las fuerzas militares. Siendo Santos el rey y el ministro de defensa la reina sobre el tablero, me atrevería a decir que un general es equivalente a una torre dentro de esta partida de ajedrez que se ha inclinado en los últimos días hacia el lado de las FARC.

Los asesinatos de los indígenas, las voladuras de los oleoductos, la quema de buses y camiones, la instalación de minas antipersona en colegios rurales, el bloqueo e incineración de ambulancias y nuevamente el secuestro de civiles y soldados, dan muestra del resurgimiento de la violencia en un país que puso su fe en una paz que cada día se tiñe de sangre, de más violencia y sobre todo, de más impunidad.

Nos encontramos jugando al carrusel de la puñalada, un juego absurdo que consiste en cortarle la mano a todo aquel que ofrece su ayuda. Es un ciclo macabro que no tiene el más mínimo sentido y nos lleva a un abismo de destrucción inminente. Esta es una breve descripción de cómo son las cosas, el orden no altera el resultado y no importa a quien ponga de primero en el juego, el ciclo siempre va a seguir repitiéndose de la misma manera.

El presidente Santos sale de gira por Europa para solicitar apoyo sobre el proceso de paz con las FARC mientras que las FARC asesina indígenas. Lo curioso es que los guerrilleros que asesinaron a los indígenas también son indígenas reclutados por las FARC y ahora fueron juzgados por su propia comunidad, la cual aplicó un castigo ejemplar para la justicia “desarrollada” que curiosamente se encuentra en paro dejando en libertad a miles de criminales a diario.

Con una justicia en paro, no existe mecanismo alguno que frene la oleada de crímenes de todo tipo que se han disparado últimamente en el país. Pero qué se puede esperar de una rama judicial cuando sus máximos representantes protagonizan escándalos en los cuales dejan ver como violan las leyes de frente y sin vergüenza. Recordemos el caso del presidente de la corte quien abusó del poder para sacar impune a su hijo del bochornoso espectáculo en que agredía a la autoridad bajo la famosa premisa política de “usted no sabe quién soy yo”.

Hasta hoy, no se ha visto ninguna sanción al magistrado Miranda, ni a su hijo. Lo único que probablemente surgió de este acontecimiento es una desmotivación enorme por parte de la policía nacional quien ve cómo son cuestionados y sancionados sus hombres por haber seguido el procedimiento adecuado sobre el hijo de una persona con poder. ¿Me siguen?

Esa misma desmotivación es la que tienen las fuerzas militares al ver como su esfuerzo por combatir a los terroristas podría ser en vano en caso de permitir la impunidad con rebajas de penas o estatus político. Sin embargo, siguen poniéndole el pecho y entregándole la vida al país día a día como ese par de soldados secuestrados en Arauca. Dos peones sin el valor suficiente para activar las alarmas sobre la reactivación del secuestro durante un proceso de paz que es invisible. Todo el mundo reclama la libertad del general y sus dos acompañantes, pero nadie reclama la libertad de estos soldados o de los 58 civiles más en poder de la guerrilla.

¿Pero es que quien va a reclamar la libertad de estas personas si el presidente gobierna por Twitter y le reclama más al Ministro de Defensa que a los mismos guerrilleros por el secuestro del general? Un Ministro de Defensa que no se ha bajado los pantalones ante el terrorismo y ha mantenido su compromiso con la seguridad de un país que sueña con que se firme algún día y bajo cualquier costo el proceso de paz.

Un proceso de paz apoyado por más de 7.776.200 colombianos que hoy agachan la cabeza y miran hacia un lado para tratar de pasar desapercibidos mientras se soluciona esta crisis de la cual se han desentendido, pues creen que con votar ya hicieron su trabajo. Una actitud que caracteriza al colombiano y su formación mediocre de la crítica. Durante toda la vida hemos actuado de acuerdo a la moda del momento, lo cual deja expuesto el nivel tan bajo de la educación que tenemos.

No contamos con una formación que nos permita opinar con argumentos fundados sobre la actualidad del país. No disponemos de las herramientas intelectuales suficientes para protestar en contra de las barbaries que se han cometido y por eso dejamos que la corrupción, la violencia y la pobreza se extiendan por todo el país tanto en espacio como en tiempo. La resignación nos vuelve insensibles y la ignorancia acompañada de la falta de amor por la patria es la que permite la impunidad y aumenta la indiferencia.

Vemos como se destruye el país y ayudamos a que esto suceda. Nos pintamos la palabra “Paz” en la mano pero tan solo para una foto. Criticamos los medios de comunicación por su amarillismo, pero lo replicamos en las redes sociales. Nos burlamos de nosotros y de nuestra propia ignorancia. Destruimos al artista, al periodista, al político, al empresario, al funcionario, al policía, al deportista y hasta al amigo. Preferimos protestar por Venezuela y Palestina mientras que nuestro país cae al hueco.

Vemos la crisis en México por la desaparición de 43 estudiantes y se nos hace una bobada porque nos acostumbramos a vivir entre ese tipo de hechos como lo sucedido en Bojayá en el 2002 donde terroristas de las FARC lanzaron cilindros bomba a una iglesia matando alrededor de 120 civiles que se encontraban rezando. Así han sido cientos de masacres que simplemente nos hacen cambiar de canal para buscar algo que intelectualmente esté al alcance de nuestro nivel de crítica, ya sea un reality, una novela o un reinado de belleza.

El país arde en llamas y preferimos echarnos una cubeta de hielo encima que tratar de unirnos para exigir justicia, exigir paz, exigir la libertad de todos y cada uno de los secuestrados. Exigir una salud digna, una seguridad laboral, respeto por la vida, educación de calidad y compromiso político.

Si seguimos girando en este carrusel del puñal donde cada quien le corta la mano al que se la da, vamos a terminar sin manos para construir país. No podemos ser igual de cómplices a los criminales que día a día nos entierran vivos. Tenemos que dejar la indiferencia y apropiarnos de lo que es nuestro. No permitir que la violencia pase enfrente de nosotros mientas nos quedemos sentados sin hacer nada, viendo como hoy nos dan un campanazo advirtiendo que la guerrilla no respeta el proceso de paz. El secuestro del general es tan solo una advertencia de lo fortalecidas que están sus filas y lo vulnerables que están las nuestras mientras nos arrodillamos esperando a que una paloma blanca baje del cielo a firmar un acuerdo que no están cumpliendo.

Es responsabilidad tanto de los que votaron como los que no, en hacer ver su inconformidad. Es nuestra responsabilidad informarnos para tener un criterio y una opinión sólida. Es nuestra obligación movernos por el país y empujar a los que no hacen nada, porque mientras inundamos las redes criticando las respuestas absurdas de las reinas, no nos damos cuenta de que esas mismas reinas son el reflejo de toda una generación intelectualmente atascada, pero que a su vez, cuenta con el poder del voto para elegir los gobernantes que manejan nuestro país.

Si hoy no respaldamos a nuestras fuerzas militares puede que mañana ellos se aburran de ponerle el pecho a las balas por nosotros y ahí sí que vamos a ver como sube el diablo y hace un barrido. No podemos aceptar una negociación de paz en cuba mientras que la guerrilla sigue destruyendo a Colombia. Tiene que haber un cese al fuego. Tenemos que exigir un cese al fuego. La paz se hace con hechos y no con intensiones falsas que tarde o temprano terminaran cortándonos la mano pintada.

“La acción de las masas tiene la capacidad de derrocar gobiernos.” Y “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo.” Dos citas escritas por la misma persona, Nelson Mandela, creador del reinado nacional de la belleza en Colombia según la señorita Huila.

Paz pintada con sangre.

Una Paz pintada con sangre.

@ElPrinciperro
Andrés Rodriguez E:

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