Si algo ha quedado demostrado en las últimas semanas, alrededor de las marchas, los bloqueos, las protestas, el vandalismo y los oportunismos, es que hacemos un pésimo manejo de las redes sociales. Por eso, la necesidad de establecer unas pautas de ética digital.
Desde el pasado 21 de noviembre (denominado #21N), los usuarios de las redes sociales hemos visto cómo estas plataformas se han visto bombardeadas e inundadas de mensajes relacionados con el paro, las protestas, el vandalismo, los bloqueos y demás, que se han venido adelantando en Colombia.
Hay mensajes de todo tipo. A favor, en contra, en tono de burla o tipo pirómanos. Si bien se viene presentando un desgaste natural de este tipo de movimientos, entre otros por el cansancio ciudadano y porque en algunos casos se marcha por marchar, se siguen generando todo tipo de publicaciones alrededor del tema.
Sin embargo, no todas esas publicaciones eran respetuosas (insultos, groserías, actores con carteles ofensivos, etc.) ni ciertas. Según un informe de Data Freaks, publicado por la web especializada en tecnología ImpactoTic, el 80% de las cuentas que promovían las tendencias a favor del paro eran falsas, además identificando que el origen del tráfico era principalmente Argentina y Venezuela.
Además, muchos de los mensajes contenían información falsa sobre los motivos y los hechos propios del paro. ColombiaCheck, portal colombiano especializado en la veracidad de la información que circula en redes sociales, hizo un análisis a diario que bien la pena revisar.
Por otra parte, los usuarios de las redes sociales fueron grandes protagonistas. Vimos a la clase política, actores, artistas, deportistas, ciudadanos del común utilizar las redes para insultar, desprestigiar, amenazar, desacreditar a unos y otros, sin ninguna vergüenza, sin el más mínimo sentido común y sin pizca de asomo de responsabilidad social. Además, muchas de esas publicaciones eran de usuarios inexistentes.
Víctor Múñoz, analista y experto en tecnología, afirmó en una columna en El Espectador, publicada el pasado 2 de diciembre, que «los bots (robots que aparentan ser personas) y algunas cuentas anómalas, es decir, esos que se dicen que trabajan en las bodegas, representan el 4 % de quienes están interactuando en las redes en esta marcha, pero están generando cerca del 40 % de la conversación. Esto significa que existe una clara manipulación de lo que se está diciendo: se crean tendencias que convocan a parar y en muchos casos a la violencia. Si el 40 % del contenido que se mueve es de robots, implica que, sumado a lo que comparten otros actores que puede ser fake, más de la mitad de lo que se está diciendo en las redes es manipulado.»
Y cómo no mencionar el papel de las redes sociales para sembrar el pánico durante el toque de queda. En un artículo publicado por EL TIEMPO, afirmé “Hemos encontrado en las redes, y especialmente en Twitter, el escenario perfecto para ventilar pasiones, miedos, prejuicios y odios. Son plataformas sin filtros y como ha quedado demostrado en estos días, las consecuencias las pagamos todos. Así que el llamado es a un uso responsable de estas tecnologías, a manejar una ética digital.
¿Cómo hacerlo? Propongo el siguiente decálogo de ética digital:
- Ofrecer un perfil real y así asumir la responsabilidad de lo que se publica.
- Respetar a las personas y tolerar opiniones.
- Practicar la disculpa, el agradecimiento y la empatía. Somos finalmente seres humanos, nos podemos equivocar.
- Compartir contenido de valor, útil, de beneficio común.
- Utilizar mensajes adecuados, pertinentes, como si tuviera a la otra persona al frente.
- No divulgar ni compartir información de dudosa procedencia. No a las noticias falsas.
- Respetar la privacidad ajena y propia.
- No publicar en «caliente»: leer, ver y escuchar, luego publicar.
- Ser original y creativo en las publicaciones, sin ofender ni agredir.
- Publicar siempre en positivo, nunca tratando de hacer daño y/o burlarse.
Como se puede observar, son reglas que aplican para el mundo offline y online. No podemos seguir culpando a las redes sociales de los males de la sociedad. Así como la tecnología, es neutra y depende totalmente del uso que cada uno le de.
Hagamos buen uso, respetemos, toleremos y vivamos una armonía digital mientras logramos la análoga.